Quién nos salvará de los salvadores y nuevos credos

Una pregunta que puede dar respuestas y nos hagan ver, al intentar profundizar sobre los nuevos credos propuestos por personajes que se han colado en la sociedad global, y nos han vendido la idea de que la nueva religión, ideología y cultura, en la postmodernidad, es tema de debate abierto, para pensarlo en serio, y que apenas en breve tiempo transcurrido desde los mediados del siglo pasado, se abren para una comprensión sobre los nuevos fenómenos tecnológicos sin límites, y de una influencia abismal por lo versátil de sus posibilidades que nos muestran desde los algoritmos, liberadores o esclavizadores, si no caemos en cuenta de que lo que suponemos se está poniendo en contra de nosotros mismos, y la llegada de nuevos salvadores de la humanidad, que nos auguran un futuro, por demás incierto, puesto que rompen con las singularidades que hemos forjado desde el pasado sobre nuestras propias capacidades que hoy se nos venden, sobreponiéndose incluso a lo cognitivo, y hacen que nos cuestionemos lo real, lo trascendente y la realidad de nuestra especia y viejas creencias, muchas también impuestas, y nos colocan en nuevos estadios sobre la verdad y el entendimiento, desde la información y la comprensión, de que nos hemos convertido en consumidores en masa, y para salvarnos han llegado los que están y los que son, manipulándonos sobre todos los ámbitos de la existencia, colocando nuestra inteligencia, frente a las artificial, con su singularidad y dictadura algorítmica.

Las tecnologías no son meras herramientas que sólo sirven a quienes las usan, son parte de los sistemas que las acogen, la reflexión al respecto nos lleva a ver desde sus narrativas dónde se oculta la paradoja, que pretenden que nos conduzca en lo crucial, a través de lo digital, tensión agitada por la fe en el progreso tecnológico, desde el tema de que las máquinas han tomado el control, y se ha perdido la agencia humana, sino que desde ellas realizamos elecciones implícitas en la cultura, frente a promesas de redención desde las verdades, y es el conocimiento que nos libra y muestra nuestra salvación. Capas de preguntas superpuestas y cúmulos de respuestas frente a los nuevos paradigmas y mesías digitales, mercaderes de ilusiones, gurús de Silicon Valley, influencers transhumanistas, presentes como nuevos evangelizadores del futuro posthumano. Ahí es donde la Inteligencia Artificial entra con sus algoritmos liberadores de nuestras propias limitaciones biológicas y cognitivas, y de todo mal. Una promesa que requiere de nuestro consentimiento y delegar en los sistemas opacos y sus funcionamientos, de los cuales poco entendemos, basados precisamente en cuestionar las viejas creencias, imponiendo nuevas ortodoxias, es decir, los datos nunca mienten. Hablar de singularidad cognitiva y reducir la inteligencia a procesamiento informáticos, ignorando que la sabiduría encarna en la experiencia humana.

Se nos ha dicho que la tecnología no es un simple medio, sino en un entorno y un medio de vida, algunos de los discursos y opiniones como el caso del Dios ex machina, ahora por medio de algoritmos que resuelven problemas, que nuestra imperfecta humanidad no puede. Sociedades tecnológicas, producción en masa, orientada al consumo a gran escala, y el uso de los medios de comunicación, y el control total desde algoritmos como el nuevo colonialismo de lo cognitivo. Los algoritmos no son neutrales, codifican incluso los sesgos de sus programadores, los creadores bajo los intereses del capitalismo de las plataformas, a los cuales les atribuyen una objetividad sagrada, y la verdad ya no se debate, sino que se calcula, y los algoritmos recomiendan y saben qué necesitas. Desde los ochenta se fabrican las nuevas sociedades del mañana, influyendo en todos los ámbitos de las actividades humanas economía, política, consumo, ocio, y demás esferas de la vida, alterando el orden, los valores y principios, y por ende el estilo de vida y la existencia del colectivo. El peligro es que lo humano sea cada vez más obsoleto, todo el conocimiento lo genera la IA, todo se diagnostica y automatiza, y nos dicen que las máquinas lo hacen mejor.

