El desprendimiento del Iceberg A-84 deja al descubierto un Ecosistema jamás visto por El Hombre

Un ecosistema repleto de esponjas, corales y extrañas criaturas permaneció oculto bajo una capa de hielo de 150 metros. Ahora, los científicos lograron explorarlo por primera vez.

A principios de 2025, el iceberg A-84, de más de 540 km cuadrados, se desprendió de la plataforma de hielo Jorge VI en la Antártida.

La comunidad científica siguió su trayectoria con los satélites de la NASA a medida que se desplazaba por el océano Austral.

Pero un equipo de investigación decidió ir a explorar lo que quedó "al descubierto" luego de que el inmenso bloque abandonara la barrera de hielo.

Lo que encontraron es fascinante y nunca antes visto por el hombre. Un ecosistema diverso, con grandes corales, esponjas y una fauna que incluye dracos, pulpos y arañas marinas gigantes, que han prosperado durante décadas e incluso siglos bajo la capa de hielo de 150 metros de espesor. Una Imagen satelital de reflectancia corregida MODIS muestra el iceberg desprendido de la plataforma de hielo Jorge VI el 19 de enero de 2025.

La expedición, liderada por el Instituto Oceanográfico Schmidt a bordo del buque de investigación Falkor, tenía otros objetivos iniciales, pero modificó su plan al notar que el desprendimiento del iceberg A-84 había dejado expuesta una vasta extensión de fondo marino en el mar de Bellingshausen.

Con la ayuda del vehículo operado remotamente (ROV) SuBastian, el equipo exploró el área durante ocho días, y llegó a profundidades de hasta 1300 metros.

"Aprovechamos la oportunidad, modificamos nuestro plan de expedición y nos lanzamos para observar lo que sucedía en las profundidades", explicó la Dra. Patricia Esquete

El hallazgo plantea interrogantes sobre cómo estos organismos han logrado subsistir en un entorno cubierto por una gruesa capa de hielo durante cientos de años.

En general, los ecosistemas de aguas profundas dependen de los nutrientes que caen desde la superficie, pero en este caso, el área estuvo completamente aislada de esta fuente de alimento.

Una posible explicación es que las corrientes oceánicas transportan los nutrientes necesarios para mantener esta biodiversidad, aunque este mecanismo aún debe investigarse más a fondo.

Un pulpo descansa en el fondo marino a 1.150 metros de profundidad, en el mar de Bellingshausen frente a la Antártida, en una zona donde la plataforma y el talud están cortados por varios barrancos submarinos.

El tamaño de algunas esponjas encontradas sugiere que este ecosistema ha existido por un tiempo considerable.

"No esperábamos encontrar un ecosistema tan hermoso y próspero.

A juzgar por el tamaño de los animales, las comunidades que observamos llevan décadas allí, quizás incluso cientos de años",

El desprendimiento del iceberg A-84 es parte de un fenómeno mayor: la disminución de la capa de hielo de la Antártida, un proceso acelerado por el cambio climático.

Sasha Montelli, codirectora de la expedición y científica destacó la importancia de este estudio para comprender mejor estos cambios:

"Nuestro trabajo es crucial para proporcionar un contexto a largo plazo de estos cambios recientes, mejorando nuestra capacidad para realizar proyecciones de cambios futuros, proyecciones que pueden fundamentar políticas viables"

.Una gran esponja, un grupo de anémonas y otras formas de vida se observan a casi 230 metros de profundidad en una zona del lecho marino que recientemente estuvo cubierta por la plataforma de hielo Jorge VI, un glaciar flotante en la Antártida.

Las esponjas pueden crecer muy lentamente, a veces menos de dos centímetros al año.

Por lo tanto, el tamaño de este espécimen sugiere que esta comunidad ha estado activa durante décadas, quizás incluso cientos de años. Schmidt Ocean Institute.

Además del estudio biológico, los científicos recopilaron datos geológicos y oceanográficos para analizar el impacto del agua de deshielo en el ecosistema marino.

Utilizando vehículos submarinos autónomos, identificaron un fuerte flujo de agua de deshielo desde la plataforma de hielo George VI, lo que podría estar contribuyendo a la alta productividad biológica en la región.

El hallazgo de este ecosistema bajo el hielo vuelve a demostrar que aún queda muchísimo por conocer sobre las profundidades marinas y sobre la capacidad de la vida para adaptarse a condiciones extremas.

A medida que el cambio climático sigue transformando el planeta, los científicos deberán seguir explorando estos entornos para comprender cómo se están viendo afectados y qué impacto pueden tener en el equilibrio global de los océanos.

Para los investigadores, este es solo el comienzo. Aún queda analizar en detalle las muestras recogidas y determinar si han descubierto nuevas especies. Mientras tanto, este inesperado encuentro con la vida en las profundidades antárticas ya ha dejado su huella en la historia de la exploración científica

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Antonio Daza


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