Nos aniquilaremos si no cesamos en contaminar al planeta

Desde hace más de 4 mil millones de años cuando la Tierra comenzó a ser un espacio que albergó la posibilidad de la existencia, con las grandes, devastadoras y también transformadoras revoluciones planetarias, que redefinieron lo que conocemos por vida de muchas especies, incluyendo la humana. Han sido impactos positivos y negativos, como el gran evento de la revolución del oxígeno, hace más o menos 2.4 mil millones de años atrás, surgimiento de cianobacterias que posibilitaron la fotosíntesis, liberando oxígeno y tomando dióxido de carbono, creándose una capa de ozono para proteger a algunas especies de la radiación UV, al evolucionar organismos más complejos aeróbicos. No obstante, ha habido extinciones masivas de organismos anaeróbicos, para los cuales el O₂ era tóxico. También por la glaciación huroniana, al disminuir el metano, gas de efecto invernadero, ocasionándose el congelamiento global temporal. Hace unos 541 millones de años atrás

se generó una diversificación acelerada de vida multicelular compleja en los océanos, la explosión Cámbrica. Lo positivo fue que permitió el que surgiera la mayoría de los filos animales modernos, artrópodos, moluscos, vertebrados, y se establecieron redes tróficas también complejas. Sin embargo, una feroz competencia y la depredación hizo que desaparecieran los especímenes menos adaptados.

La Tierra firme fue colonizada entre unos 500 a 360 millones de años atrás, donde plantas, hongos y animales anfibios, los primeros, desde donde comenzaron a salir los demás que evolucionaron, y ayudaron a que se estableciera un ecosistemas de bosques y sabanas, aumentando el oxígeno en la atmósfera en un 35%, y el fomento de organismos como libélulas gigantes, de unos 70 cm. La alteración de los ciclos de nutrientes por efecto de la acidificación de los suelos fue un impacto negativo que ocasionó extinciones locales en ambientes acuáticos al cambiar también la química del agua, con nuevas extinciones masivas, en el Pérmico-Triásico hace como 252 millones de años, con eventos catastróficos, impacto de meteoritos y asteroides, volcanes en erupción que hicieron desaparecer hasta un 96% de las especies marinas. Sin embargo, hubo nuevos reinicios, y la evolución siguió abriéndose paso, lo que propició que nuevos grupos surgieran en el Triásico, como fueron los dinosaurios. No obstante, la pérdida irreversible de biodiversidad también continuó, alterando los ciclos biogeoquímicos durante miles de años. Hasta que hubo una de las revoluciones más asombrosas y sorprendentes entre todas, la de los humanos hace unos 2.5 millones de años. Que aprendieron a domesticar fenómenos de la naturaleza, manteniéndolos activos como el fuego 1.5 millones de años atrás, con lo cual pudieron cocinar sus alimentos para obtener mayor energía para el cerebro, como protegerse contra depredadores y fabricar sus armas y demás objetos necesarios. Esto va a ocasionar también un impacto que comenzó a afectar al medio ambiente por la quema de biomasa, con las correspondientes emisiones de CO₂.

Hace como 12 mil años se dio la revolución agrícola, y con ella la estabilidad alimentaria, con lo cual se pudo medrar y tener mayores posibilidades de una existencia para los humanos y las otras especies en la vida. Se establecen los primeros asentamientos permanentes en lugares más aptos para el desarrollo, cercanos a las fuentes de agua y abastecimiento, condiciones apropiadas para el establecimiento de ciudades estado, con escritura, técnicas y tecnologías, que permiten en los intercambios con otros pueblos y demás ciudades, establecer civilizaciones avanzadas. Lo cual generó y ocasionó la deforestación masiva, como en Mesopotamia o la Amazonía, hace varios siglos, lo que hizo que surgieran nuevas enfermedades zoonóticas como la viruela, la gripe y pestes.

De ahí que se da otro salto hacia adelante con la revolución Industrial, con sus avances positivos en medicinas, transporte, comunicaciones, y la posibilidad de reducir la pobreza extrema en algunos países, y dar impulso también al progreso tan anunciado entonces, pero ya vemos cuáles han sido los resultados palpables. A la postre ha habido mucha más emisiones de CO₂, acelerando el incremento del cambio climático producto de la contaminación de ríos, mares y océanos, con mayor toxicidad.

Una nueva revolución se ha instalado desde mediados del siglo XX, la digital y conectividad global, con acceso a la información y a las energías renovables con eficiencia tecnológica, aunque también está lleva su parte negativa y un impacto aún no cuantificado, por causa de los residuos electrónicos que ya han superado los 53.6 millones de toneladas desde 2019, por la extracción insostenible de litio, cobalto y demás tierras raras. Esta es la época del Antropoceno o era geológica que se ha definido por el impacto que ha causado el humano al planeta. Si bien es cierto que se ha esforzado por tratar de conservar la biodiversidad, son muchas las especies que están en peligro de extinción, incluso la especie humana tiene su espada de Damocles cada vez más cerca de su garganta. Muchos han sido los acuerdos internacionales, como el Protocolo de Montreal, el Acuerdo de París y otros, pero es muy poco lo que se viene cumpliendo por parte del 1% de las potencias que más contaminan para mantener su modo de vida superior al resto, con los impactos devastadores que estamos presenciando en vivo y directo. Ha habido desde 1970 la sexta extinción masiva, un 60% de vertebrados desaparecieron desde entonces (WWF). El Calentamiento global es de un 1.1°C desde 1880, la acidificación oceánica y los microplásticos ya se encuentran en la sangre de los humanos.

