“El que está picado de culebra, bejuco le para el pelo”, reza un adagio popular que recoge con exactitud una maravillosa verdad que, además de rubricar la firmeza del hecho, pudiera fácilmente trasladarse a varios escenarios. Sin embargo, en esta oportunidad el análisis sólo estará limitado al contexto actual de la nueva Asamblea Nacional y a las probables desviaciones de algunos parlamentarios.
Los antecedentes demuestran que es perfectamente viable un cambio de parecer político a mitad de período o, peor aún, al principio de él. Por esta circunstancia es importante entender que no por el hecho de que una persona haya sido elegida en un proceso primario del PSUV ya está en capacidad de encasillarse, cual Bonaparte, el título de “revolucionario”; se sabe que todavía hay dirigentes “talanqueables” dentro de las filas pesuvistas. ¿Quién está en capacidad de negarlo?
Y es que dentro de un partido con pocos años de vida –y con retos políticos extraordinarios– las fallas generadas por sí mismo, o buscadas por algunos intereses de clase, hacen que no resulte difícil conseguir fenómenos ideológicos diversos, mas si se tiene en cuenta la gran masa que aglutina: poco más de siete millones de militantes.
Dentro de esta novel organización partidista conviven, entre sí, las corrientes anarquistas, socialdemócratas, socialistas y comunistas. A pesar de las notables diferencias de fondo que pueden existir entre cada una de las mencionadas tendencias, todas se unifican en un solo propósito: mantener el liderazgo de Chávez.
Pero de las referidas diversidades internas a las que hacíamos mención, nacen individuos capaces de temblar con tan sólo ver un maletín con 100 mil dólares en su interior. ¿A qué conclusión llegamos? ¿Fallas en la revolución? ¿De dónde nace el origen de esta desviación?
Nunca hay que descuidar el hecho de que la cultura rentista, en su máxima expresión, está impresa en los huesos de muchos venezolanos. El oportunismo, los vicios, la corrupción y el amiguismo, entre otras anomalías, se erradican con la conciencia de los cuadros; trabajo que resulta arduo si se quiere transitar en la vía hacia la construcción socialista.
Refería el Che Guevara, en su ensayo “el cuadro, columna vertebral de la revolución” (1970), el rol protagónico de los cuadros políticos en la construcción socialista, y la necesidad de crear vanguardias de éstos para dirigir los destinos del pueblo.
“El cuadro tiene una importante misión de vigilancia para que no se liquide el gran espíritu de la revolución, para que ésta no duerma, no disminuya su ritmo. Es un lugar sensible; transmite lo que le viene de la masa y le infunde lo que orienta el partido (…) Desarrollar cuadros es una tarea inaplazable del momento”.
No es un secreto que la Asamblea Nacional reproduce todos los mecanismos de la legislatura burguesa, independientemente de qué bando sea la mayoría. La composición en la que el parlamento está concebido fortalece las políticas liberales. ¿Qué deben hacer los diputados revolucionarios para revertir ese orden? La respuesta no es tan complicada: se deben crear leyes que destruyan los intereses de la burguesía, como las que en el pasado y recientemente se aprobaron.
Es una tarea difícil pero inaplazable en estos momentos. La revolución requiere con urgencia que la Asamblea Nacional se convierta en una poderosa paridora de ideología revolucionaria, una formadora de cuadros políticos que puedan, a decir con el Che, “ser el denominador común en la claridad política. Ésta no consiste en el apoyo incondicional o los postulados de la revolución, sino en un apoyo razonado, en una gran capacidad de sacrificio y en una capacidad dialéctica de análisis que permita hacer continuos aportes, a todos los niveles, a la rica teoría y práctica de la revolución”.
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