El día 01/07/06 la prensa nacional resaltó que el precio del barril de petróleo venezolano promedió los 61,90 $/Barril, 2,15 dólares por encima del precio de la semana anterior, y para la Cesta OPEP en 65.45 $/Barril y BRENT en 71.19 $/Barril. La tendencia pareciera ser la misma que la pronosticada por muchos analistas petroleros: el crudo podrá superar los 80 $/Barril, otros ya hablan de 100$/Barril. El imperio norteamericano ha pretendido hacer creer al mundo que la causa fundamental de estos elevados precios del petróleo radica en las políticas de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). Con esta política acusatoria y difamatoria, el imperio norteamericano argumenta una supuesta “Crisis Energética”. Que amenaza, según ellos, la estabilidad económica mundial. De existir en realidad una “Crisis Energética”, tal como lo asegura el imperio, entonces los mercados petroleros se verían enfrentados a un déficit de producción que incidiría directamente sobre los precios, cumpliéndose así la lógica del mercado que dice: a Mayor Demanda &. Menor oferta, los precios del producto aumentan. Pero todos sabemos esto no sucede. En la actualidad se calcula una sobreoferta de crudo en los mercados de entre 1,0–1,5 Millones de barriles por día. Entonces, ¿Quiénes Controlan los Mercados petroleros y a quién benefician estos altos precios? Veamos. La mejor respuesta la encontramos con Robert Looney, economista y funcionario del Pentágono, en su artículo titulado “De los Petrodólares a los Petroeuros”, enfatiza dos puntos fundamentales que nos ayudarán a entender este artículo. El susodicho resalta lo siguiente: «La OPEP carece del control directo de las cotizaciones de los principales mercados del crudo…Recuerda que hasta la mitad de la década de los 80 la OPEP imponía el precio oficial de venta; “su poder empezó a desvanecerse cuando fue establecido en 1983 el mercado de futuros del petróleo en el Nymex”, que no solamente es el antídoto de la OPEP, sino que ha llegado por la vía de la especulación financiera hasta a controlar de facto el mercado petrolero en el que la OPEP se ha vuelto simple actor supeditado a la voluntad de la banca de inversión anglosajona». Ahora bien, con esta clara apreciación del aludido representante del imperio, podemos entender las correctas reflexiones que, sobre el tema, realizara nuestro ministro Rafael Ramírez, cuando expresó que en su discurso de inauguración del evento de la OPEP, lo siguiente: «Las tensiones geopolíticas, la participación de los mercados especulativos, y los ingentes volúmenes de crudo “de papel” transado a los mercados a futuro, son variables nuevas que crecen en forma alarmante». El Capital, ha completado su construcción imperial. Son las corporaciones petroleras trasnacionales mancomunados con el Capital Financiero, pero con la supremacía de este último, quienes ejercen el mayor dominio sobre la política económica y militaristas del imperio. El capital financiero norteamericano en manos del sionismo internacional (Ver artículos de James Petras: “La Tiranía de Israel sobre los EEUU”) ve desplegado su estrategia belicista que le prometen grandes beneficios Económicos, Geopolíticos y Territoriales.
Grandes beneficios que también le permiten atenuar el verdadero problema de fondo. Veamos.
La crisis del dólar que hoy reconocen los arquitectos de la economía del imperio como Alan Greenspan y John Show, presidente y secretario del Banco del Tesoro de los EEUU (Ver: Albert Crenshaw, The Washington Post 23/7/04), ya comienza a impactar con fuerza sobre las políticas del imperio. Una fiera acorralada es más peligrosa! Para un dólar en crisis, sin respaldo en Oro y producción de bienes, la idea de la burbuja energética (Crisis Energética) pareciera ser el mejor disfraz en el cual se encubre una verdadera crisis que se gesta en el seno del imperio; el cáncer terminal de su quebrada economía capitalista, La Crisis del Capital. Por tal razón, no resulta sorprendente que Matthew Simmons, banquero e íntimo de los Bush y Cheney, abogue por un barril a 182 dólares. Lo que pareciera ser un beneficio extra para los países productores, como lo es el caso para Venezuela, representa un perjuicio para los demás pueblos del mundo, la guerra para el pueblo de Irak, Palestina y el freno para las economías en desarrollo. En este sentido se justifican los programas de integración energética impulsados por el gobierno bolivariano.