Por razones estrictamente personales, escribiré un artículo corto comentando de manera críptica el texto de Temir Porras: ¿Qué hacer en esta etapa de la Revolución? [1]:
- En primer lugar, Chávez asumió la consigna difundida por Toby Valderrama y Antonio Aponte: “Irreverencia en la discusión, LEALTAD en la acción”. Temir Porras, la has transformado en “Irreverencia en la discusión, y DISCIPLINA en la acción”. Frente a ambas consignas, una asociada al liderazgo personal de Chávez, otra asociada a una versión conservadora de la unidad política; he optado por otra: “Irreverencia en la discusión y hegemonía democrática en la acción”, siguiendo las líneas estratégicas de acción política del PSUV y las 3R2.
- Al contrario de lo que afirmas, Chávez si enunció explícitamente el 8 de diciembre de 1012, condiciones precisas para el ejercicio del Liderazgo de Maduro, en caso de su fallecimiento: "(...) dirigiendo junto al pueblo siempre, y subordinado a los intereses del pueblo, los destinos de esta patria". Por tanto, Chávez no avaló ni un liderazgo personalista ni cualquier otro de carácter antidemocrático. Ese es un legado político clave de Chávez, si no el más importante para el futuro de la revolución bolivariana.
- Es absolutamente incierto esto: "Chávez indicó taxativamente y reiteradamente quien debía ser el jefe...un acto típicamente chavista de autoridad". Si la cultura chavista reposa en un estilo político que concentra la jefatura en un solo hombre, entonces su carácter democrático estará definitivamente sellado.
- Tampoco Chávez avaló que el rumbo del liderazgo fuese el siguiente: el "Chavismo debe asumir la consolidación de un liderazgo pragmático como algo fundamental, con sus características propias." Eso de “pragmatismo” podría ser algo secundario si estuviese bien articulado a una política de construcción de viabilidad, pero como se trata de pragmatismo a secas, no es más que una peor manera de llamar a la liquidación del legado anticapitalista de Chávez.
- La estrategia de transición post-capitalista debe sostener criterios de viabilidad histórica, eso no es pragmatismo ni ceguera utópica; y en su política económica no puede confundirse con un enunciado presente en el discurso de campaña de la MUD: “nuestra política económica debe fijarse, con pragmatismo (…) que permita crear riquezas que darán sustento material al modelo de progreso”.
- No sé si Maduro por su formación de “sindicalista” tiene una visión muy pragmática de la política, o menos “doctrinaria” que la de Chávez, pero lo que si es cierto es que la renuncia histórica al sindicalismo de clase, que tanta falta hace en nuestro país en las actuales circunstancias, tienen muy mala imagen en el pueblo, a eso se le llama “política lochera”.
- Ningún pueblo le entrega un cheque en blanco a sus representantes políticos, menos en una democracia participativa y con protagonismo popular. Si usted me pregunta ¿somos capaces de depositar nuestra confianza para dejarlo maniobrar según su mejor criterio? Le diría que eso no se puede confundir con renunciar a la crítica de políticas que afecten las condiciones materiales y espirituales de vida del pueblo.
- Cuando usted afirma preguntando como doxa: ¿Y quién puede negar que el pragmatismo es una virtud extremadamente necesaria en las circunstancias complejas que vivimos? Le diría que Chávez demostró hacerlo, lo hubiese hecho sin duda, si eso significa entonces renunciar al socialismo como post-capitalismo, y no como simple bandera de agitación reformista.
- Entiendo que a usted le haga falta un “Maduro pragmático”. A mí me gustaría ver a un Presidente Maduro consustanciado con las demandas y aspiraciones del Pueblo Bolivariano en Revolución.
- Sin embargo, estoy de acuerdo con usted en algunos aspectos del diagnóstico: a) el fantasma de la regresión social nos acecha, y es imperativo exorcizarlo, b) mal manejo macroeconómico conspira contra los esfuerzos sociales, c) la revolución debe buscar un mínimo de estabilidad para la gobernabilidad, d) la revolución bolivariana debe reconstruir su mayoría política para volver a ser la fuerza hegemónica que necesita, e) nuestras instituciones y nuestras políticas deben estar en sintonía con las aspiraciones de la inmensa mayoría; pero los remedios que plantea en su texto me “huelen a azufre” bien concentrado.
- Racionalizar la política económica implica un amplio debate entre expertos e instancias organizadas del pueblo sobre la política económica a corto y mediano plazo, esto en el marco de una estrategia de desarrollo integral dirigida a superar el capitalismo. Si sólo se tratará de “pragmatismo” y “cortoplacismo”, entreguemos las carteras ministeriales de los ámbitos económicos y el propio BCV a factores de la oposición económica y política.
- No sé que significa para usted “racionalizar política monetaria y cambiaria más parecida al funcionamiento de un “casino” que al de un Banco Central”. Si se trata de “manejar la economía tal y como es hoy, y no como quisiéramos que fuera en un mundo que aún no existe”, entonces los esfuerzos de Chávez y de las fuerzas contra el Alca-TLC en América Latina fueron en vano. ¿Casino? ¿Cree usted que el capitalismo de casino debe ser piloteada de manera tal que no conspire contra objetivos inmediatos de la revolución?
- Hay que hacer que millones de personas salgan de la pobreza y la exclusión, con conciencia ético-cultural de que se trata de un transformación post-capitalista, que no se trata de reproducir la verdadera "caricatura miserabilista", cuyo imaginario es creer que se está mejor sólo porque SE TIENEN más bienes y servicios...
- El “arte de lo posible” de Bismarck consistía precisamente en evitar pretextos para la radicalización social y política. Una política sin antagonismo de sectores dominantes es precisamente el mejor indicador de que no hay Revolución alguna.
- Finalmente: La "Revolución en la Revolución" de la que me habla huele a liquidar el legado anti-capitalista de Chávez.
Si su escrito fue un globo de ensayo, lo felicito. Si no lo fue, también…
Y con relación al Socialismo ¿Lo liquidamos? Como dicen en “criollo”: voilà