Luego de trece años de revolución, es innegable la enorme influencia del discurso del Presidente traducido en políticas sociales de varias naturalezas. Como él acostumbra a repetir últimamente: “la semilla está sembrada”. Pero al igual que la conocida parábola del sembrador (Mat 13, 31-32), parte de la semilla cae en el camino y se pierde; parte cae sobre roca y se muere, parte cae en medio de los espinos no brotando y sólo parte cae en tierra buena y da sus frutos.
Es inadmisible que en el nombre de Chávez, el sembrador de este “Socialismo del Siglo XXI”, parte de sus seguidores cometan delitos ambientales de grandes proporciones como el que está avanzando en una gran extensión de bosque virgen nativo, que debe ser protegido y resguardado además como zona protectora del Caño San José o Caño Chigüire, en el Municipio Bolivariano Angostura del estado Bolívar. Me refiero a un área de tierras cedidas por el INTI regional al Consejo Comunal Carlos Manuel Piar, donde cayó la semilla de Chávez. En su nombre talan y queman, deforestan descarnadamente un bosque frágil y precioso, donde vive una fauna silvestre autóctona, contraviniendo las leyes ambientales y la misma Constitución Bolivariana que en su artículo 129 garantiza la protección ambiental.
Gran parte de esta zona formaba parte del conocido Hato La Vergareña, hoy asiento de la Empresa Mixta Socialista Maderas del Alba, con la responsabilidad de crear la “Ciudad de la Madera” (Aló Presidente No. 259, agosto 2006). Este tipo de tierra, como reza el artículo 22 de la Ley de Bosques y Gestión Forestal, no es apta para la agricultura. En estas tierras Señor Presidente, no pueden sembrase las semillas que conducirán a la seguridad alimentaria que todos quisiéramos. Pero sí pueden sembrarse y respetarse los principios de conservación ambiental, de la diversidad ecológica y mantenimiento del equilibrio ecológico, todo ello contenido en los convenios internacionales suscritos entre los gobiernos de la Tierra, para proteger el ambiente y detener la destrucción del planeta. Sí puede sembrarse, en esta región particularísima, una conciencia ciudadana socialista que evite los patrones destructivos del proyecto capitalista.
Si algo tenemos que reconocer tanto bolivarianos como los que adversan este proyecto político, es la orientación que el Presidente siempre ha mostrado por buscar el conocimiento. Por ejemplo, la sensatez de acompañarse en su Gobierno en gran parte por personas calificadas provenientes de las universidades, por su énfasis en entender primero y mostrar después, los resultados de sus políticas con gráficos, números, en forma científica. Así que mantengo la esperanza, ojalá que no sea ingenuidad, de que sepa acoger esta petición.
Usted, señor Presidente, y los organismos pertinentes de su Gobierno, deben impedir que continúe la depredación al medio ambiente que viene haciendo este grupo organizado. Escudándose en sus palabras, en sus enseñanzas, en sus semillas sembradas, no debieran estas personas promover un crimen de tal índole, que lesiona parte de nuestro patrimonio ambiental. ¿O es que acaso los consejos comunales tienen algún tipo de inmunidad para que, en el nombre de Chávez, cometan estos delitos?
Parte de la debilidad de las políticas del Socialismo del Siglo XXI, ese modelo político que iba a ser construido junto al pueblo, debe buscarse investigando el lugar donde cayó esa semilla. ¿Se perdió en el camino, entre las piedras, o cayó en tierra fértil? Por eso la importancia del seguimiento, vigilancia, de la contraloría social que usted mismo pregona repetidamente, pero sobretodo de la enseñanza de la palabra en el conocimiento y el respeto de los valores básicos de la vida. Los nietos de Manuelito y todos nuestros nietos venezolanos se lo sabrán algún día agradecer.
*Profesora e investigadora de la UCV
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