En la medianoche del domingo primero de julio, cohetes artificiales dieron la bienvenida a la campaña electoral que finalizará el 4 de octubre. Lo que el mundo occidental define como fiesta electoral, en nuestro país será sólo un mero trámite, pues, el sentimiento colectivo dio muestras –hace tiempo– que la victoria de Hugo Chávez está sobradamente segura.
Horas antes del inicio propagandístico, Belkis González nos transmitió vía texto la lamentable noticia: “Murió mi padre”. Belkis es de esas mujeres que uno admirará toda la vida. Madre, luchadora social incansable, productora de radio en la emisora Al Son del 23, excelente comunicadora y roja rojita hasta en el aire que respira. Su padre fue Simón González, un roble que, nacido en Las Adjuntas en 1915, pasa a otra dimensión con una hoja de servicio a la que le faltaron líneas para reseñar su aporte a la Patria.
Lo conocimos en nuestra época de reportero, a mediados de los años 80, cuando abuelas y abuelos desafiaban en la calle a las fuerzas del régimen para exigir el pago de lo que era una miserable pensión del Seguro Social y la homologación de esta con el salario mínimo, aspiración hecha realidad por la Revolución Bolivariana.
Su sombrero relucía en cada movilización tanto para estar al frente como en la retirada ante el acoso del gas lacrimógeno usado por la cuarta república para reprimir las causas justas.
Según el blog http://manoslimpiasalpoder.blogspot.com/Simón fue “antojao” desde chamo: “De tierna edad, a los catorce años, participó en la primera asamblea en defensa de los derechos de los campesinos del municipio Paz Castillo, en el estado Miranda de Venezuela”. Ahora el antojo le dio por irse antes de una campaña que seguramente se iba a gozar de lo lindo, sobre todo el 7 de octubre a la medianoche.
“Manos limpias” fue también el sobrenombre usado por un exguerrillero en las elecciones de 1978. A diferencia de este, Simón nunca traicionó la causa por la que luchó hasta el último instante. Honor y gloria a “Manos limpias”, el bueno, el ejemplar.