Los cambios “estructurales y de conceptos” en el modelo económico cubano se irán introduciendo gradualmente entre 2011 y 2015, entre el VI y VII congresos del Partido Comunista de Cuba (PCC). El presidente Raúl Castro se refirió por primera vez a la importancia de instrumentar estos cambios en su discurso del 26 de julio de 2009 pero a la vez alertó sobre la necesidad de no incurrir en la improvisación, razón por la que el Proyecto de Lineamientos Económicos y Sociales del VI Congreso se han diseñado a partir de un prolongado periodo de estudios por la Comisión Económica, encargada de preparar la agenda de la reunión. Cuando se ha considerado pertinente, se han realizado y monitoreado experiencias piloto cuyos resultados han nutrido posteriormente los Lineamientos o el paquete de instrumentos legales que ha sido y será menester legislar antes y después del VI Congreso para poner en práctica las trasformaciones.
Paralela e interactivamente con el trabajo de la comisión ha estado en marcha un debate nacional con dos procesos asamblearios, uno inmediatamente posterior al mencionado discurso y otro iniciado el 1 de diciembre de 2010, que sigue en curso hasta febrero. En el primer caso para tomar los criterios de la población sobre lo que obstaculiza y daña la economía nacional por vicios o conceptos erróneos, prohibiciones y regulaciones que engordan la burocracia y propician la corrupción, sean propios, importados de las fórmulas fracasadas o resultado de una mezcla entre ambos. En el segundo, para debatir los Lineamientos, por lo que puede afirmarse que este paso es el inicio del VI Congreso del PCC
Al referirse a que la construcción socialista en el orden económico es un trayecto “hacia lo ignoto -lo desconocido”, Raúl subrayó que por esa razón “cada paso debe meditarse profundamente y ser planificado antes del próximo, donde los errores se corrijan oportuna y rápidamente para no dejarle la solución al tiempo… que al final nos pasará la factura aún más costosa”. Y es que la actualización del modelo tiene implicaciones que exigirán de un grado de atención máxima por parte de los dirigentes del partido y el gobierno en todas las instancias. No puede subestimarse la tensión social que ya está creando –y agudizará- el dejar fuera de las nóminas del Estado alrededor de un millón y medio de personas durante el transcurso del quinquenio, entre ellos muchos profesionales universitarios, que ahora tendrán que buscar el sustento como trabajadores por cuenta propia, microempresarios o empleados de estos últimos.
Aunque en no pocos casos de personas con habilidades para estas actividades y urgidas de elevar sus ingresos las nuevas medidas son recibidas con beneplácito, existe una franja de cubanos que siempre han sido trabajadores del Estado o, en todo caso, han disfrutado de los subsidios y gratuidades por muchos años y ahora manifiestan desesperanza e incertidumbre. Tal vez luego los hechos les demuestren a muchos que el nuevo rumbo no lesiona, o hasta beneficia, sus intereses personales, pero no se puede asegurar que sea así en todos los casos. La dirección revolucionaria ha insistido en que nadie quedará desamparado y que la seguridad social protegerá a todos aquellos que no puedan valerse por sí mismos, que en el futuro se subsidiará a personas vulnerables y no a todos puesto que el presupuesto no lo resiste, además de que se suprimirá gradualmente la libreta de racionamiento. De esta, vale enfatizar que si en su momento fue la decisión más revolucionaria contra la especulación y para la distribución justa, desde hace años se erigió en una traba para la retribución socialista por que beneficia por igual al trabajador de vanguardia y al que no aporta a la sociedad, y ha devenido un mecanismo de alimentación del mercado sumergido. No me cabe la menor duda de la voluntad política del gobierno cubano en lograr que estos cambios resulten lo menos traumáticos que sea posible, pero al mismo tiempo, como ha dicho Raúl, habrá decisiones “que no son populares” pero que será necesario tomar para poder mantener y mejorar incluso los servicios gratuitos de educación, salud y seguridad social.
Lo sustantivo es que la actualización del modelo económico ha devenido cuestión de vida o muerte, no ya para el modelo sino para la elevación de la calidad de vida de la sociedad en su conjunto y para la subsistencia misma de la Revolución. Raúl puntualizó que “o rectificamos o ya se acabó el tiempo de seguir bordeando el precipicio”.
josepablo@enet.cu