Existe un viejo dicho que es muy usado en el ámbito de la planificación, según el cual, un “problema bien planteado está medio resuelto”. El viejo dicho agrega además que ese decir “es muy obvio”, porque lo esencial en esto se resume en “cómo plantear bien el problema”. Pensé en este planteamiento al leer notas y comentarios sobre la propuesta de radicalización socialista en el PSUV, no porque la propuesta carezca de sentido y no sea un aspecto relevante de la situación actual, sino porque tengo la impresión que la radicalización socialista es una equivocada manera de plantear un problema, que produjo (como consecuencia) la derrota o victoria del 26-S.
Sin querer complicar el sentido del término, la radicalización no es una especie de aditivo que incorporamos a nuestra conciencia o forma de pensar. La radicalización es una manera de observar y asumir una situación y los que consideramos como buena la propuesta de “radicalización socialista”, no estamos ahora incorporando este aditivo a nuestra conciencia, ni decidimos a partir del 26-S volvernos radicales. Ser radicar o actuar en función de los elementos esenciales (raíces) de un proyecto, es una manera de ser y hacer que se va construyendo a medida que vamos comprendiendo los aspectos esenciales de ese proyecto y de sus requerimientos. Pensar que la radicalización es la solución, significa asumir, que por no ser radicales se tuvo un revés el 26-S y que la derrota se nos carga completamente a los que estamos en la periferia del PSUV, que además no fuimos o no hemos sido radicales. Hay un hecho evidente; el PSUV viene perdiendo la calle, pero no sabemos si esa situación se explica por una falta de radicalización de una parte de la militancia y que al volvernos radicales, la militancia extraviada que dejo de votar, regrese y decida participar.
Volvernos radicales o actuar en función de la raíz o raíces de un proyecto, es un elemento importante y necesario en la construcción de una nueva sociedad. Ser radical le da consistencia y sentido a un partido revolucionario. Volvernos radicales es plantearnos un encuentro o reencuentro con las argumentos que nos ofrecen identidad política, pero si un grupo estuvo descarriado o desorientado y decide reencontrarse con principios y argumentos, ese acontecimiento no garantiza una solución porque esta radicalización así entendida, no cambia en forma automática las relaciones de fuerza que existe en el PSUV. No podemos asumir la situación del PSUV desde una perspectiva distinta a cómo observamos y comprendemos la dinámica de la sociedad. La lucha por una sociedad mejor es un trabajo que exige tener y acumular poder para hacer viable las transformaciones y la lucha por tener un partido revolucionario, es una lucha que pasa porque los “radicales” tengan presencia y PODER en el PSUV para transformarlo en un instrumento con capacidad de direccionar la transformación de la sociedad de acuerdo con el modelo societario previsto en el programa del partido. Pueden existir muchos radicales por ahí, pero si los otros que también pueden radicalizarse desde su perspectiva y proyecto, continúan dominado todas y cada una las instancias de participación/decisión en el PSUV; la radicalización socialista no ayudara mucho.
¿Chávez será un Radical? Aceptemos que lo es y reconozcamos además, que tiene un liderazgo fuerte, pero a pesar de estas dos condiciones la situación de desempeño gubernamental no va muy bien. En uno de los últimos “Aló Presidente”, Chávez les imploró al Vicepresidente y a los ministros vinculados con el problema de la vivienda, que se ocuparan de los proyectos habitacionales. No es la primera vez que Chávez implora ni será la última porque hay fallas y razones reales para que los electores duden y no asuman el compromiso de participar. Pensar entonces que lo del 26-S es producto de una falta de radicalización no es una acertada identificación del problema. Negar que la falta de energía u otra situación vinculada con el desempeño del gobierno, haya tenido su impacto en los resultados del 26-S, tampoco parece ser una idea ajustada a partir de la cual, puede reunirse una explicación a este acontecimiento.
Pero si la falta de radicalización es una variable explicativa de lo sucedido el 26-S, ella por si sola no resuelve nada. Más que una radicalización, lo verdaderamente importante es plantearse un esfuerzo por organizar las voluntades dispersas pero conscientes del sentido de la revolución. La organización puede agregarle valor al proceso de radicalización que viene proponiéndose y puede ser al mismo tiempo, un elemento para contrarrestar otra forma de radicalización, que en términos concretos logra expresarse en la excesiva burocratización, la corrupción y falta de criterios para emprender gestiones más efectivas. La derecha pseuvista con las costumbres y los vicios de la derecha tradicional venezolana ha radicalizado su proyecto, pero la diferencia, respecto a esta propuesta de radicalización socialista, es que este grupo (también radical) que piensa y actúa de acuerdo a las costumbres y vicios de la derecha tradicional venezolana tiene lo necesario: Poder, el Partido y cuentan con Chávez, auque Chávez no parece constar con ellos.
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