¿Qué es la Revolución? pero ¿A cuál revolución nos referimos?

Tanto “tirios y troyanos” se abrogan el derecho de referirse al vocablo “revolución” con todos sus derechos democrático-participativos pero ¿a cuál revolución ellos y nos estaríamos refiriéndonos? Es de todas luces que, objetivamente, cuando nos referimos al concepto “revolución” cuando estamos calificándolo, históricamente, como concepto académico-en-praxis; es decir, que no sería ni serio ni preciso discutir sobre “revolución” si no estudiamos, reflexionamos y conceptualizamos las parciales realidades socio-históricas directamente relacionadas con el espacio histórico referido a una revolución en contexto para, apoyándonos sobre esas reflexiones, calificar a cuál revolución nos referimos, definirla y analizarla mientras la tengamos en la mesa.

Como podríamos percibir al leer las líneas precedentes que tenemos dos (2) paradigmas a considerar cuando de revolución conversamos: el propio concepto “revolución” y, al mismo tiempo, la realidad histórica que envuelve al concepto en un momento histórico específico al tiempo en reflexión personal (subjetividad lógica e inevitable). Es por ello que nuestro amigo Alcides La Rosa (aka: Tumuzza) nos remitió tres (3) pensamientos sobre el concepto “revolución” en tres (3) personajes históricos como son Fidel Castro, Vladimir Ilich Lenín y Ernesto “Che” Guevara cuales procedemos transcribir con las finalidades lógicas referidas a la necesaria reflexión de cada lector y lectora y, al tiempo, permitirnos exponer nuestra propia idea conceptual y, evidentemente, académica de la revolución sobre las bases arriba expuesta aún cuando se nos presenten ciertas y lógicas polémicas.

La frase transcrita por Tumuzza sobre Fidel Castro que nos, a su vez, transcribimos parcialmente, sería: “…revolución es sentido del momento histórico…es ser tratado y tratar a los demás como seres humanos…es desafiar poderosas fuerzas dentro y fuera del ámbito social y nacional…es convicción profunda de que no existe fuerza en el mundo capaz de aplastar las fuerzas de la verdad y de las ideas. Revolución es unidad, es independencia, es luchar por nuestros sueños de justicia, para nuestro país y para el mundo que es la base de nuestro patriotismo, nuestro socialismo y nuestro internacionalismo…”

La frase expuesta por Tumuzza de Lenín sería: “…toda revolución significa un viraje brusco en la vida de las grandes masas del pueblo. Sí ese viraje no ha madurado debidamente, no puede tener lugar una verdadera revolución…la revolución ofrece al pueblo todo, en poco tiempo, las mas profundas y preciosas enseñanzas…”

Con respecto al pensamiento de Ernesto “Che” Guevara sería: “…porque los pueblos pueden hacer realizaciones enormes cuando están llevados por la llama revolucionaria, cuando están en una situación especial de su historia, cuando las pequeñas satisfacciones de la vida diaria se pierden y se transforman y se nota un cambio cualitativo en el pueblo que entra en revolución…”

Podríamos preguntarnos sí se nos presentan diferencias y/o sutiles conceptos en las opiniones arriba en texto aunque lo que sí podríamos opinar, desde nuestra modesta óptica, es que conjuntamente podríamos extraer, cada uno y una, nuestra conjunción de ideas en la búsqueda de alcanzar nuestra definición del concepto “revolución” como concepto global y no en su particularidad histórica concreta. Bien cuando, ahora si, nos ubicamos en un contexto histórico preciso y muy concreto, el concepto “revolución” nos obligará a tratar de alcanzar la obligada objetividad política e ideológica para precisar las demostrables diferencias también objetivas de las diferentes realidades histórico-revolucionarias en sus praxis histórico-reales sin negar la subjetividad y la “carga ideológica” personal correspondiente.