Entonces lo virtual será la salvación, la fuga hacia mundos de metaversos, sin que se resuelvan los problemas reales, las desigualdades, la crisis climática, las guerras contra los pueblos y sociedades en progreso, las enfermedades y hambrunas, la contaminación, y lo peor, la pérdida de la capacidad cognitiva, reflejo de la anarquía y el huir hacia adelante con lo tecnológico. Será la hora en que cedamos y el peligro de aceptar que los algoritmos saben más que nosotros mismos, aun habiéndose creado, cediendo la autonomía, la capacidad crítica, el cuestionar cuanto se programa sobre lo que es cierto y la verdad, todo bajo la transformación de las condiciones de vida y del entorno con las consecuencias sociales que acarrea, y las cuestiones políticas, éticas y teóricas de la sociedad contemporánea. Se cuestiona que la inteligencia haya caído en la trampa del dualismo humano vs máquina, debate planteado entre humanos vs IA, oposición falsa dado que lo cognitivo no es computable, ni la conciencia o la creatividad, lo ético no se reducen a patrones de datos. Nosotros enseñamos a la IA lo que aprende, y ella simula procesos, careciendo de comprensión. Un niño entiende que el fuego quema, la IA predice que fuego y dolor suelen coincidir en los datos. Por lo tanto, hay que tener mucho cuidado con tales nuevas creencias y viejos dogmas, donde tanto la fe en la singularidad tecnológica, como los mitos, tienden a repetir y aclamar a los mesías. Hoy con la IA benevolente se ignora que la tecnología amplifica lo mejor y lo peor de nosotros mismos, por lo que la alternativa no consiste en que rechacemos la tecnología, sino ubicarnos desde los aspectos críticos, no colocando el asunto entre salvación o rendición, sino devolvernos hacia el rescate de lo humano, de humanizar la tecnología.

¿Estamos construyendo herramientas o construyendo nuevos amos? El camino exige desmitificar los algoritmos, exigir transparencia y regulaciones, que recuperemos el control frente a la IA y la hagamos la herramienta a nuestra disposición, y no un oráculo. Cuestionar las narrativas de los elegidos, los Elon Musk y otros que se creen nuevos profetas jugando a ser todopoderosos, al haber acumulado tantos recursos, pero siguen teniendo los pies en el barro por sus falencias. Y porque han exagerado con los propios ChatGPT, como si fueran los sumos sacerdotes. Neil Postman fue quien dijo: Toda tecnología es un arma filosófica. La pregunta no es si la IA nos superará, sino qué versión de humanidad queremos defender ante quienes venden algoritmos como la panacea. La evidencia está a la vista, lo que tenemos son sociedades consumistas, masas guiadas desde las tecnologías de la comunicación y el entretenimiento, que se instalaron de la mano de la IA que nos llevará ahora sí al verdadero progreso y la total salvación, nos librará de todo mal y nos hará mejores seres humanos, pues nos convertirá en otra cosa más sofisticada, que ni ella misma sabe qué será.

Pareciera que desde que éramos carroñeros hasta que alcanzamos los máximos estadios siendo algunos superdotados de un cerebro extraordinario, imposición de condiciones aleatorias, posibilitando características de existencia privilegiadas por la naturaleza y un don divino, ahora comenzando quizás a ser robots, ciborg, y por lo tanto, sin depender más que de las tecnologías futuristas y cuánticas, con sus supercomputadoras, que dejarán para siempre las preocupaciones de la gente por sus obsoletas actividades productivas y lucrativas, ya que no dependeremos de ocupaciones ni trabajos, pues el tiempo se diluirá en espacios virtuales, y lo ilusorio será la panacea que nos permitirá incluso superar todos los temores y tampoco habrá muerte. Interactuamos como superordenadores los cuales tenderán a consumir y contaminar los ríos, lagunas, mares y océanos, soporte vital para que las celdas desde donde se generan los millones de algoritmos necesarios para la existencia implícita, será ahí sí, la total y absoluta convivencia, pues se habrá superado todos los prejuicios, habiendo dejado atrás la post industrialización, el progresismo y la transmodernidad.

