Veredicto fuinal

Juicio al capitalismo y al socialismo tradicional (5)


En esta serie de artículos se realizó un juicio contra el capitalismo y contra lo que aquí se ha denominado socialismo tradicional. Se utilizó como base de contraste un modelo planteado por Dieterich en su “Socialismo del siglo XXI” el cual se caracteriza por examinar (1) el modelo nacional de mercado, (2) la democracia formal, (3) el Estado clasista y (4) el sujeto burgués. En este último artículo de la serie se presenta algo más que uno conclusión de la serie. Antes de dar el veredicto a ambos modelos creo conveniente precisar cuáles, en mi criterio, son las características generales de modelo social ideal. De esta manera creo que será más claro el contraste entre tres modelos sociales: el capitalismo, el socialismo tradicional y este modelo ideal que por lo pronto no tendrá etiqueta y que en ediciones futuras presentaré en más detalle.

El modelo y proyecto social que quiero que examinemos parte del ideal bolivariano de la máxima felicidad posible para todo el pueblo mundial y encuentra sus correlatos rousseaunianos en la máxima confraternidad, máxima libertad y máxima justicia (no igualdad). Esta propuesta tiene un carácter revolucionario y como tal su praxis fundamental consiste en la búsqueda permanente de transformaciones sociales que optimicen tal felicidad. La misma se propone alcanzar los objetivos asintóticos de:
1. Buscar progresivamente la superación de la explotación del hombre por el hombre y la injusta distribución de los recursos.
2. Buscar progresivamente la plena satisfacción de las necesidades humanas, tanto las básicas como las trascendentes.
3. Buscar progresivamente el dominio del pueblo en los asuntos sociales.

La progresividad y el carácter asintótico que se plantea habla de que se trata de una revolución pacífica que se aparte de cualquier visión violenta de imponer un proyecto social. En esencia, son dos las estrategias fundamentales con las cuales se puede hacer revolución: la violenta y la pacífica. Particularmente creo que la violenta representó un fracaso histórico y que por la fuerza jamás construiremos un mundo que se aproxime a las tres utopías mencionadas. Hay que convencer más que vencer e identificar en ese sentido la palabra más importante “democracia” en su sentido etimológico: “poder del pueblo”, “poder de todos”.

Asimismo, en ese modelo social ideal se plantea integrar un sistema social que contenga:
1. al modelo de democracia total en el reconocimiento de la soberanía absoluta del pueblo,
2. al modelo de economía mundial controlada en el manejo racional y justo de los recursos,
3. al modelo de Estado servidor en términos de la organización social armónica, y
4. al “infosoberano” como protagonista absoluto del cambio.

Con democracia total se plantea que “… el pueblo sea el verdadero protagonista de la sociedad y que se constituya en el auténtico soberano, en el agente social determinante del devenir social.” Así mismo, el modelo de economía mundial se propone “Satisfacer con criterios de justicia las necesidades generales de toda la población mundial mediante una organización razonable del trabajo y del funcionamiento general de la sociedad.” Por su parte el Estado servidor representa el que “… está al servicio del soberano pueblo para procurar relaciones armónicas dentro de la sociedad y para atender cualquier misión específica que el soberano le solicite para que coordine e instrumente.” Por último la idea de infosoberano habla de un sujeto social que se hace protagonista de la historia a partir del poder que desarrolla como consecuencia de niveles crecientes de información, conocimiento, organización, consciencia y capacidad de influir en la toma de decisiones sociales.

Dicho lo anterior, pasaremos a presentar el veredicto al capitalismo y al socialismo tradicional sobre la base de lo discutido en los artículos anteriores y sobre el contraste con este modelo ideal de sociedad. Enfocando primero al capitalismo, el balance general muestra que tiene como virtud fundamental la generación de valor para todos los grupos de interés que tiene cualquier empresa. Hay que estar claro que las empresas productivas generan valor para todos los grupos de interés de su entorno en un marco de racionalidad que impulsa la calidad, la eficiencia y la productividad en un clima de liderazgo empresarial y social.

Esa virtud se contrarresta con las grandes injusticias que implica. Visto desde muchas perspectivas, el capitalismo es cruel. Sin embargo, es falso que el mismo sea un modelo social absolutamente inhumano. De hecho, el mismo ha sabido imbricarse con la psicología social de modo que por medio de la ignorancia y el conformismo (más que por la fuerza), el capitalismo ha prevalecido por décadas.

Desde el punto de vista político, el capitalismo se asocia a la democracia formal y de esa manera se establece la impostura sobre la verdadera democracia. No obstante, distinguimos dos formas de capitalismo, una de carácter liberal y otra que hemos denominado “crapitalista” , la cual hemos definido como: “capitalismo de compinches”, “capitalismo de mierda”, o tal como lo sugiere un lector: “capitalismo crápula” . Esta última acepción me agrada porque “crápula” es sinónimo de libertino y en consecuencia estaríamos hablando de dos tipos de capitalismo: el liberal y el libertino. Este último modelo es el que mejor se corresponde con la realidad venezolana del último siglo, incluyendo estos tres lustros de revolución bolivariana. En todo caso, la impostura política que se establece es la de hacer creer que el pueblo es el soberano cuando en realidad no es más que el soberano pendejo, sometido a la voluntad de la burguesía en el esquema liberal o a la voluntad de quienes dominan el Estado y se han encompinchado con una burguesía parasitaria en el esquema libertino.

