Un Grano de Maíz

La nefasta creatividad de la pequeña oligarquía

La pequeña oligarquía es el nombre de la pequeña burguesía cuando está en funciones políticas. En su vida cotidiana es una clase muy creativa, inventa excusas para no hacer lo que hay que hacer, no enfrenta los problemas, los evade, los mira de chaflán.

           Su conducta, su empeño por aparentar ser oligarca, es hasta cómico. Pero cuando incursiona en la política su creatividad es altamente útil a las clases dominantes, es la que produce la cultura de la dominación capitalista, de ella salen los publicistas, los artistas consagrados, los intelectuales-mercancía integrados al capital. Esta clase evacúa las justificaciones más elaboradas a la dominación oligarca, las teorías protectoras del sistema, es ariete de la lucha ideológica contra las Revoluciones.

           Sus teorías, su ideología, surgen de su posición social entre los explotados y los explotadores, son siempre intermedias, un pie aquí y el otro allá, medias tintas, medias aguas, no hay extremismos en esta clase a no ser para enfrentar a los Revolucionarios, no hay nada que los aterre más que salir de su medianía, por eso son viscerales contra las proposiciones de avanzar, de hacer Revolución, el miedo al cambio profundo aviva su creatividad. Hoy la Revolución Bolivariana se enfrenta, con poco éxito, a la creatividad pequeñoligarca. Veamos.

El miedo a las definiciones domina el cuadro: la pequeñaoligarquía externa no tiene la valentía de situarse francamente al lado del capitalismo, cava sus trincheras en el centro, allí da las peleas, hasta capriles y borges se dicen por momentos socialistas, los obsesiona brasil, china no les desagrada. Emeterio es el último de los intelectuales valientes de esta clase, es un ánima sola que desentona cuando se ubica francamente, sin ambages, en la defensa del capitalismo.

En la acera de enfrente a la oligarquía (que no es tan enfrente), dentro de la  Revolución, encontramos a los teóricos bolivarianos pequeñoligarcas. Aquí la creatividad es legendaria, las excusas y las torceduras teóricas merecen perdurar en los museos de la infamia y la estafa. Consiguen hacer de la teoría revolucionaria un instrumento reaccionario, o mejor, arropan con oropeles revolucionarios a sus engendros reaccionarios.

Postulan como necesaria, inevitable, la convivencia con el capitalismo, confunden el campo de batalla con un salón de fiesta donde los dos contendientes no pugnan sino que comparten un canapé. El Socialismo siempre, en todas las circunstancias, estará en antagónica batalla contra el capitalismo. Siempre se medirá el éxito de cada uno por su crecimiento. Decir, por ejemplo, que el crecimiento capitalista es vía hacia el Socialismo es una desfachatez.

Estimular las formas capitalistas existentes, crear otras, y decir que esto es avance al Socialismo, merece la misma calificación anterior.  Ir más allá y proponer alianzas con los capitalistas, y plantear todo esto en nombre de la dialéctica es, para decir lo menos, propio de un Lenin de pacotilla.

El dogmatismo es un fantasma, el enemigo principal de esta revolución es la ideología pequeñoligarca en sus variadas versiones, el reformismo.



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Antonio Aponte

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