Capriles: Una vaina echada

Sucede que cuando a alguien le están ocurriendo cosas muy malas, sufre de constantes inconvenientes , las cosas no le están saliendo bien o, sencillamente “padece” una compañía indeseada, acostumbre a decir “ esta como que es una vaina echá”. Pues bien, esta expresión cabe perfectamente a la hora de referirse a ese adefesio político que es Henrique Capriles. Si observamos detenidamente tanto la cantidad como la calidad de sus expresiones en declaraciones y por vía twitter, podemos darnos cuenta de que el tipejo le lanza piedra a todo mogote, como se dice en el llano.

Con el pequeño detalle de que ataca sin ningún orden ni concierto. Desde el preciso momento en que su figura comenzó a convertirse en un verdadero dolor de cabeza para el país, durante los sucesos de abril-2002, el sujeto se ha dedicado a tratar de subvertir el orden y a expresarse como un defensor de la violencia, la impunidad y el desconocimiento a cualquier autoridad.

Con total desparpajo, y con la misma voracidad con la que se avalanza sobre los miembros de sus compañeros de turno, asume posiciones en temas que desconoce totalmente, con la irresponsabilidad que eso conlleva, con la desfachatez de quien no niega su adicción a las drogas y se sabe poseedor de una condición de inmunidad entregada por unas leyes y autoridades que siguen mostrándose inoperantes para hacer respetar la CRBV y sabedor de que dentro de la oposición al Gobierno abundan aquellos a quienes la violencia los subyuga y que están dispuestos a llevarse por delante a quien sea para imponer de nuevo la cuarta república.

Como Gobernador de Miranda ha quedado demostrado que su único propósito es utilizar los dineros públicos y la posición política para llevar a cabo su proyecto de llegar a la presidencia. Más recientemente, y en relación con el probable ataque de los Estados Unidos a Siria, el orate se ha soltado, sus alaridos pidiendo la guerra de inmediato, al mismo tiempo que se declara seguidor de Ghandi, evidencian el desorden emocional que lo acogota, su gran inestabilidad de carácter y asoman el peligro que representaba que un renglón torcido de Dios como ese llegara a dirigir la política exterior venezolana.

Un líder opositor debe ser un punto de referencia en la política de cualquier país serio. No puede un dirigente con una vida escandalosa, llena de excesos de todo tipo, constituir una referencia de alternativa al Gobierno. Henrique Capriles, al contrario, significa un obstáculo grande para construir una oposición seria y responsable.

Lo peor de todo lo constituye la entrega por parte de amplios sectores de la oposición democrática del país de la vocería a este desequilibrado que parece, más que un líder de oposición, un chismoso de esquina.

La construcción de un modelo de país alternativo al modelo democrático liberal capitalista pasa necesariamente por la construcción de una oposición leal al país y de un liderazgo opositor y serio y responsable. La vocería de los sectores adversos al proceso en manos de una persona que responde, más que a las estrategias de la política, a puntadas anales, es una amenaza a la paz interna.

Es evidente que aunque el Presidente Nicolás Maduro y la amplia mayoría de gente decente de este país clamen por elevar el nivel del debate y agregar al mismo mayor contenido de lealtad al país y responsabilidad si no hay castigos a aquellos que, valiéndose de las garantías que brinda la constitución, se comportan de manera tan irresponsable como el inestable de Miranda, no será posible hablar de una democracia verdadera.

Por lo pronto, y dado el hecho de que el asalta embajadas de Miranda sigue haciendo de las suyas libremente, bien vale aplicar que la cosa más bien parece “una vaina echá carajo”.

Lcdo. JORGE OCHOA
Jorgeochoa004@gmail.com


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Jorge Ochoa

Licenciado en Educación

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