Corpoelec y la calentera nacional

Por lo visto, la empresa Corpoelec intenta, mediante ingeniosos experimentos, averiguar el grado máximo de masoquismo que pueden aguantar los suscriptores antes de agavillarse para incendiar las sucursales de la citada corporación en diferentes localidades del país.

Dicho plan forma parte de los métodos que serían empleados en caso de una “guerra de cuarta generación” para soliviantar el espíritu patriótico e iniciar las acciones de resistencia contra el presunto invasor que ocupe el sagrado suelo de la patria.

En tal sentido, se ha puesto en marcha un ingenioso esquema de cobros que contempla las siguientes alternativas:

- Multas leoninas por aumentos reales e insignificantes en el consumo a quienes tienen medidores instalados.

- Cobros normales o ínfimos a quienes tienen medidores instalados y alterados ilícitamente para que indiquen menor consumo.

- Ni multas ni cobros para quienes se roban la electricidad, tanto en las urbanizaciones de lujo como en los barrios a punto de desplomarse.

- Encendido las 24 horas del alumbrado público durante varios días o semanas, de manera aleatoria, para despistar y provocar la rabia de los usuarios multados.

- Falta de luz en el mismo alumbrado público en horas nocturnas para que los delincuentes puedan trabajar con comodidad.

La política del monopolio corporativo socialista consiste en castigar, con los mayores apagones, las regiones del país donde el consumo de energía eléctrica se incrementa debido a la inusual ola de calor producida por los fenómenos climáticos mundiales.

Así, pues, una vez que se comprueban los sitios donde el consumo ha aumentado, con la consiguiente aplicación de multas excesivas, se procede a anunciarles “cortes programados”, los cuales se llevarán a efecto en ciertos días y horas anunciados a título tentativo.

Uno de los deleites favoritos de los organizadores de apagones consiste en no cumplir los cortes programados, haciéndoles pensar a las víctimas que no hubo necesidad de privarlos del servicio, para entonces sorprenderlos en el momento más inoportuno con un apagón por tiempo indeterminado.

Curiosamente, la empresa se niega a rajatabla a realizar inspecciones en las residencias de lujo, donde se sospecha que existen equipos para robar corriente evadiendo al medidor de Corpoelec. En Nueva Esparta, por ejemplo, los rateros eléctricos abundan como piedras y no los tocan ni por casualidad. Por cierto, la sensación calórica insular en estos días fue de 38º térmicos, según reveló el meteorólogo del aeropuerto, como para ahorrar aire acondicionado.

De no ser por Alí Rodríguez se diría que Corpoelec es la misma vaina que Cadafe.

augusther@cantv.net



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Augusto Hernández


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