La radicalización del discurso del presidente obrero Nicolás Maduro, que comenzó con su intervención ante la Asamblea Nacional para solicitar su habilitación para conducir la lucha contra la especulación y el acaparamiento, que se reduce a una sola expresión CORRUPCION, ha despertado nuevas expectativas en el pueblo revolucionario, guardián del legado del presidente Hugo Rafael Chávez Frías. Ciertamente esa manipulación por parte de los empresarios, para buscar una implosión social que de al traste con la revolución bolivariana y de esa manera recuperar los espacios que el pueblo con sus luchas les ha arrebató, bajo la guía del Comandante Eterno, tiene su origen en diversas vertientes, incluyendo entre esferas gubernamentales infiltradas por la derecha terrorista y vendepatria, que no descansa en buscar y propiciar una intervención militar en nuestra patria y por eso está confrontando con todo su poderío el gobierno de Maduro, porque sus cálculos le indicaron que con la partida física del líder de la revolución, el proceso estaba desecho y una fosa lo esperaba.
Afortunadamente Nicolás Maduro no está solo en esta lucha y cuenta con el pueblo armado de consciencia y claridad ideológica. Cuando hablamos del pueblo nos referimos al civil y al uniformado, porque nuestra Fuerza Armada Nacional Bolivariana, cada día está más imbricada en el fortalecimiento de la Unidad Cívico Militar, como proyecto para enfrentar las arremetidas de los traidores y mercenarios al servicio del imperialismo. En las filas de la digna FANB, jamás encontrará la burguesía apátrida, traidores que vayan a levantar el fusil, contra su hermano civil, porque la enseñanza del Arañero de Sabaneta, caló muy hondo en el alma del soldado de la patria, que tiene como paradigma la defensa de la soberanía nacional, de la dignidad del pueblo y la ética en el ejercicio de la tarea encomendada por la sociedad socialista.
Quienes estábamos viendo con preocupación como la derecha se envalentonaba cada día, frente a un gobierno que lucía, engatillado, enculillao, buscando diálogo con los eternos enemigos de la patria, hoy vemos desde otro perfil el avance del gobierno revolucionario y pensamos que con este viraje si vamos a acelerar la marcha de la transición hacía el socialismo. Y es que ciertamente, como lo dijo el guerrillero heroico, el Comandante Che Guevara, no podemos pretender construir el socialismo con las melladas armas del capitalismo.
Para construir el socialismo necesario es destruir el poder burgués, desmontar el estado capitalista, para dar paso al gobierno popular a través del estado comunal; pasos indispensables en la búsqueda de la mujer y del hombre nuevo, como actores en la consolidación de la república, que no se puede alcanzar sin la forja de republicanos. Y eso solo es posible en una sociedad socialista, libre de las purulencias capitalistas, que nos llevan a pensar con el individualismo como meta y anteponer el tener al ser, en vez de pensar en colectivo y con el ser, como proyecto, que con el manejo de los medios de producción, genere lo necesario para cubrir las necesidades del colectivo y no para producir plusvalía.
Por eso es que no podemos continuar alimentando y llenando las alforjas de una burguesía parasitarias a través de los reservas del Estado venezolano, al cual de toda la vida han burlado, para robarse los dólares que solicitan para producir y para importar; unas veces porque los controles han sido concebidos a su medida y otras, por la complicidad de funcionarios corruptos, que anteponen el vil mendrugo que les lanza el criminal, a los intereses de la patria y a la ética en el ejercicio de la administración pública.
