Más o menos en el período que va del 1970 hasta 1990 Estados Unidos vio disminuir su producción petrolera con el consiguiente incremento de importaciones de varios países entre ellos los que conformaban la OPEP. La clase dominante en su lucha de clases mundial, consideró objetivo principal la reversión de esta situación para ello utilizaron en su momento la tecnología del fracking y la inversión de grandes montos de capital para incrementar su producción. Acompañaba a todo esto la intervención militar directa dirigida hacia los países de la OPEP a fin de, entre otros objetivos, conjuntamente con los judíos, de sacarlos del mercado ya que esa tecnología es costosa y Estados Unidos no podía ni puede competir jugando limpio.
Como ya sabemos la OPEP fue impactada por las políticas imperialistas y prácticamente dejo de existir hasta que Hugo Chávez logró revivirla. Tremendo logro.
La intervención militar directa siguió hasta nuestros acompañada por otras formas de intervención no menos eficaces como son las sanciones políticas y económicas, todo lo cual llevo prácticamente a la destrucción o casi desaparición de los países que conformaban la OPEP, por supuesto entre ellos Venezuela y la consiguiente paralización de la producción petrolera y su expulsión del mercado internacional petrolero, que era el objetivo final.
Esta disminución de la exportación petrolera en países como Libia, Irán, Venezuela e Irak ha creado oportunidades significativas para la industria petrolera de Estados Unidos, tanto en términos económicos como estratégicos ya sin ella le hubiera sido muy difícil encontrar un espacio en el mercado petrolero internacional.
De este modo la reducción de la oferta de petróleo en el mercado global ha permitido a Estados Unidos aumentar su participación en el comercio internacional de petróleo, ocupando el vacío que crearon los países de la OPEP atacados. Al ocupar el vacío dejado por los países mencionados, Estados Unidos ha podido exportar más petróleo a mercados tradicionales y emergentes, generando ingresos adicionales para la economía nacional y ha fortalecido la posición de Estados Unidos como un actor clave en el sector energético mundial. Sin la guerra no hubieran podido lograrlo.
La disminución de la producción petrolera en estos países ha proporcionado a Estados Unidos crear su estrategia energética, la que incluye el aumento de la producción y exportación de petróleo, ampliar su independencia energética y reducir su dependencia de importaciones de petróleo de otras regiones. Por supuesto esta estrategia imperialista le permite influir más en los precios del petróleo global y fortalecer su posición geopolítica.
La disminución de la producción petrolera en países como Libia, Irán, Venezuela e Irak e incrementarla en Estados Unidos y en el mercado global, Estados Unidos puede establecer alianzas estratégicas y comerciales que beneficien tanto a su industria petrolera como a su política exterior. Estas nuevas relaciones facilitan el acceso a nuevos mercados y recursos, así como promover la estabilidad imperialista y el dominio internacional.
Estados Unidos difunde mucho el discurso que gracias a sus capacidades gerenciales y tecnológicas ha creado oportunidades significativas para su industria petrolera, aumentado su participación en el mercado global, presentándose ante todos como cándida paloma que invierte para fortalecer su estrategia energética. La realidad real e imperialista incluye la guerra y la destrucción de los competidores para que así Estados Unidos pueda continuar creando oportunidades productivas por la fuerza, aprovechándolas para consolidar su posición como líder en el sector energético mundial.
7 de enero de 2025