Resulta bastante deprimente que asuntos tan graves como la graduación de Nixon sea materia de experimentos literarios como el de Roberto Hernández Montoya, que terminan haciendo de un hecho terrible un chiste sobre la oposición. (Ver http://www.aporrea.org/educacion
El problema de la ULA, así como el de muchas otras universidades autónomas, es tan grave que pone el peligro la seguridad nacional. No podemos hablar de soberanía nacional ni de enfrentamientos con el imperialismo, cuando nuestras universidades no cumplen con sus funciones mínimas, que son las de generar un conocimiento que no sólo nos permita mejorar como sociedad, sino que, además, nos convierta en un país capaz de generar nuestras propias tecnologías y ciencias. Algo que hasta ahora no hemos logrado, porque, en materia de conocimiento, también somos dependientes.
Mucho se habla de que la autonomía universitaria tiene que ser redefinida. Originalmente, la autonomía universitaria surge como respuesta al control que la Iglesia Católica ejercía sobre las casas de estudio. La autonomía se dio como una forma de secularizar la educación superior y garantizar la libertad de pensamiento, en lo que era posible. En ese proceso, el estado jugó un papel decisivo, haciendo los ajustes necesarios para que el claustro universitario pudiera escoger a sus rectores y profesores por libre concurso.
Ahora el proceso se ha revertido, la Iglesia vuelve a tomar las riendas al confabularse con una clase corrupta conservadora. La universidad venezolana está volviendo a su función en tiempos no seculares, cuando su existencia estaba ligada al ejercicio del poder reaccionario. El conocimiento no le interesa a esta clase, lo que le interesa es mantener las estructuras sociales heredadas de la colonia a través del desorden.
Si la dirigencia del chavismo sigue actuando con mano floja, dejando de atacar el desorden heredado de las formas de dominación coloniales y la falta de ley --- y todo esto para demostrar que somos demócratas ---, no vamos a hacer sino darle armas al enemigo. La plataforma de la universidad corrupta es perfecta para el ataque del proyecto bolivariano, porque posee toda la infraestructura necesaria para emprender procesos de desestabilización.
La ULA tiene que ser sancionada por la actitud de sus autoridades y por la violación de principios académicos básicos que no solo se limitan a la graduación de Nixon. Sólo quiero poner un ejemplo vivido en carne propia:
En los noventa, algunos estudiantes de la ULA nos fuimos de intercambio académico a Alemania y, a pesar de que la ULA se había comprometido a través de un convenio a equivaler nuestros estudios en el extranjero, cuando regresamos no se reconoció nada de lo que habíamos hecho en la célebre universidad de Tübingen. Por el contrario, se desconocieron nuestros títulos alemanes y se nos impidió concursar. Es decir, la ULA no solo desconoció un convenio firmado sino que nos negó la posibilidad de participar en concursos como si se tratara, en nuestro caso, de impostores académicos. Sin embargo, cuando se trata de hacer política y atacar al gobierno, la ULA regala títulos.
Hoy en día los afectados de los que hablo, nos encontramos haciendo doctorados en prestigiosas universidades del exterior. Esto lo menciono sólo para mostrar uno de los casos de corrupción académica de esta universidad, entre los miles que han ocurrido desde que yo cursé mi primer semestre en la ULA.
Este es el momento adecuado para intervenir a la ULA, cambiar su status de autónoma a experimental, poner en su directivo a destacados académicos de esa universidad que hayan demostrado entereza moral y la capacidad para hacer los cambios pertinentes. Si no se actúa ahora, las otras universidades van a interpretar la mano blanda del chavismo como una luz verde para la desestabilización y perpetuación de un sistema de perfecta corrupción que sirve de ejemplo a otras instituciones del estado.