Golpe de timón Vs sacudón

Es una verdad inmensa que asumir la Presidencia de la República en las circunstancias como le tocó al compañero Presidente Nicolás Maduro con escenarios como la dolorosa desaparición física de nuestro Comandante eterno Hugo Chávez, para luego enfrentar unas elecciones nacionales con ese gran luto que fue convertido en fuerza y conciencia para cumplir sus instrucciones, no representó tarea fácil, añadiéndole el escenario político y económico que se desarrolló luego manifestado en una conspiración nacional e internacional para provocar caos en el país y derrocar, por la vía de la violencia, a nuestro Presidente Maduro, lo cual significó limitaciones comprensibles en la ejecución del Plan de Gobierno, ya que tenía que atender múltiples ocupaciones a la vez.

No se trata de hacer comparaciones de estilo ni de gobernar, por ser un método injusto y fuera de toda lógica, por cuanto cada quien tiene y debe tener el suyo propio, se trata de evaluar y establecer un canon que nos permita determinar cuál es el verdadero legado del comandante Chávez y de allí visualizar si es correcto el camino que estamos transitando, o sea, el plasmado en el Plan de la Patria. Asistimos a discursos encendidos y alegres donde cada quien que quiere justificar una acción o un hecho alega que está defendiendo el legado del Comandante Chávez, y por ende aquel que no esté de acuerdo es un “oligarca traidor”.  Es cierto que las revoluciones tienen que ir renovándose, refrescándose, reinventándose para no correr el riesgo de quedarse estáticas en el tiempo y volverse anacrónicas que no respondan a los verdaderos intereses del pueblo y se desconecten con las necesidades de éste.

El Comandante Chávez anunció el inicio de un nuevo ciclo, luego de la victoria del 7 de octubre de 2.012, el cual dio en llamar “Golpe de Timón”, donde hizo un “llamado a la crítica y la autocrítica, a multiplicar la eficiencia, fortalecer el poder comunal y desarrollar el Sistema Nacional de Medios Públicos, entre otros temas de la construcción del socialismo”.

Resumiendo habló de cinco aspectos fundamentales:

1. “La modificación de la base productiva del país, buscando una mayor democratización del poder económico.

2. El cambio en el rol del Estado, para lograr que el proceso acumulativo se oriente a la satisfacción de las necesidades básicas de la mayoría de la población y a la defensa de la soberanía.

3. La incorporación de mecanismos de autogestión productiva a nivel colectivo.

4. La utilización de una planificación democrática como mecanismo regulador de las relaciones productivas.

5. La ubicación autónoma del país frente a la internacionalización del sistema capitalista”.

Es claro: el comandante planteaba la hegemonía democrática para la construcción de nuestro socialismo del siglo XXI en lo político, lo social y lo económico. Consideramos que ese es el legado irreductible y e inequívoco del Comandante Chávez.

Pero todo este anhelo sería imposible manteniendo un Estado amorfo, con los viejos vicios, ineficiente, indolente y sin un hilo conductor (Planificación) que nos lleve hacia el horizonte seguro del socialismo bolivariano.

El presidente Nicolás Maduro ha anunciado en estos días una revisión profunda de la gestión de Ministerios, organismos, Fundaciones etc, conocido como “el sacudón”. Nos parece esto una tarea impostergable para la continuidad del proceso revolucionario dada la dispersión que se nota entre sus colaboradores en cuanto a ejecución programática se refiere. No es que no exista un plan, es que cada quien anda por su lado. El Plan de la Patria debe dejar de ser una consigna para convertirse en un instrumento de desarrollo del país, coherente y sistemático. Se debe implementar la Planificación Centralizada que establezca las zonas priorizadas de la nación, las de mayor y menor potencial de desarrollo, la interrelación entre los Ministerios para complementar la actividad programática.

Otro aspecto que debe ser considerado en el llamado “sacudón” es la excesiva centralización financiera de los Ministerios y organismos para efectuar la ejecución de los proyectos y programas. No estamos hablando de descentralización que intentaba crear pequeñas republiquitas en los estados y municipios, sino de desconcentración, es decir, darle a los organismos y oficinas regionales cierta autonomía para resolver en lo inmediato asuntos de funcionamiento y no depender de Caracas hasta para comprar una resma de papel. Al mismo tiempo se debe redimensionar y hacer más activo el rol de la contraloría general en la inspección de la ejecución financiera de esos recursos para evitar desviaciones y tentaciones, además de la incorporación de la contraloría social del Poder Popular.

El “Sacudón” tiene que ser una reivindicación del “Golpe de Timón”.

 

carlosrsalazar@gmail.com



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