La revolución es una implosión social con objetivas causas tan diversas como importantes con lo cual ninguna variable expresada puede ni debe ser descartada. Al tiempo, las revoluciones las realizan los entes sociales que se expresan en contrario al status quo en acto en tiempos históricos determinados. Ello nos obligaría a precisar con objetividad y seriedad académica esos tiempos históricos cuando se estudie tal realidad revolucionaria concreta en el marco de definir a cuáles entes sociales nos estamos refiriendo y a cuál status quo en el cual están inmersos esos entes sociales que se estarían expresando en revolución [permanente] porque hay una profunda diferencia entre las manifestaciones sociales como, por ejemplo, huelgas (léase la expresión de Lenín: “…Sí ese viraje no ha madurado debidamente, no puede tener lugar una verdadera revolución…” cual sería, en última instancia, la ya conocida expresión de protesta social-demócrata) y un proceso revolucionario en acto cuando los entes sociales se expresen en permanente y continuo desarrollo revolucionario con el objetivo muy concreto y específico de implosionar un status quo en concreción histórica por razones a explicar.

Al tiempo, es de obligante obligación precisar cuáles son los paradigmas ideológicos presentes en esos momentos histórico-revolucionarios en el marco de una teoría en el marco conceptual de las ciencias políticas con referencia directa a esos tiempos históricos cuando se estén expresando esas realidades de los entes sociales en sus modalidades histórico-concretas (clases sociales).

En el marco de lo expuesto, por ahora, tenemos varias variables a considerar: el concepto propiamente de qué es revolución; en segundo término, sería a cuál marco histórico nos estamos refiriendo; en tercer punto a referir, debemos, obligatoriamente, conocer con cierta precisión cómo definimos a los entes sociales que participarían en un proceso histórico-revolucionario en estudio; en cuarto estadio nos tenemos que referir a aquellos otros entes sociales que reaccionarían en contrario, es decir, que se opondrían al proceso revolucionario de los entes sociales que buscan revertir en sus más profundos paradigmas un status quo que, en su praxis política (estructura y super-estructura), niega todos y/o casi todos los derechos naturales que cada “ser creado” como “ser social” y como conjunto social tratan de alcanzar en lo que Ernesto “Che” Guevara ha calificando como “…cambio cualitativo en el pueblo que entra en revolución…”

Es de obligación precisar que en todo proceso revolucionario entran en escena estructuras sociales (instituciones) que podrían expresarse tanto a favor como en contrario a los contenidos de una revolución en concreto; nos referimos, por ejemplo, a la institución eclesial (Van Kley, Dale K. “Los orígenes religiosos de la Revolución Francesa, 1560-1791”. Éditions du Seuil. Francia, 2002, pp. 577. El original fue publicado por la Yale Univ. Press en 1966 bajo el título: “The Religious Origins of the French Revolution: From Calvin to the Civil Constitution, 1560-1791) Es decir, nos preguntamos, por ejemplo, en el caso histórico concreto de las actuales realidades de la Revolución Bolivariana cuando el Presidente Nicolás Maduro Moros tomó la decisión ejecutiva y constitucional sobre “enfrentar política, jurídica y ejecutivamente” la práctica de la “usura” que el capitalismo venezolano ha venido expresándose en su más ignominiosa conducta ético-moral y contra-natura (teológicamente) cuando, por esa obligación moral que define teológicamente el ámbito ético-moral que sustenta a toda sociedad, la Conferencia Episcopal venezolana aún no se ha expresado sobre el fondo de esa realidad en “usura” ni se ha expresado con la propiedad requerida sobre el concepto “usura” cual ya fuera calificado teológicamente por la propia Iglesia durante los tiempos de la Edad Media. En ese marco, nos preguntamos: ¿esa “decisión gatopardiana” de la Conferencia Episcopal sería, en consecuencia política, un paradigma teórico-práctico que contribuye actualmente al desarrollo del proceso revolucionario venezolano?

