Todos los caminos del reformismo conducen al capitalismo. Un clásico sentenció: “Si no existiera el reformismo ya la Revolución Mundial sería un hecho”. Es así, y aunque parezca paradójico, el principal obstáculo para la revolución es el reformismo que necesariamente la habita. Si revisamos la historia encontraremos abundantes muestras que soportan esta afirmación. Veamos.
En Rusia faltó poco para que, después de derrotada la monarquía en febrero, el espíritu reformista que era casi unánime, arropara la insurgencia y en lugar de una Revolución se hubiesen quedado en reformas superficiales que protegieran la explotación, sólo maquillando el rostro de un sistema decadente. Tuvo que llegar Lenin para dirigir la marcha revolucionaria y concretar la Revolución en Octubre.
En Cuba la lucha contra el reformismo arranca desde los días de la Sierra Maestra, y se agudiza con la crisis de Urrutia y la renuncia de Fidel.
Estas dos Revoluciones siguieron su camino victoriosas porque temprano derrotaron las veleidades reformistas. Supieron correr el riesgo de los cambios profundos.
Aquí entre nosotros la lucha contra los reformismos es una constante histórica. Partidos revolucionarios tenían para la década del cincuenta y siguientes, por mandato internacional, la línea de alianza con la supuesta burguesía, de esa manera posponían la Revolución, se confinaban al reformismo.
Más reciente tenemos la historia del MAS y del PPT, partidos que nacen con retórica revolucionaria, pero con planteamientos económicos reformistas, fragmentadores, en el fondo protegen la propiedad capitalista. Terminaron en el bando francamente capitalista, donde son activos agentes contrarrevolucionarios.
Esta es una característica del reformista: hábil en la retórica revolucionaria que le permite contrabandearse en los procesos revolucionarios, y simultáneamente celoso defensor de la propiedad capitalista, inventa diez mil vericuetos para protegerla.
En estos días el recurso más usado en la defensa de la propiedad capitalista es separar la producción de la distribución, de esta manera postulan: no importa quién produce, ni la propiedad de los medios de producción, lo importante es que cubra necesidades sociales y que “venda barato.”
La construcción socialista en condiciones pacificas es inédita y difícil: la convivencia con el sistema burgués exige rigor en la elaboración teórica y en la práctica, es necesario estudiar y meditar los rumbos tácticos. Las armas melladas están activas con su carga de conciencia capitalista, se corre el riesgo de, como decía el Che, errar el camino.
Varios rasgos de la realidad se van perfilando en la práctica como leyes de la Revolución Pacífica, las experiencias históricas las confirman. Es importante tenerlas en cuenta.
La principal ley que las resume a todas, es ya un dogma: tener fe en el Socialismo. Sólo formas Socialistas podrán construir Socialismo, pensar en que éste pueda surgir de formas capitalistas es cuando menos una ingenuidad que traerá grandes desilusiones.
Siempre una forma económica nosocial, multiplicará por muchísimo la conciencia egoísta que genera. Entonces, usar la renta para construir economía capitalista, es formar los verdugos del Socialismo, es criar cuervos.
¡Chávez es Socialismo!