No cabe ninguna duda de que la llegada de Hugo Chávez en la historia de nuestro país constituyó un antes y un después en el discurso político. Él logró darle cauce a las luchas y aspiraciones del pueblo venezolano, logró amalgamar los matices de cada colectivo y, sobre todo, editó ( por así decirlo) la amplia gama de aportes teóricos desde la más radical izquierda marxista clásica hasta aquellos más moderados e incluso de aquellos que desde la derecha que exigían el fin del modelo de conciliación de partidos que imperó durante cuarenta años y al cual conocemos mejor con el nombre de Pato de Punto Fijo. Si bien Hugo Chávez no enarboló la bandera del socialismo en un primer momento, es muy cierto que su discurso dejaba ver un marcado carácter antiimperialista y una voluntad clara de reivindicar a las grandes masas populares lanzadas a una miseria indignante y a la total exclusión de los beneficios de la renta petrolera. No tardaría mucho tiempo en comenzar el discurso reivindicador a ganarse enemigos que trataron ferozmente de hacer naufragar el proceso constituyente primero y que luego emprendieron el camino del golpe de Estado y el sabotaje económico.
En medio de todo ese huracán de acontecimientos , el poderoso discurso de Hugo Chávez sirvió, tanto para solidificar el proyecto, ahora socialista revolucionario y antiimperialista, como para emprender la que tal vez constituiría su más grande aporte a la historia política de este país: La elevación del nivel del discurso político. No sólo se trataba de enterrar el puntofijismo, sino de comprender que la revolución sólo tendría un espacio en la historia del mundo si no se quedaba encerrada en lo interno, en lo domestico, si se convertía en un instrumento teórico de interpretación del mundo, de las relaciones de poder que lo explican su funcionamiento, de los orígenes de las desigualdades como producto del desarrollo del capitalismo depredador y sobre todo, de la comprensión de la geopolítica como posibilidad de encumbrar un proyecto liberador desde el sur del planeta, partiendo de las ideas del precursor Francisco de Miranda y el Libertador Simón Bolívar. Es decir, Hugo Chávez sacudió al mundo de la modorra academicista y de la hipocresía de las políticas reformistas de derecha y de los modelos híbridos de bienestar como el europeo.
El milagro sucedió. El pueblo común comenzó no solamente a recibir lo que se le negó durante cientos de años en lo material, sino a convertirse en el protagonista de su propia liberación. La tesis del poder popular, de las comunas, del poder ejercido desde las bases se convirtió, a su vez, en una escuela de formación ideológica y política, la formación de cuadros se multiplicó y cada ciudadano se hizo no sólo un beneficiario de políticas de justicia y equidad , sino en un defensor de una concepción distinta del mundo y lo más importante: en protagonista de la construcción del socialismo venezolano del siglo 21. El logro es tan grande que es como si intentáramos observar un edificio de cien pisos parados a dos metros del mismo. Además ,porque sucede que las más grandes obras de la historia suelen ser apreciadas generalmente mucho tiempo después de hechas. Y en el caso del proyecto bolivariano, los enemigos son brutalmente poderosos. Hugo Chávez, consciente de ello, siempre llamó a ver las cosas desde una perspectiva amplia, se preocupó por enseñarnos a no dejarnos engañar por la plaga del individualismo y el sectarismo. Ése es su verdadero aporte, el que mantiene, en un país donde la mala memoria ha acabado con grandes luchas, la llama de su espíritu viva y el proyecto de construcción del socialismo del siglo 21 como una referencia para todos los pueblos que luchan por su dignidad.
Lo que realmente me preocupa es el desmejoramiento del discurso político en la actualidad. La derecha ha logrado, me parece, entrampar al Gobierno en lo doméstico, en el chisme del día, en el comentario de red social. La debilidad en el castigo a quienes han acentuado el saboteo económico y han dirigido a sus seguidores a matar al pueblo para drenar su “arrechera” ha provocado que peligrosamente el pueblo esté pendiente de si la harina apareció, que si el papel sanitario llegó al supermercado, que si el café volvió a desaparecer, que si la pasta dental no se consigue y en otra serie de situaciones que no dejan espacio para ver en una perspectiva más amplia las grandes tareas que impone transformar el modelo político-económico que nos sigue dominando. Alguien dijo que “a grandes males grandes soluciones”, esto aplica al Estado y los problemas que confronta al lidiar con una oposición que a falta de un discurso político, provoca el caos desde varios frentes y que, al parecer, ha logrado que en los espíritus más débiles sembrar la duda sobre la viabilidad del gran proyecto bolivariano.