¿Partido para la Propaganda?

Suele oírsele y leérsele a muchos analistas que están colocados de este lado, decir con mucha frecuencia, que las estrategias propagandistas y manipuladoras de la oposición son de gente bruta e imbécil y que el pueblo tiene ya suficientemente capacidad para romper la lógica y no caer en las trampas. En estos días he tenido la oportunidad de sintonizar el canal 8 y ver en videos una parte importante de toda la campaña emprendida por los dueños de los medios y de la llamada coordinadora democrática y la conclusión debe ser otra. La guerra de IV generación dirigida a ocupar la mente de los venezolanos y venezolanas creando miedo, angustia y confusión requiere de atención por parte del PSUV y lo obliga a tener una responsabilidad mas formativa que propagandista.

El espacio que ha venido perdiendo la revolución, pero que no ha recuperado la oposición, se explica de alguna manera por esta campaña insistente que ha montado desde 1998. No es la única razón que explica la perdida de espacio pero tiene su importancia, muy a pesar del cambio que este proceso ha concretado al darles a muchos venezolanos y venezolanas su condición de ciudadanos y ciudadanas involucrados directamente con el ejercicio de la actividad política. Esta condición no es un título ni una propiedad que se usa, goza con independencia de la lucha social o lucha de clase. Es una condición o un estado de consciencia que el sujeto adquiere, pero esta adquisición ocurre y transcurre en un contexto y dentro de unas relaciones de poder, que facilita que esos niveles de consciencia se fortalezcan o sean recuperados (por miedo, temor y manipulación) a través de las campañas que los medios de comunicación (léase incomunicación) despliegan diariamente.

La solución que se ofreció y aún esta vivita para atender este problema se concretó en lo que se ha denominado formación ideológica, que ha sido una suerte de lección mecánica para que la militancia “piensen” muy mecánicamente, pero que no los coloca en un nivel en el cual tenga la posibilidad de describir y desmontar las manipulaciones y mentiras que organiza la oposición. Se percibe a veces que el militante tiene una respuesta condicionada, no construida a partir de los datos que las realidades y la historia reciente les ofrece.

Este “formación ideológica” o esta ideologización no requieren de mucho esfuerzo. Implica meter o depositar “verdades” en las mentes de la militancia para utilizarla en un probable debate con un opositor. Esa una vía fácil, pero no resistente ni sirve de escudo fuerte para combatir las manipulaciones de afuera y de adentro que también las hay y funcionan. Un partido, que entienda que la lucha social y de clase, cubre también las mentes de las personas, que es lo que actualmente está sucediendo, debe responder con una opción formativa que vaya más allá de la ideologización y la propaganda.

Una vía de mayor alcance, pienso que no se orienta con aprenderse unos contenidos. Los contenidos (documentos y libros sobre el socialismo y marxismo) deberían ser un medio y no un fin en un proyecto de formación política. Creo en cambio, que un proyecto de esta magnitud reclama de un esfuerzo inmenso que apunte en una dirección de mayor alcance. Más importante que repetir la “verdades” contenida en un documento o que nos sugieran en un programa de TV, es tener los conceptos y métodos para estar en condiciones de producir conocimiento. Esta posibilidad no es una facultad cuya esté únicamente en manos de los filósofos, epistemólogo y académicos.

Este Sujeto político que la revolución ha parido puede conservar mejor esa condición de sujeto, si logra desarrollar y tener el recurso que le permita entender cómo se piensa y cómo se genera el conocimiento. Esto es fundamental para elevar los niveles de conciencia que es uno de los objetivos de la revolución y un elemento que les ofrece fortaleza a los militantes para digerir y ser más efectivo en su trabajo político en las comunidades.

Si esta idea es razonable, la organización debe ser una escuela para este propósito. Esto parece razonable, sólo hasta que uno lea la tercera línea estratégica contenida en el documento sobre las líneas de acción del PSUV. Ahí, creo que copiamos y reproducimos fiel y nítidamente la condición y función de los partidos que dirigieron experiencias socialistas en el siglo XX. La tercera línea nos comunica que es necesario “convertir el partido en un poderoso medio de propaganda, agitación y comunicación”.

¿Agitar con qué? ¿Comunicar qué?

No intento desconocer la función e importancia de la propaganda en la lucha, pero estoy convencido que el partido debe ser un instrumento para avanzar en el proceso de creación de una nueva consciencia y una nueva ética. La Propaganda es una necesidad en la política, pero no un elemento que le asegure solidez y fortaleza al proceso de cambio. En verdad el documento sobre las líneas estratégicas tiene sus ligeras contradicciones.

evaristomarcano@cantv.net


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Evaristo Marcano Marin


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