Un balance general que toma en cuenta las revoluciones e innovaciones tecnológicas y científicas para el beneficio de los humanos y del resto de las especies en el planeta, donde el principal consumo es de oxígeno, y se requiere del ozono, de los anaeróbicos, base necesaria del futuro en el planeta, siempre que se mantengan las condiciones aptas, para la agricultura, la ganadería, la biodiversidad y los suelos cultivables, que hasta ahora son desiguales para la sociedad planetaria, pues civilizaciones ha habido, pero poco se puede sacar de provecho general para la propia especie humana, la más afectada por causas de las industrias y tecnología, que en buena medida parecieran ser cada vez menos compatibles con la salud y el bienestar de las mayorías, por efecto de la contaminación en general, que afecta por el cambio climático y por ende a la biodiversidad. Desde las revoluciones biológicas y tecnológicas, sus aportes y las fuerzas de creación y destrucción simultánea, eventos como la explosión Cámbrica o el Oxígeno que moldearon la vida de forma natural, y las revoluciones humanas, en especial la industrial y digital; alterando la vida en el planeta a una velocidad sin precedentes, con la amenaza de su equilibrio.

Es el desafío actual lograr que lo que se lleve a cabo sea sostenible y se priorice la regeneración ambiental sin que se detenga el progreso humano. Revoluciones como las de los siglos XVIII-XIX y las tecnológica y digitales posteriores al siglo XX, han transformado radicalmente al planeta, y su impacto ha sido devastador para el medioambiente y los humanos, tan profundos han sido que comparativamente podemos decir al analizarlo, que con la Revolución Industrial entre 1760 a 1900, hubo un impacto ambiental por contaminación del carbón, usado como energético, para calefacción, máquinas de vapor, industria metalúrgica, con una combustión masiva con generación de smog tóxico, en Londres, "Great Smog" de 1952, con 12.000 víctimas fatales. La lluvia ácida por emisiones de azufre ha dañado bosques y lagos, las deforestaciones, tala y quema, y la producción de más carbón, que han expandido las ciudades, al costo de la contaminación del agua, el aire, la tierra, con los residuos químicos de las fábricas, ríos que se han vuelto biológicamente muertos. Y el costo humano por las condiciones laborales, desde los infantes hasta la tercera edad, con jornadas desde 16 horas hasta que fueron reguladas luego de mucho tiempo, en fábricas y minas, con los frecuentes accidentes. Además de las enfermedades como la tuberculosis, silicosis, cólera, por el hacinamiento urbano y la falta higiene y de saneamiento, a lo que hay que agregarle las muertes prematuras, que fueron desde 1840 de unos 25 años como esperanza de vida, en ciudades industriales como Manchester. En cifras, las emisiones de CO₂ han aumentado un 30% en el siglo XIX, entre 1760-1900, la extracción de carbón fue de 35 mil millones de toneladas (fuente: Our World in Data).

El impacto ambiental por las nuevas tecnologías en la globalización, siglos XX y el actual, por la contaminación del petróleo y sus derivados, sobre todo del plástico, que desde 1900 se multiplicó en CO₂ atmosférico, de 280 ppm (preindustrial) a 420 ppm en 2023. Los residuos plásticos son de 400 millones de toneladas anuales, con microplásticos en océanos y sangre humana. Además de la tecnología y la minería, en la extracción de litio, cobalto, coltán, y tierras raras para los componentes electrónicos, las deforestaciones y contaminación del agua, el aire, la tierra, con desechos electrónicos, 53.6 millones de toneladas en 2019 (ONU), con metales tóxicos como mercurio y plomo. El costo humano por contaminación del aire ha sido de 7 millones de muertes anuales (OMS, 2023), principalmente por combustibles fósiles. Están también los conflictos por la explotación de la minería de coltán y la vinculación del trabajo infantil, y el ensamblaje en fábricas sin condiciones adecuadas como por ejemplo Foxconn en China. Recuérdese el desastre industrial de Chernóbil (1986), Bhopal (1984) o el derrame del Golfo de México (2010), y los reactores nucleares en Japón y otros países con millones de afectados. En cifras un 80% de la energía global todavía depende de los combustibles fósiles (2023). Lo que incide en la temperatura global con aumento de 1.1°C desde 1880 (IPCC, 2023). Lo más dramático es que no hay conciencia ambiental o en todo caso es parcial, y los principales países más contaminantes son China, EEUU, CE, Suramérica, y el resto del planeta con sus cuotas respectivas, que afectan en el cambio climático.

