Es desde ello que adquieren sentido los propósitos promovidos por el Estado para aplicar las 3R al cuadrado, la crítica como sustrato para avanzar en la consolidación de la democracia revolucionaria y el llamado al debate propositivo con los adversarios políticos, sumado a la atención continúa por profundizar en la tareas fundamentales estructurales de la gestión pública como la atención a la infraestructura, salud, educación, seguridad, alimentación, cultura, comunicación, energía, entre otros, aunado a dar respuesta a las coyunturas que se presenten como la atención a nuestros hermanos afectados por las lluvias.
Para continuar avanzando con paso firme hacía el objetivo–país, deben profundizarse acciones estratégicas como la optimización de la gestión en todos los niveles del gobierno (superando las estériles rencillas internas y externas) y la elevación del nivel del debate en la Asamblea Nacional, el cual debe superar el momento de catarsis y aportar legislativamente al desarrollo nacional. Claro está, frente a los antecedentes desestabilizadores de sectores opositores que hoy ocupan una curul en la AN, es fundamental la activación efectiva, no retórica, de la doctrina del Pueblo Legislador, tanto en las iniciativas legislativas como en la contraloría social, hoy más necesaria que nunca.
Igualmente y con la mirada en el reto de las elecciones ejecutivas de 2012, deben examinarse de cerca las 5 Líneas Estratégicas de Acción Política recientemente dadas a conocer por el PSUV. Cada una debe mantener una relación orgánica con las bases sociales y evitar convertirse en consignas vaciadas de contenido; deben ser ideas y conciencia, pero también carne y verbo, orientada a construir decisiones colectivas y vinculantes. La praxis política ejemplarizante por parte de representantes y Pueblo no es una recomendación, es una obligación para allanar un camino que permita con ánimo avasallante y compromiso blindado, ratificar la Revolución Bolivariana en 2012.
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