Bien lo expone Fidel Castro cuando se expresa en opinión que “…revolución es sentido del momento histórico…” mientras que Lenin lo expone, claramente, cuando considera que “…toda revolución significa un viraje brusco en la vida de las grandes masas del pueblo…” En ambas opiniones nos encontramos con las dos (2) variables arriba propuestas: las realidades históricas y las expresiones de los entes sociales que Lenín precisa como “…las grandes masas del pueblo…”

Pero en el marco del desglose académico-conceptual deberíamos preguntarnos cómo definimos, en última instancia, ese subconjunto que Lenin denomina como “…las grandes masas del pueblo…” porque, en los proceso revolucionarios históricos, en análisis objetivo, podríamos precisar que el concepto “pueblo” propuesto por Lenin en aquellos tiempos históricos de la revolución bolchevique en traslado a los actuales tiempos en revolución global podría significar e ir más allá de la tradicional idea referida a los sectores obreros, lumpen-proletariat, actualmente, los invisibilizados, los migrantes, los afro-descendientes, los sectores C y D y pare usted de precisar. Es decir, en el desarrollo en lógica evolución del sistema capitalista nos encontramos como las bases sociales fundamentales del sistema capitalista, como es el caso de los EEUU de América, son las clases medias cuales, en los actuales tiempos históricos de crisis de la etapa neoliberal del capitalismo particularmente en su actual proceso de reingeniería del propio capitalismo, esas clases medias tan alabadas por el imperialismo estadounidense, por el Presidente Barack Obama y sus “socios y aliados internacionales” se vienen transformando, inevitablemente, en los lumpen-proletariat-pequeños-burgueses cuando son impactados por las realidades consecuenciales de la relación sueldo-consumismo-obligado entrando en una espiral de continuadas contradicciones en imperfectibilidad que podríamos titular de un escenario sociológico revolucionario-burgueses con posibilidades de transformarse, según las propias contradicciones que vaya desarrollando la reingeniería del capitalismo, en revolucionario-contestatario-socialistas de centro y/o social-demócrata. Por ello nos preguntamos: ¿a cuál revolución nos estaríamos refiriendo? Vamos más allá preguntándonos: ¿con cuántas revoluciones nos estamos confrontando? Más aún: ¿hay una sola revolución y/o son expresiones revolucionarias que los tiempos históricos nos van presentando en sus diferentes expresiones político-ideológicas y nacionales como serían los casos de China, Rusia, Venezuela, Nicaragua, Cuba, Ecuador y Bolivia como ejemplos a analizar?

En ese mundo inquietante, académicamente, tenemos frente a nuestra propia realidad a la Revolución Bolivariana con su base ideológica fundamental “bolivariano-chavista” y con el marco referente de “entes sociales” de una muy interesante expresión sociológica en sus diferentes expresiones socio-geográficas (estadales) con desarrollos socio-económicos particulares donde sería de obligada participación de esos entes sociales en el marco objetivo de la “división del trabajo” y, en considerando, dos (2) realidades objetivas que son a su vez contradictorias: las tendencias ideológicas sociales y el impacto que esas tendencias afectan a y en la “ideología del consumo”. En términos marxistas, serían las contradicciones que se desarrollan como, por ejemplo, en el actual proceso revolucionario venezolano, entre la estructura con la super-estructura; es decir, la relación entre las relaciones sociales de producción y las fuerzas productivas frente al marco legal-ideológico-cultural del proceso revolucionario. Bien lo expresaba en comprensión el diputado Jesús Farías en el escenario de la “Pedro Gual” cuando precisaba que el “chavismo” y el avance de lo político-revolucionario habían permitido lo que nos denominamos como el “salto adelante” del actual proceso-en-etapa-revolucionaria de la Revolución Bolivariana gracias al desarrollo de la “Ley Habilitante” que viene implementando el Presidente Nicolás Maduro Moros.



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Miguel Ángel Del Pozo


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