La agricultura de puertos y la profundización de Venezuela, como país subdesarrollado, capaz de producir, solo materia prima y mano de obra barata, fue el gran proyecto de la oligarquía venezolana, , porque eso representaba comisiones a granel por todos lados. Y eso no es fortuito, es el programa que sus miembros establecieron cuando crearon el modelo de sociedad con el cual nos dominaron desde 1830, cuando los sacrificios y las victorias del libertador Simón Bolívar, fueron secuestrados y utilizados para re-esclavizar al pueblo por cuya liberación había entregado hasta su vida. A través de ese proyecto las fuerzas coloniales se multiplicaron no solo en Venezuela sino en la patria grande, pero cambiaron las espadas, caballos y cañones por dólares, francos y libras esterlinas, a través de las transnacionales que vinieron a quitar y a nombrar presidentes, ministros y toda clase de bandidos que nos dominaron, hasta que llegó el Comandante Chávez y puso fin al festín, poniendo en nuestras manos las líneas maestras de un proyecto de sociedad, que permita que la patria termine de dar a luz, de esa preñez de más de 500 años.
La aplicación de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y leyes accesorias anunciada con claridad meridiana por el presidente Nicolás Maduro, nos indica que se acaba la impunidad de una canalla mediática delictiva, que día a día bombardea al pueblo con su veneno elaborado en los laboratorios de la gusanera miamera, ocasionándole severos trastornos que inciden negativamente en su diario discernir sobre la realidad. Igualmente entendemos que va a poner freno a quienes cobijados en la fachada de un partido político y de una candidatura, se creen con derecho a cometer crímenes impunemente porque están ungidos por una inmunidad parlamentaria o por un título chimbo de “líder” de una minoría, que abusa de la mayoría.
Creemos que estamos frente a una profundización y una radicalización de la revolución, que nos debe llevar a la defenestración del poder defacto que ejercen los grupos económicos en el país que están tratando de matar el amor del pueblo por el Comandante Chávez, para desde esa criminal operación volver a imponer su sociedad de clase donde el pueblo explotado, debe agradecerle al empresario por concederle el honor de dejarse explotar hasta su muerte, para que el burgués engorde sus cuentas en nombre del progreso y la democracia representativa, mientras la mayoría muere de hambre. Tal fue lo que ocurrió en los gobiernos de la IV República, donde un segmento de la sociedad subsistía disputándole en los basureros a los zamuros y demás animales carroñeros, los desperdicios cárnicos y vegetales que arrojaban allí los camiones del aseo urbano. Otros guisaban la perrarina para aderezar las pastas. La miseria campeaba y cuando protestaban la respuesta era plomo y cárcel. Se hizo célebre la Ley contra Vagos y Maleantes, herencia de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, mediante la cual los prefectos y gobernadores se erigían en jueces y enviaban a un campo de Concentración denominada “Colonias Móviles de El Dorado” hasta por cinco años a un ciudadano sin derecho a la defensa, porque eran juicios sumarísimos. Allí eran enviados los luchados sociales, dirigentes políticos, estudiantiles y todo el que se opusiera a los abusos de la democracia representativa. Todavía está en el recuerdo, el célebre decreto de Rómulo Betancourt, que creaba el “Hampoducto”, era un mecanismo que lo aplicaban en todo el país, mediante redadas contra desempleados y opositores al régimen quienes sin mas juicio, que una orden ejecutiva eran metidos en un avión de transporte de la Fuerza Aérea y aterrizaban en El Dorado, ubicado al sur del Estado Bolívar, a esa tenebrosa cárcel, donde quedaban a merced de mosquitos, serpientes y las enfermedades que los diezmaban, sin derecho a la debida asistencia médica. Eran parias, que como en “Los Miserables”, de Víctor Hugo, iban a dar a las galeras.
Cuando hacemos una retrospectiva en el tiempo de como la oligarquía trató al pueblo desde 1830, hasta 1998, cuando el comandante Chávez, ganó la presidencia de la república, no podemos menos que dar todo nuestro apoyo a la habilitante solicitada por Maduro ante la AN. Y cuando advertimos el cambio de tono en el discurso presidencial que va de frente contra todos los facinerosos que históricamente nos han pisoteado, no podemos menos que pensar con optimismo y a manera de pregunta exclamar: ¿Será que estamos cambiando de rumbo?