En los procesos revolucionarios de China y Rusia, uno de los primeros obstáculos que debieron de enfrentar estuvo representado por una parte de la población que no pudo resistir mantener la practica de principios individuales y egoístas, en medio de una sociedad que ya se caracterizaba por un gigantesco indice poblacional-aproximadamente 400 millones para 1948-, y en la que se excluía a las grandes mayorías. Eran ciudadanos que pensaron que una revolución socialista no iba a durar mucho y que se dedicaron solo a seguirle la corriente a esos " locos" que pretendían cambiar al mundo.
Entre los propios dirigentes hubo algunos que no tardaron en quitarse la mascara. Cualquiera puede ir a los libros de historia y podrá corroborar lo sucedido en Rusia y en China, con lujo de detalles durante los inicios de sus respectivos procesos. Pero no es esa a la división a la que me refiero. No es a las discrepancias entre los que conforman la alta dirigencia política y militar. Es algo mucho peor y mas grave. Me refiero a aquellos que como un potente virus, se mezclan sigilosamente en la base, infectando a todo el cuerpo revolucionario.
Son los oportunistas de siempre, de todos los espacios y de todos los tiempos, producto de una larga historia de esclavitud y vasallaje, y que lo único que le han dejado como herencia a su decendencia ha sido la desconfianza y la imposibilidad de creer en un cambio que acabe con su desesperanza. Van por ahí, explotando la duda y la incertidumbre de la que todo proceso revolucionario adolece en sus inicios, solo con el objeto de conseguir prebendas económicas y sociales. Es ese pueblo alienado por centurias y hasta milenios, al que simple y llanamente les cuesta mucho recuperar la confianza que la historia les ha arrebatado. Por lo que solo están -en nuestro caso-en las filas del PSUV para mejorar, voraz y codiciosamente, su estilo de vida, pegándose de la teta del gobierno revolucionario a costa de poner en peligro sus objetivos superiores.
Todos ellos "militantes" esparcidos y regados, desde las clases marginales y de extrema pobreza hasta las de mediano y alto poder adquisitivo, que supuestamente apoyan el proceso de cambio. Es la misma división que `puso en peligro a la revolución China, unos quince años después de su aparición y que Mao Zedong intento apaciguar con la revolución cultural. La misma razón que tuvo Josef Stalin para las famosas purgas de los años treinta, apenas quince años también, después de que el pueblo Ruso tomara el poder político.
Las circunstancias que rodean el proceso revolucionario venezolano y suramericano están marcadas por una pesada y significativa diferencia que impone un nuevo marco histórico, por lo que aclaro de manera tajante que no estoy de acuerdo, ni nunca lo estaré con repetir semejantes practicas, que en su momento y rodeadas por circunstancias muy particulares, como lo fueron el fin de la primera y la segunda guerra mundial, no pudieron ser evitadas, so pena de un derrumbamiento prematuro de ambos procesos, tanto el Ruso de 1918, como el Chino de 1948.
El marco en que se desenvuelve la revolución socialista venezolana es otro. El carácter predominantemente democrático de esta ultima le impide por definición, tomar este tipo de medidas. Por lo que solo nos queda un camino que recorrer, y en el que tendremos como únicas armas, por un lado, un esfuerzo aun mayor en el proceso de concientización social y por el otro la Constitución Bolivariana y las leyes con la que el mismo pueblo ha blindado democraticamente la revolución.
Pensar que nos íbamos a librar de algunas características fundamentales que han marcado a casi todos los procesos de transformación social en el planeta, era pedir demasiado. Toda revolución -al parecer-esta regida por ciertas leyes que no se pueden ignorar. Una de ellas, la mas peligrosa, es esa división que viene envuelta en la misma mantilla . . . con la que nace.