Revolución o Criminalidad. María Corina difunde sus fracasos y sus grandes fracasos

Estamos viviendo una época signada por la victoria de las fuerzas reaccionarias sobre las revolucionarias, lo que ha significado el retroceso de todas las expresiones de defensa de los derechos de los trabajadores, de sus intereses y contra su explotación.

Sin embargo a pesar de esa victoria, la época también está demostrando que esas fuerzas reaccionarias representantes del capitalismo, el neoliberalismo, las transnacionales, el fascismo e incluso un nazismo modernizado, no tienen nada que ofrecer al desarrollo de las sociedades, de las personas, de las naciones que se ven súbitamente inmersas en grandes problemas y confrontaciones ante las cuales no se visualizan respuestas o soluciones claras, ni siquiera con las masacres, tipo África, más despiadadas.

Esta situación incluye que las expectativas y vivencias de la mayor parte de la población en todos los países del mundo no tienen posibilidades reales de materializarse, a pesar de las insistentes campañas mediáticas que siguen ofreciendo un mundo inaccesible con sensaciones de cercanía. Es bueno recordar que estos mensajes mediáticos, de los cuales hace uso permanente la María Corina no son ofertas auténticas, ciertas y verdaderas con una proximidad real.

El mensaje comercial y el politico de la derecha es mentiroso por esencia, ideológico como decían algunos, ya que mientras por un lado deben convencer de existir una cercanía emocional, al mismo tiempo por trabajar para lograr los beneficios de una clase social, la de los ricos, no pueden evitar el mantener una barrera que impide una conexión profunda y auténtica.

En algunos contextos sociales y culturales, pueden transmitirse creencias o valores que difunden la idea del acceso a los bienes de consumo para todos, de igualdad, pero al no ser posible, llegan a normalizar o incluso glorifican la criminalidad como un medio para alcanzar esa riqueza o estatus.

La ruptura entre los mensajes mediáticos de acceso a los bienes y al estatus y las posibilidades reales de las personas de conseguirlos, lleva a que algunas personas vean la criminalidad como una alternativa viable cuando las oportunidades legítimas para mejorar la calidad de vida están cerradas.

Los medios siguen jugando su papel ya que en películas, series o música romantizan estilos de vida, siempre en contextos de máxima riqueza, donde se vanagloria el éxito, siempre el éxito, asociado con actividades ilícitas, moldeando la percepción de lo que es aceptable o deseable y justificando los entornos sociales de la criminalidad, especialmente si quienes las practican son vistos como ricos y poderosos.

Las fuerzas revolucionarias deben por lo tanto enfrentarse a una nueva manifestación política de la derecha como es la criminalidad que aleja e inclusive permea a las propias fuerzas revolucionarias, ya que los trabajadores y los pobres la perciben como una opción más visible y viable que la lucha revolucionaria.

Esta inclinación hacia la criminalidad en lugar de la lucha revolucionaria genera un fenómeno complejo, que debe someterse a un proceso de análisis profundo. Para muchas personas, especialmente en situaciones de precariedad económica o social, la criminalidad les ofrece recompensas rápidas y tangibles, como dinero, bienes o poder. Este tipo de gratificación inmediata puede resultar mucho más atractivo que los procesos largos e inciertos que implica una lucha revolucionaria, que requiere organización, compromiso y una visión de cambio profundo. Y lideres sinceros y bien comprometidos.

Además, el riesgo y la recompensa juegan un papel importante. Aunque la criminalidad también conlleva peligros, como la posibilidad de ser detenido o muerto, las ganancias a corto plazo suelen pesar más. En contraste, la lucha revolucionaria implica riesgos elevados, como la represión o la violencia, sin garantías de éxito, lo que desanima a muchos. A esto se suma el temor al aparato represivo del Estado, que desincentiva constantemente todo el tipo de acción revolucionaria.

El individualismo promovido por las sociedades modernas y capitalistas lleva a las personas a buscar soluciones personales a sus problemas, dejando de lado las acciones colectivas y para construir movimientos revolucionarios se necesita superar esa fragmentación y fomentar la solidaridad, algo que no siempre es fácil en contextos donde las personas ya se sienten desconectadas. Una lucha revolucionaria requiere mantener viva la esperanza en el cambio, y cuando la desesperanza domina, esta puede apagarse fácilmente.

Pero la dualidad es clara y hacia allá debe ir el mensaje, esperanza mediante lucha revolucionaria o desesperanza en el crimen y en el capitalismo.

Los ejemplos de Estados Unidos y El Salvador contra los venezolanos es una muestra de cómo la criminalidad se ha ido convirtiendo en parte estructural y estructurante de los discursos y prácticas políticas de la derecha. En ambos países se quiere combatir a la criminalidad y a las fuerzas revolucionarias, con más criminalidad, no con propuestas que beneficien a todos y al pueblo pobre y trabajador.

Aquí en Venezuela lo vivimos con el uso indiscriminado de delincuentes para generar violencia y como fuerza de choque, lo cual muestra como ante la ausencia de masas populares que la apoye la derecha recurre consecuentemente a los delincuentes para ofrecerles beneficios posteriores al alcanzar ellos el poder.

María Corina hace grandes esfuerzos para lograr el apoyo de Donald Trump, trasmitiéndole las experiencias en Venezuela, pero necesariamente tergiversando los hechos. Y al igual que aquí donde su práctica política los lleva a fracasos tras fracaso, allá también los está hundiendo. Solo falta que el idiota de Marco Rubio y Trump tomen la consigna de María Corina ¡Delincuentes al Poder¡



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Oscar Rodríguez E


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