Cuando andamos en la calle en ese diario trajinar interactuando con la gente, conversando, pulsando opiniones, discutiendo sobre el proceso de cambios que estamos impulsando con el liderazgo del Comandante Hugo Rafael Chávez Frías y la participación protagónica del pueblo, nos convertimos en receptores de las críticas y los reclamos del colectivo y a riesgo de que los “revolucionarios de nuevo cuño” nos tilden de contrarrevolucionarios, tenemos por imperativo de principios que ejercer el derecho y deber del combatiente permanente de aplicar el látigo de la denuncia y la autocrítica para reclamar de quienes tienen la conducción del proceso desde las instancias del poder los golpes de timón que reclaman las bases, cuyas voces son sofocadas por quienes desde puestos de dirección partidistas, pugnan por cambiarlo todo para que nadie cambie.
Dolorosamente tenemos que admitirlo; esta revolución tiene muchas grietas. Son rendijas por donde se filtran los enemigos del proceso, lobos vestidos de caperucita para a través del recitar de consignas que suenan muy revolucionarias ir poniendo piedras en el camino para poco a poco debilitar las barreras que le impiden treparse en las instancias de poder. Comienzan por ganarse la confianza de la gente honesta, incauta y a través de la manipulación, la maledicencia y la siembra de odios, en nombre la revolución y del Comandante, cometer toda clase de tropelías en contra de quienes de corazón defendemos este sueño que estamos haciendo realidad y del que no nos apartará nadie aunque en ello nos vaya la vida.
Necesario es abrir una discusión nacional, no dentro del PSUV, porque estaríamos en la misma tónica que la campaña para el 26 S, que dejó los resultados ya conocidos. Tiene que ser una discusión abierta, sin tabúes, sin vacas sagradas, donde oigamos al pueblo militante de sus propias angustias y silenciado por quienes pretenden imponer líneas estalinistas de “Unidad monolítica” para cerrar los espacios de discusión ideológica que permitan la corrección de entuertos, y la claridad del camino que en adelante vamos a trochar.
Quienes tuvimos la fortuna de participar en la siembra de las simientes de la revolución en la segunda mitad del Siglo XX, vivimos esa experiencia. Cuando queríamos discutir a cerca del giro hacia la burocratización que había dado la URSS, (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas), sobre todo después del golpe de estado contra Nikita Kruschev, se nos mataba con aquellos de que: Si eres revolucionario, comunista, eres moscovita, o se es moscovita o se es traidor. Ya vimos en lo que paró ese ensayo que tanta sangre y sacrificios costó al noble y aguerrido pueblo soviético, que desde Octubre de 1917, hasta el 43 tuvo que luchar contra el fascismo de Adolf Hittler , contra los imperios: Japonés, Inglés, Francés y Norteamericano, que en alianza con el Furer y la complicidad de Mencheviques, Guardias Blancos, Comunistas de Izquierda y otros factores internos vendepatria, pretendían exterminar al gobierno de los Sovietis y repartirse entre ellos el territorio de la naciente URSS.
Hay muchas situaciones que requieren una urgente, profunda y abierta discusión, sin tabúes ni vacas sagradas, tales como: la crisis moral, ética, ideológica y de principios clasista en la organización sindical venezolana y su incidencia en el empoderamiento obrero, la rotación de ministros que tanto desconcierto crea en el colectivo, el burocratismo de la IV que está vivito en la V, los “crímenes de lessa gerencia” en instituciones del gobierno central, de gobernaciones y alcaldías, las fallas evidentes en la política comunicacional, donde la derecha, nos está dando hasta en la cédula, el uso del odioso “maletín” de la IV, para pervertir cuadros vulnerables, la satanización y persecución contra revolucionarios que combaten los vicios de funcionarios oficiales, satanizándolos como contra revolucionarios y otras perlas, que alimentan las grietas de la revolución y que ameritan una corrección de rumbo. En sucesivas entregas continuaremos profundizando estos temas.
Periodista*
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