Empoderamiento o envilecimiento

El llamado del presidente Hugo Rafael Chávez Frías para que la clase obrera cumpla su papel histórico a través del empoderamiento, mediante la toma del control de los centros de producción, es un temas para desarrollar una rica e importante discusión que será fuera del ámbito electoral. Porque es urgente y necesario distinguir entre empoderamiento con conciencia proletaria y el envilecimiento del obrero a través del ejercicio de una posición que alcanzó sin tener claro el objetivo, ni la conciencia como núcleo fundamental de la revolución, escenario donde se escenifica la batalla principal, donde se decide el destino del esfuerzo revolucionario, tal y como lo conceptual izara el Che Guevara.

El empoderamiento obrero, no puede ser para que el camarada sustituya al “gerente”, para hacer uso y abuso de la autoridad que le da el haber desplazado al “Jefe” y a través de esa dinámica drenar las miserias humanas, persiguiendo a quienes no le adulen, caer en  peculado de uso con los bienes de la empresa, aumentar sus beneficios personales a través de las prácticas economicistas, erigirse en una suerte de ser supremo y manejar el centro de producción o empresa a su real saber y entender pisoteando los derechos de sus propios compañeros, dando la razón al sabio y viejo adagio que reza:“No hay peor astilla que la del mismo palo”, señal inequívoca, que se trata de una práctica contrarrevolucionaria.

Un obrero empoderado no puede marcar distancia de sus camaradas mediante la ostentación de poder a través del atropello a quien no es de su agrado o con el empleo de chófer, custodia y otras exquisiteces  que cuando estaba en la base criticaba a la gerencia burguesa.

La permanencia del obrero en un cargo gerencial o conducción de empresas no debe exceder más allá de los seis meses y debe ser ejercido sin lucro adicional al salario que devenga, pues esas funciones pudieran formar parte del trabajo voluntario y del ciclo de capacitación para el ejercicio del poder, al cual deben tener acceso todos los trabajadores.

Una vez concluida su gestión deberá volver a su puesto original, para que de esta  manera no olvide su origen y no se deje arropar por las mieles de la gerencia ejecutiva.

Además hay que revisar e investigar a fondo algunos liderazgos que no han sido labrados con las transparentes armas de la lucha sindical, sino mediante prácticas que no tienen cabida dentro de los postulados de la clase obrera, segmento humano que está llamado a trascender sus propios límites para hacerse sociedad y bastión ideológico para el fortalecimiento de la búsqueda de la mujer y del hombre nuevo que reclama la patria nueva que estamos construyendo.

Hay muchos Carlos Ortega, disfrazados de “Rojo rojito”, esperando la oportunidad para mostrar sus garras de serviles del imperio y de la burguesía criolla, porque han surgido al amparo del terrorismo de grupos, de sabotajes en contra de los intereses de la nación y del  Estado Venezolano y otras prácticas que deben ser erradicadas mediante nuevas formas de organización de los trabajadores para solidificar el compromiso y deber histórico de la clase obrera como es ser la de vanguardia conductora de la revolución.

Así de simple a los trabajadores nos corresponde esa tarea histórica, pero para ello, antes, debemos deslindar entre empoderamiento y envilecimiento. 

(*) Periodista

   cadiz2021@yahoo.es  cd2620@gmail,con 


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Càstor Dìaz (*)

Periodista CNP 2414

 cd2620@gmail.com

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