Toda revolución “… si es verdadera…”,(*) necesita sus propias ideas y esas ideas no pueden salir solo de la dirección revolucionaria y de los inagotables “Poderes Creadores del Pueblo”, sino también, de una academia que este soportada en las ”… armas melladas del Capitalismo…” (*) sino en las herramientas que el materialismo científico le ha aportado a la Humanidad para que le sirva de instrumento de conocimiento, interpretación transformación de la realidad del Estado y la sociedad de los propietarios, para fundar la sociedad de la Libertad y la Justicia: El Socialismo.
De allí, que la propuesta del comandante Chávez de crear una Escuela Superior de Política, que sirva a la formación científica de las mujeres y los hombres que asumen la vanguardia revolucionaria de la sociedad en su tránsito irreversible al Socialismo, no solo es un acierto, sino un imperativo inaplazable, cuya materialización adquiere, en la voz del líder de la revolución, carácter de tarea inmediata, dirigida a favorecer la producción de las bases teóricas de la revolución y de asumir las tareas fundamentales de la dirección del Estado y de la sociedad en transición.
Pero tan importante como esta tarea política, es atender la formación de una generación de cuadros revolucionarios que, desprendidos de la influencia de la ideología burguesa y su sistema Capitalista de explotación, pueda favorecer el desarrollo de nuestras capacidades y potencialidades económicas con el fin de permitir la construcción y gerencia, de una economía eficiente, diversificada, desarrollada integralmente y con visión sustentable y sostenible, abierta a la economía internacional y especialmente a los países de Nuestra América y el planeta, con los que tenemos gran niveles de coincidencias en materia económica.
Vender petróleo venezolano y sus derivados en el planeta pareciera hoy una de las actividades más “fáciles” de la economía mundial; ello a causa del nivel de nuestro nivel de reservas probadas y certificadas, nuestro nivel de producción, el creciente consumo y el progresión de la demanda. Sin embargo, dirigir una industria globalizada, con enormes retos tecnológicos, inmensas necesidades financieras, grandes inestabilidades por factores externos y creciente controles ambientales, requiere que la revolución disponga de un grupo importante de cuadros formados en la Economía Política y en las demás disciplinas de las ciencias económicas que, educados y reeducados para la práctica de una ética revolucionaria, una firme convicción ideológica y una avanzada formación científica sobre el papel de la economía en la transformación de la Sociedad y el Estado, pueda seguir cumpliendo, eficientemente, el papel superior que en la presente etapa de la re la revolución deben cumplir.
Al igual que la formación científica de los cuadros políticos de la sociedad y el Estado, es necesario emprender la estratégica tarea de ir superando la concepción burguesa de la economía y el comercio por una economía en transición al Socialismo, formando cuadros especialistas en materia de suministro, producción, distribución y consumo para nuestra agricultura, industria y comercio, que no solo puedan lidiar con los problemas estructurales de nuestro aparato productivo y comercial, sino que lo hagan desde una concepción de la satisfacción de las necesidades del pueblo, del desarrollo sostenibles y sustentable del país y de articulación con la economía mundial con base a los principios de solidaridad, cooperación, complementación y “Comercio Justo”.
Para que los trabajadores intelectuales y manuales de las grandes y pequeñas empresas legadas del decadente Capitalismo de Estado, aquellas absorbidas por la quiebra delincuencial de sus propietarios burgueses, las que sean expropiadas por acto revolucionario del gobierno bolivariano, las que sean necesario crear para el desarrollo integral de la economía y, las que crean y dirijan los propios trabajadores mediante formas socio-productivas, requieren de una nueva formación académica que se distancie de las corrientes escolásticas del academicismo burgués presentes en las viejas y nuevas Universidades del país, nutriéndose del mundo del trabajo, de la experiencia real concreta de la producción económica y sostenida en la concepción robinsoneana del conocimiento.
Para ello, no solo es posible contar con muchos académicos revolucionarios, activos y jubilados de nuestro país, sino que podemos y debemos incorporar a todos aquellos académicos revolucionarios del planeta, solidarios con nuestra revolución, que estén dispuesto por propia iniciativa o por convenio con instituciones académicas o gobiernos, a contribuir en la formación de una nueva generación de mujeres y hombres de negocios al servicio de la revolución bolivariana y socialista en Nuestra América.
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