SINDÉRESIS
Foro Socialista de Ingeniería
AUTONOMÍA CON BURUNDANGA
En una artículo reciente de Ramses Fuenmayor titulado “La imposibilidad actual de la autonomía universitaria” se hace énfasis en que autonomía no significa el acto de gobernarse, sino la capacidad de hacerlo*. En el caso específico de una institución, como la universitaria, la autonomía representa la capacidad para que se alcancen los fines institucionales. Si la universidad pierde la capacidad de buscar y encontrar permanentemente la verdad, y hacer la mejor difusión del conocimiento aprehendido, entonces no hay auténtica autonomía universitaria.
Autonomía no es la posibilidad de hacer con la institución lo que se nos venga en gana. La autonomía de una institución universitaria es, por el contrario, una concesión que nos hace el pueblo para que le devolvamos una mejor comprensión de la realidad que redunde en mayores niveles de felicidad para el humano de hoy y del futuro. Las instituciones universitarias nacionales forman parte del Estado, pero se diferencian de otras instituciones por su carácter autonómico. Esta autonomía está concebida para que el “cultivo de la verdad”* se haga de la manera más libre posible, sin compromisos con ninguna forma de hegemonía. Una conducta aberrada de una institución universitaria se asocia a la sumisión incondicional al resto del estado, y peor aún, a la sumisión lacaya a intereses imperialistas y contrarios a los intereses del pueblo, del humano.
A la luz de esta definición de autonomía podemos llegar a la triste conclusión que nuestra universidad está muy lejos de la autonomía institucional. Si bien es cierto que en gran medida se autogobierna, nuestra universidad se conduce de una manera muy particular y su actividad esencial está muy lejos de su misión.
En el título de este artículo, “Autonomía con Burundanga”, se trata de caracterizar el tipo de autonomía que poseemos. Imaginemos una joven dama que conduce su vida autónomamente hasta que un día se le aplica escopolamina (burundanga), esta terrible sustancia que hace que la persona pierda conciencia de su proceder sin dejar de proceder. Antes de este hecho lamentable, la dama tenía la madurez suficiente para realizar su trabajo y atender su familia, sin faltar jamás a su sistema de valores. Pero resultó que manos perversas comenzaron a aplicarle esta sustancia y comenzaron a sacar provecho de su inconciencia. Por un lado, se hicieron cuenta de su dinero y, peor aún, la prostituyeron e hicieron que perdiera un trabajo digno como maestra, para convertirla en una “bailarina”. Sus amigos y su familia no entendían lo que pasaba. No entendían por qué se había dado ese cambio y cuando trataban de hacer que reflexionara sobre su conducta, ella respondía invariablemente: “soy autónoma y hago con mi vida lo que se me dé la gana”, tal como los proxenetas le obligaban a decir.
Haciendo la analogía con nuestra universidad, nos encontramos que no tenemos conciencia alguna de la pérdida de la autonomía que nuestra institución está viviendo. Más que la búsqueda y difusión de la verdad, nuestra práctica está dirigida a atender los intereses externos de la hegemonía económica nacional e internacional (imperio); así como los intereses internos de los proxenetas. Estos delincuentes de cuello blanco utilizan la universidad para sacar provecho económico o político de la misma, aparte de poner por el suelo la dignidad de una institución que no debería ser otra cosa que un paradigma para la humanidad. La familia, representada en este caso por el pueblo y el estado, deberían actuar responsablemente para que la universidad tenga verdadera autonomía. Parece que algunas células de ese organismo están comenzando a despertar de ese dopaje.
(*)Foro Socialista de Ingeniería
*Todas las referencias tomadas de este artículo de R. Fuenmayor
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