La fantasía de la revolución en el país de Alicia y sus maravillas, es pensar que en Venezuela tenemos empresarios revolucionarios y que con sentarles en una mesa de diálogo les vamos a convencer que es necesario aunar esfuerzos para proteger el salario obrero y fortalecer la soberanía de la patria, a la cual con el esfuerzo de todos vamos a convertir en una potencia, para alcanzar la justicia social, que nos permita la inclusión definitiva, sin distinción de raza, religión, credo político o posición social, donde el ser esté por encima del tener y la solidaridad sea la regla de vida.
Eso es como esperar que la iglesia católica, le va a dar permiso a sus sacerdotes para que se casen y tengan herederos, en perjuicio de los intereses del Vaticano, el único país que en nombre de Dios se inmiscuye y conspira contra los intereses de naciones, de manera impune, porque cuando le conviene es un estado terrenal, con todos los derechos del resto que integran el orbe, pero cuando no es un espacio divino donde reside la vocería del reino celestial.
Es así como sus príncipes, con nacionalidades diversas sirven a sus intereses imperiales, bajo una condición divina y en muchas sociedades hasta son venerados por quienes tiene la fe religiosa como parte de su vida, la cual pudieran ejercer, sin depender de ningún centro de poder imperial, como lo hacían nuestros antepasados.
En otras palabras, la única parte que asiste a esa conferencia por la paz, con sanas intenciones, es el gobierno bolivariano y las organizaciones sociales, llámense culturales, deportivas, ecologistas, profesionales, obreras, comunales o de cualquier otro signo, donde no esté inmerso el poder económico y financiero o la ambición del poder. El resto es soñar despierto.
Las organizaciones de los llamados sectores democráticos, que luchan contra “la dictadura del chófer de autobús y sus hordas,” asisten para robar cámaras en las transmisiones de TV y aprovecharse para atornillar su venenoso discurso buscando confundir más al pueblo, mientras ganan tiempo que les permita oxigenarse y agenciar nuevos bríos para arremeter contra ese “monstruo”, que dejó Chávez y que amenaza con reducirles a la igualdad con la chusma.
Nada más hay que seguir el doble discurso de los señores representantes de la oligo-burguesía criolla, trajeada de frac y sotanas con capello, para llegar a la conclusión que ellos jamás moverán un dedo por la paz y el desarrollo del país, con el nuevo esquema propuesto, por la revolución bolivariana, porque eso simple y llanamente va contra sus principios individualistas y egoístas, como códigos inexorables del capitalismo. Ellos solo entienden de “Progreso”, porque eso significa, que el pobre se queda flaco y ellos aumentan de peso, parafraseando al “Panita” Alí Primera, Cantor del pueblo y cuyo pensamiento cobra hoy más vigencia que nunca y pudiera asegurar como él, que; “hacen falta muchas cosas para conseguir la paz”.
No podemos estar montados en la nube de los eufemismos, la lucha del socialismo contra el capitalismo no pide ni da cuartel. Es poco menos que imposible, pensar que el patrón, va a compartir su pan con el obrero, a menos que el pan lo ponga en la mesa el trabajador, de sus exiguas ganancias. El patrón siempre seguirá pensando que se lo merece todo, que todo lo que hace está dentro de la Ley, que solo el peón, el trabajador, el que menos tiene está al margen de la Ley, cuando no se somete a sus designios.
Si el pueblo alcanzó el gobierno, tiene que afincarse para alcanzar el poder político en todo el lato sentido de la palabra. El pueblo tiene que legislar desde la calle, para construir la arquitectura que le permita derribar la vieja estructura capitalista, para dar paso al socialismo y en eso no puede haber concesiones, salvo el respeto a los derechos fundamentales del otro, peo que si es minoría debe someterse a la decisión de las mayorías, de lo contrario dejarlo en libertad que coja su rumbo a donde piense que vive mejor.
Eso es posible, pero jamás pretender construir el edificio del socialismo sobre las fundaciones del capitalismo intentar construirlo con materiales mixtos, bloques socialistas, con pega y concreto capitalista, porque estaríamos creando un fenómeno insostenible.
El poderoso siempre piensa que es superior a todos los que le sirven y solo en el mundo de las fantasías es posible que pierda una, como en el caso del cuento de El amo y el Pongo: El pongo se levanta tempranito y nomás salir se encuentra de frente con el amo y luego de las reverencias le dice ¿Su merced puedo contarle un sueño? El amo responde.. bien dime Pongo bobo: Sabe amo, soñé que habíamos muerto los dos, usted dormido tranquilito en su cama y yo de la tunda que me había dado el mayoral. Claro, como tiene que ser responde el amo. Luego -añade el Pongo, a usted lo enviaron al Paraíso y lo bañaron con miel, a mi al infierno y me bañaron con mierda, a la espera del juicio final. ¿Y pensabas que podía ser diferente pongo inútil? El pongo se acurruca y tembloroso le dice al amo. Si... amo y en el juicio final, el juez nos condenó a lamernos uno al otro, por toda la eternidad.
Así es el capitalismo y el socialismo son dos conceptos diferentes y para que termine de nacer el segundo, tiene que morir el primero, como bien lo sostuvo en su tesis Antonio Gramci, ilustre pensador del Siglo XX, muerto en las cárceles del gobierno fascista italiano. Por eso decimos,sin temor a equivocarnos, que la lucha es a muerte y no hay de otra.