Panita, mañana miércoles 16 se cumplirán 25 años de tu siembra. Sí, lees bien: de tu siembra y no de tu muerte. Porque aunque parezca hasta sádico, tu voz y las cuerdas de tu guitarra pero sobre todo las raíces que enardecieron a ambas, cobraron un vigor más radical a partir de esa madrugada del 16 de febrero de 1985.
¿Sabes? Has hecho falta hereje, mi loco. Con todo el respeto que merecen nuestras cantoras y cantores, su esfuerzo por preñar de entusiasmo a la Revolución que dejaste a la vuelta de la esquina, no retumba aún con el mismo voltaje del tuyo. No es su culpa: para nada. Es que la Revolución misma a veces parece ponerse de cabeza y todo se enreda.
Mejor dicho, todos –hasta los músicos y músicas de nuestra nueva trova– nos enredamos. Ojo panita: nos enredamos, sólo eso. No claudicamos.
“Seguro que Alí fuera un ministro” me dijo alguien hace un tiempo, con ingenuidad. “Noooooooo”, le respondí. “Alí estuviera arrecho todos los días del mundo”, le agregué. “Y ya no sería sólo el imperialismo el que le temiera”, proseguí, “sino que más de un ministro estaría enculillao porque segurito que Alí no lo iba a pelar” puntualicé para dejar mudo a mi inocentón camarada.
Sí panita, estoy réqueteseguro de eso. ¿Burocratizarte tú? A menos que perdieras el juicio, cosa que no lograron causarte los esbirros más criminales que atentaron hasta contra tu familia.
Sí Alí, Venezuela ahora es República Bolivariana pana mío.
La bandera tiene con justicia una octava estrella, ah y hablando de justicia: hay menos deserción escolar porque los chamos pasan menos hambre y sus padres y madres tienen chamba segura o la asistencia directa del Estado.
Claro, decirte que todo está resuelto es caerte a coba pero ahí vamos, mi loco. Nunca se dijo que esto sería fácil y mira que no lo ha sido pero ¡por fin! se empezó el camino. Para ser realista chico: con algunos siglos de retraso, pero al fin y al cabo mejor era tarde que nunca ¿verdad?
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