Democracia y economía

En la vida del pueblo se ha establecido y perfeccionado la división del trabajo. En esa forma, el trabajador u organización se ha de ubicar de acuerdo con las aptitudes y oportunidades en correlación de sus facultades. La economía y la política en lo que tienen estrecha vinculación, han de separar sus intereses, para que el pueblo pueda efectuar sus actividades ante la seguridad de que la pasión partidista no influirá en el entorpecimiento de una y otra actividad en el campo administrativo y financiero.

Esas premisas, no obstante, son ignoradas frecuentemente, y con asombro se oye insinuar que para el sosiego y la paz social necesaria al desarrollo financiero e industrial de un país, “los gobiernos de fuerza aseguran mayor rendimiento y productividad”. Amordazar la libertad de pensamiento, doblegar las voluntades en el cerco del despotismo, parece, para los sostenedores de la doctrina del cesarismo, no contar en la ética del pueblo venezolano.

Cuando en la democracia se encuentran las ramas de la política con la economía, se debe al pueblo que piensa con elevación en el destino del país. En primer término nace la idea de la industrialización en gran escala para autoabastecer a la población. Se persigue conquistar un sistema cónsono con la grandeza de Venezuela.

La sistematización de estudios y métodos que conduzcan al aprovechamiento de la riqueza nacional y la elevación cultural, es cumplir con los postulados de una democracia, socialista, económica cuyo índice es beneficioso para el pueblo.

La Venezuela perfilada y diseñada en el ruralismo, la población campesina superaba a la urbana en un 75 por ciento. A partir de 1958 comienza una transformación. La población rural desaparece, no se trata únicamente de un traslado de la población rural a las ciudades, sino de un crecimiento demográfico urbano. La transformación radical que se ha experimentado, lo urbano lentamente se impone a lo rural, y nuevas condiciones de vida reclama el desenvolvimiento económico del país, y por tanto a un ritmo de mayor velocidad se ha de conformar la actuación orientadora del trabajo con impulso vigoroso y aliento reparador, en que sus resortes no se aflojen por rumores y propósitos infundados en contra del pueblo.

El país ha vivido de un momento de sobresalto a uno de angustia; los intereses en pugna juegan con el porvenir del pueblo y la desidia clama a los cuatro puntos cardinales del país; misiones económicas han revelado los grandes defectos en la vida social y política de Venezuela y los principios aconsejados se han olvidado en las mesas burocráticas. En los informes rendidos se observa un propósito uniforme de alertar y prevenir las causas económicas cuyos efectos adversos pueden interrumpir el progreso que se aspira alcanzar.

Ante ese espectáculo, la democracia económica debe despertar. Sus ideas dependen de los más aptos, de los capacitados que entienden y sienten el reclamo que el país les está formulando ansiosamente. El rumor, la desidia, la paralización de los proyectos, la actuación negativa, lo contrario a los intereses nacionales, debe terminar, pues si queremos disfrutar del bien inestimable de los derechos que una democracia política sólo puede ofrecer, tenemos que entender también, que el trabajo, ese que crea fuente de ocupación y producción, depende de la democracia económica a la que respaldan las normas de igualdad, de elevación y comprensión de la humana realidad venezolana.

Ésa es una solemne responsabilidad que abarca en su proyección, tanto al capitalismo como al proletariado, a los capitanes de empresa como al sindicalismo. Es una hora en que la vida urbana se sobrepone a lo rural, y por tanto, la equivalencia de la democracia política en presencia de la democracia económica se ha de respetar mutuamente, en provecho de la Venezuela que todos queremos. Señor Presidente, llegó la hora de que releve de sus puestos a todos los Ministros de la Economía, en beneficio de la salud de la Patria.

El que gobierna debe ser implacable, y en especial con los que traicionan nuestra confianza. No hay mayor crimen del hombre contra el hombre que la deslealtad, y en particular si todo cuanto tienen se lo deben a uno”.

¡Gringos Go Home! ¡Pa'fuera tús sucias pezuñas asesinas de la América de Bolívar, de Martí, de Fidel y de Chávez!

¡Chávez Vive, la Lucha sigue!

¡Independencia y Patria Socialista!

¡Viviremos y Venceremos!



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Manuel Taibo


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