Una de las características principales de esta precampaña electoral (que ya ha dejado de ser precampaña en la práctica), lo constituye la ausencia de propuestas por parte de la oposición y su evasión del aspecto ideológico como elemento fundamental en el debate. En este sentido, existe una estrategia predefinida con claridad para forzar a favor del reduccionismo en el análisis de la realidad, haciendo hincapié en elementos que, con objetividad, no han logrado ser resueltos de forma íntegra por la revolución, a pesar de los múltiples intentos al respecto, entre otras cosas debido al carácter multifactorial que los origina y a la imposibilidad real de su solución en el corto plazo. Tal es el caso, por ejemplo, de la inseguridad personal.
De esta manera, la verdadera confrontación que se está dando entre la concepción de un Estado Socialista (comprometido con los intereses del pueblo) y la de un Estado Capitalista (vendido a intereses económicos locales y transnacionales), trata de ser ocultada por los(as) dirigentes de oposición y desdibujada en elementos simplistas relacionados con particularidades donde fallan los hombres y mujeres y no el modelo.
Así, es común encontrar a dirigentes de la MUD y a sus candidatos(as) realzando situaciones donde los procesos de estatización y control gubernamental no están resultando de la mejor manera, lo cual es comprensible como parte de un proceso revolucionario democrático que obvió el tránsito por la dictadura del proletariado y que arrastra una serie de vicios pequeñoburgueses arraigados desde hace muchos años, pero minimizando u omitiendo ejemplos importantes donde el control del Estado ha permitido otorgar beneficios a los sectores populares; se trata de logros imposibles dentro de un sistema capitalista.
El desfalco multimillonario de los banqueros corruptos contra los(as) ahorristas venezolanos(as), una deuda honrada por el Gobierno Revolucionario, al cual se contrapone el papel que hoy está cumpliendo la Banca Pública, a través de una política de inclusión para que los(as) olvidados(as) de siempre puedan mejorar sus condiciones de vida, es una muestra de las situaciones intencionalmente evitadas por la oposición en el debate.
Es cierto: hay cosas que no están funcionando de manera apropiada. A las desviaciones de izquierda, ya señaladas por Lenin, se unen aspectos intrínsecos con la falsa cultura generada en la Cuarta República, que se traducen, por citar algunos casos, en el tráfico de influencias, otorgándose cargos de importancia a personas no capacitadas, lo cual propicia el burocratismo y la inoperancia de ciertas instancias públicas; la falta de compromiso ideológico y de valores morales, lo cual avala al consumismo, la corrupción y el egoísmo, todos elementos importantes a vencer dentro de un proceso perfectible. En estas y otras debilidades se centra la oposición, dejando a un lado los logros y alcances trascendentales del proceso revolucionario.
No obstante, dichas fallas obedecen a situaciones puntuales, no a deficiencias teóricas en el modelo político económico. Por lo tanto, la estrategia de la derecha se hace evidente al ocultar el desastre social, económico, medioambiental y político que representa el modelo capitalista y su punta de lanza, todavía al acecho pero disfrazado: el neoliberalismo. Esto se logra creando cortinas de humo a partir de situaciones aisladas y concretas, tratando de confundir al común de la población para generar una matriz que implique el fracaso del socialismo.
Muchas cortinas de humo quedan por venir, muchos elementos objetivos deben ser enfrentados; pero el debate ideológico, la confrontación de propuestas de país, deben pasar a ser el principal frente de confrontación por parte de los sectores progresistas.
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