Serán pocos los que seguirán en rebeldía cuestionando todas estas implicaciones por habernos manipulado con nuevas creencias y teorías conspiranoica, adaptadas a las nuevas narrativas que, desde un clic sobre una tecla, dará inicio a lo que no tendrá fin, ni la obsolescencia tendrá algún significado, nos liberaremos de la ignorancia, y todo será en provecho en variables sociales, personales y comunitaria, viviendo nuevas relaciones entre los hombres máquinas como las nuevas instituciones. Desde los medios como herramientas se elaborará y creará, es decir, se emitirán los nuevos preceptos del momento y circunstancias, donde ya no personas, grupos en lugares tendrán que mediar con relaciones, todos y todas estaremos comunicados ad inilo. Toda crítica a los medios de comunicación, de iteraciones en medios públicos y lo cultural. Que el marxismo lo haya destacado al haber considerado que los instrumentos en manos de las clases dominantes permitieron asegurarse el dominio exclusivo y excluyente de las sociedades, de la sociedad totalmente administrada de como lo asomó luego Horkheimer. Y de la poderosa potencia de la comunicación y la manipulación desde los medios que son cauces del adoctrinamiento por las poderosas industrias de la educación y las culturas, que también se convirtieron en mercancías. Tampoco dejemos de lado el papel que juega el aparato ideológico del Estado y la teoría hegemónica de los medios, apuntadas por López Garzón.

En fin, es lo que nos ha llamado a la reflexión desde tales ideas atropelladas por la situación que se nos va revelando, surgida de la angustia legítima frente a la encrucijada civilizatoria que atravesamos, sentados en primera fila ante tal paradoja y que evidencia otro nuevo progreso ahora apoyados en la tecnología, en función del capitalismo que todo lo trastoca, pervierte y controla desde reducidos grupos de poder y control sobre el resto de los mortales. Cabe entonces alguna posibilidad de que nos libremos de estas ataduras aparejadas por la ignorancia que nos hace sumisos, y parte de la crisis y el caos multidimensional por el que atravesamos, y es atinente a los daños ecológicos, espirituales, éticos y sociales. Ideas expuestas como práctica y ejercicio necesario por crítica sobre lo real y esperanzador de que otro mundo sea posible, antes de que sea demasiado tarde, pues las consecuencias será la aniquilación de la especie humana. Estamos volviendo al viejo estilo utilizado en la primera mitad del siglo pasado, como clara alusión a lo que está cerrando el círculo de lo mundial en transición a lo global. Esa es la única limitante para la situación actual, donde todo pareciera permitido aquí y ahora, donde no hay ni pena ni gloria, sino ir a una tercera conflagración que será total. Solo basta imaginar la capacidad tecnológica actual con el acompañamiento de la IA, una capacidad con autonomía y la posibilidad algorítmica que además de facilitar tareas, moldean nuestros deseos, pensamientos y relaciones, dejando una sensación de satisfacción inédita e inmediata, apartándose de lo esencial. Como ejemplo, las redes sociales donde todo se monetiza y prende de inmediato en nuestras neuronas la atención y la intención que nos fragmenta dentro del tejido social polarizado, que crea mayor ansiedad, y peor aún, paraliza ndonos para poder tomar decisiones a la velocidad de los bit y cubit, necesarios para los algoritmos. Mientras tanto seguiremos con el capitalismo salvaje y depredador de la especie humana, a la que por todos los medios tratan de llevarla al mayor salvajismo e insensibilidad de la historia universal, donde se destruye la naturaleza, con ella a todas las especies vivas, y los recursos en manos del 1% que emiten más CO₂ que el 66% de la población global (Oxfam, 2023), y donde desaparecen a un ritmo 1.000 veces superior al natural (IPBES).



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Franco Orlando


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