Desde los días de la Independencia los intentos por redimir al humilde terminaron en derrotas, es triste pero es así. La historia sustenta la afirmación: Bolívar no pudo concretar sus sueños, fue derrotado por las corrientes restauradoras internas, la oligarquía emergente. La generación del 28 terminó en las mazmorras gomecistas y en el exilio, y aquella montaña de insurgencia parió un ratoncito socialdemócrata, el pacto de punto fijo, una dictadura burguesa, y el pueblo siguió sumergido en la miseria. Los intentos del sesenta, las guerrillas urbanas y rurales, heroicas, solidarias, internacionalistas, sucumbieron en las garras de los pusilánimes internos.
Es asombroso, muchos destacados que entregaron estas luchas, los arquitectos teóricos de estas derrotas, después los encontramos orondos en el campo enemigo, algunos como pompeyo, teo, américo martín, cargan sobre sus espaldas varias revoluciones traicionadas. El 23 de Enero del 58 se pierde y santos yormes parió la teoría del desastre. La guerrilla del sesenta se pierde y aparecen en la construcción teórica de esta derrota los mismos personajes, estos después de cumplida su labor de zapa se adaptan perfectamente, exitosos, diletantes, en el sistema que simularon atacar.
Es así, todos estos intentos han sucumbido en las redes de teorías disolventes, claudicantes, que desarman a las Revoluciones de la necesaria teoría y así, castrada, la sueltan al foso de las culebras. Esa es la principal función de los restauradores internos: despojar a las Revoluciones de la teoría que dirige la acción revolucionaria, deformarla, morigerarla, hacerla parecer innecesaria, burlarse de mil maneras, descalificarla.
La historia nos enseña que la principal batalla de los pueblos es la batalla teórica, es allí que se fragua la derrota o el éxito. Esto lo sabe la oligarquía desde siempre e, increíble, la Revolución aún no aprende, todavía se retuerce en las fábulas que le propone el enemigo interno, se deja desviar con facilidad, se enreda en tonterías, se traga falsas consignas.
Esta Revolución está asediada por el enemigo externo, capriles, obama, santos se confabulan contra ella, aquí en el país la mud no deja pasar día sin lanzar sus dardos, los oligarcas desplazados disparan sus mentiras desde el exterior, los capitalistas internos, más apropiadores de la renta que productores, también hacen lo suyo, desabastecen, suben los precios, conspiran. Todos estos enemigos nos acechan, pero, sin duda, el peligro más importante, el que puede derrotarnos, es nuestra debilidad teórica, son las consejas de los deformadores internos.
La conclusión es clara, es necesario una Misión teórica, la definición teórica, el estudio, deben ser considerados una necesidad social. Es necesario derrotar a los distraccionistas históricos, a las comiquerías, a las irresponsabilidades teóricas disfrazadas de pueblo que sólo han servido para guillotinar a las posibilidades revolucionarias. Debemos prestigiar el trabajo intelectual revolucionario, entender que sin teoría revolucionaria, estamos condenados a perecer.
El país, la humanidad, no aguanta más derrotas. Tenemos la responsabilidad de triunfar y, el triunfo, ya lo dijimos, pasa por solidez y coraje teórico.