Luego de la Revolución Industrial, que sentó las bases de la crisis climática actual, que ha impactado de manera focalizada, brutal y devastadora para la salud y los ecosistemas. Hay que agregarle con la tecnología moderna, un cambio a escala global y daño a nivel sistémico, plásticos en la Antártida, CO₂ en la atmósfera, donde se habla de eficiencia y energías renovables, lo cual no ha hecho que disminuya el costo en vidas humanas, que ha seguido siendo catastrófico, y de alguna manera hay que vincular a todo esto, el hecho de la contaminación y el daño producido por las guerras y uso de armas y químicos de manera brutal. Por tanto, podemos decir que, si en el siglo XIX se moría la gente por condiciones laborales extremas y de vida precaria, hoy se muere por enfermedades vinculadas a la polución y desigualdades en la cadena de producción tecnológica. Ambas revoluciones son eslabones de un mismo sistema insostenible, pero la escala actual exige soluciones urgentes y coordinadas. Hasta ahora la existencia en el planeta viene dependiendo de las revoluciones con sus tremendos y destructivos impactos en el ambiente, a la par del progreso tecnológico, del cual dependen la demanda y sostén hoy de la inteligencia artificial (IA) siendo significativo el vínculo de producción, funcionamiento y obsolescencia, siendo el consumo energético y la contaminación, para generar desde los centros de datos y servidores que ejecutan IA, un consumo enorme en cantidades de electricidad y energía en general; como dato, entrenar un modelo como GPT-3, emite un aproximado de 552 toneladas de CO₂, lo que equivale a 120 vehículos circulando en un año. La electricidad proviene de fuentes no renovables, carbón, gas, con un impacto climático cada vez mayor. Los centros de datos globales consumieron alrededor del 1-1.5% de la electricidad mundial en 2022. Se requieren sistemas de enfriamiento, refrigeración con aire acondicionado líquido, que consume hasta 40% de la energía total de un centro de datos. Además de los costos en inversión inicial y el mantenimiento. Construir la infraestructura para IA (GPUs, TPUs, servidores) requiere de miles de millones de dólares; un solo servidor avanzado puede llegar a costar entre 10.000 y 50.000 dólares. Los gastos operativos incluyen energía, refrigeración y actualizaciones, un centro de datos grande puede gastar $10 millones anuales solo en electricidad. La refrigeración por agua es la más común, como la que puede utilizarse en los reactores nucleares. Google, consumió 15.8 mil millones de litros de agua en el año 2021 para sus centros de datos, equivalente al consumo anual de 30.000 personas.

En cuanto a la obsolescencia y los residuos electrónicos, sus ciclos son cortos y requieren actualizaciones periódicas, así la tecnología se vuelve obsoleta en cada vez menos tiempo, hasta los momentos es de 3 a 5 años, y se generan montañas de e-waste, es decir, 53.6 millones de toneladas, solo en 2019 (ONU). Los componentes como baterías, circuitos y metales pesados, plomo y mercurio, son altos contaminantes del suelo y el agua, reciclarlos apropiadamente no es tarea fácil y los costos son muy elevados, por lo que contaminan siempre. Extraer los elementos necesarios para tales materiales en la fabricación de hardware, requiere litio, cobalto y tierras raras, minería que causa deforestaciones y conflictos socioambientales, con el impacto directo en los recursos naturales. Para producir un solo chip de silicio se requiere de 3.787 litros de agua, y se emite CO₂, además del uso de metales como oro y plata. Los centros de datos ocupan grandes áreas de espacio físico, lo que altera los ecosistemas, en China, Hohhot ocupa un área de 10.7 km². Desde la minería hasta la refrigeración, la industria tecnológica usa alrededor del 20% del agua industrial global. Ante tantos datos nefastos para el equilibrio de la vida y el planeta, cuáles son las soluciones alternativas. Empresas como Google y Microsoft prometen operar con energía 100% renovable en 2030, usando sistemas pasivos y refrigeración sostenible, usar los centros de datos en climas fríos como los de Islandia, o reciclar el agua, como también reciclar los componentes, alargando la vida útil del hardware. Claro está que hasta que no se vea es difícil creerlo, puesto que hasta ahora se vienen irrespetando todos los acuerdos, incluso retirándose después de haber firmado las cartas de intención.

Otras alternativas son las que buscan reducir el tamaño de los modelos de IA, como TinyML, con algoritmos más eficientes, disminuyendo el consumo energético. Como la IA no es invisible, deja su huella en el ambiente, y agrega un problema real, creciente y que va a permanecer por mucho tiempo. Entonces es urgente que existan mayores regulaciones y prácticas sostenibles, pues estas se aúnan a la escalada en la crisis climática, y la agravan. Las innovaciones energéticas eficientes son una propuesta, pero las políticas deben ser estrictas y demandar que haya conciencia corporativa, de modo que sea posible mitigar los devastadores impactos que se han estimado antes del 2050. El tiempo corre y el reloj no se puede detener, es hora de actuar.



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Franco Orlando


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