De acuerdo con los conceptos anteriores, el Estado tiene formas distintas de participar en la sociedad capitalista. Si el modelo es liberal, el Estado tiene condición de clasista y de lacayo de los intereses de la burguesía. Si por el contrario es libertino, el Estado cobra un carácter más protagonista y la realidad social gira en torno de la interacción necesariamente corrupta entre quienes controlan el Estado y sus compinches burgueses. En esta condición libertina, más que tener una posición de clase, el Estado tiene una condición de facilitador del hecho corrupto y del dominio de una clase político-económica sobre la sociedad, sobre el pueblo que siempre resulta el sometido.

No me parece conveniente dar más detalles de las razones por las cuales pienso que el capitalismo es un modelo perverso. De hecho, muchos de esos detalles se pueden encontrar dentro de los cuatro artículos precedentes. No obstante considero un error no enfocar las fortalezas del enemigo, porque así jamás lo podremos derrotar. Dentro de sus fortalezas está la idea del mercado. Éste representa un mecanismo de interrelación económica que permite que muchas necesidades humanas encuentren buenas posibilidades de ser satisfechas y que surja el valor que ya habíamos comentado. De modo que, en nuestro afán de implantar un proyecto social que vaya superando el cruel sistema capitalista debemos encontrar diseños económicos que superen el impacto perverso del mercado sobre la economía.

En este marco de superar injusticias y de optimizar la atención de las necesidades humanas surge el proyecto social denominado socialismo. El mismo ha tenido muchísimas contribuciones ideológicas entre las cuales destaca el marxismo. Hoy por hoy no se hace fácil definir el término, ya que el mismo ha tenido infinidad de lecturas. Particularmente pienso que es muy buena la definición presentada en wiki que establece que: “El socialismo es el control por parte de la sociedad, organizada con todas sus partes integrantes, tanto de los medios de producción y comunicación como de las diferentes fuerzas de trabajo aplicadas en las mismas. El socialismo implica, por tanto, una planificación y una organización colectiva consciente de la vida social y económica.”

Esta definición me gusta porque habla del “control por parte de la sociedad” y no necesariamente del Estado. De hecho, una de las grandes debilidades que a mi juicio ha tenido el socialismo real es el exagerado protagonismo que le ha dado al Estado, teniendo en esencia un carácter totalitario. Sin embargo, hay que ser preciso en que ese protagonismo no puede ser parte fundamental del proyecto social revolucionario y que, por el contrario, el protagonismo debe estar en el pueblo. Con consideraciones como ésta se ha planteado en estos artículos lo que se denomina socialismo tradicional que tiene estas características:
1. Desaparición de la propiedad privada de los medios de producción
2. Eliminación del mercado
3. Criterio de que la clase hegemónica debe ser la proletaria
4. Criterio de que la lucha de clases representa el gran motor de la historia.
5. Criterio de que el proletariado debe tener consciencia de clase y de su papel en la historia.
6. Criterio de que la hegemonía proletaria finalizará con el comunismo, siendo ésta la máxima utopía de modelo social.

El primer criterio representa la esencia de la superación del modelo social capitalista. Si se tiene la visión pacífica de la revolución, esta desaparición tendrá un carácter progresivo, así como cualquier cambio socio-cultural que se implemente. No obstante hay que tener cuidado en que la propiedad no debe dejar de ser privada para convertirse en estatal. Si es así, repetiríamos el error histórico del capitalismo de Estado. La propiedad de los medios de producción tiene que tener el carácter de popular.

Lo de la eliminación del mercado no es realmente un objetivo sino más bien una estrategia, errada en mi criterio. El mercado representa un sistema de control de intercambio económico tan natural como los sistemas presa-depredador o la regulación térmica corporal. Pretender eliminar al mercado es más que una tarea difícil, es un objetivo innecesario. La idea tiene que ser la de establecer controles sociales (populares) sobre el funcionamiento del mercado. Vale decir, establecer un sistema de control supervisado sobre el sistema de control denominado mercado.

El tercer criterio es contradictorio en sí mismo. Pretendemos superar el Estado clasista capitalista estableciendo otro Estado clasista, el proletario. Pero la hegemonía de clases representa injusticia social y lo que se está haciendo es pasar de una forma de injusticia a otra. Particularmente dura es la situación de la clase media, antes oprimida por los burgueses, ahora oprimida por los obreros. No hay duda de que el acto de explotación en el trabajo constituye una usura, un aprovechamiento abusivo de las necesidades del prójimo. No obstante considerado errado sustituir hegemonías así sea con un carácter supuestamente transitorio.

La lucha de clases existe y tiene una inmensa importancia en la sociedad. Sin embargo no es la única lucha social ni el motor fundamental de la historia como se ha querido mostrar. El verdadero motor de la historia es el de la conquista del poder por parte del pueblo, de todo el pueblo y no de partes de él. En toda la historia no ha existido un país que se pueda denominar democrático en el sentido que establece el modelo de democracia total.

La visión de que el proletariado debe tener cierta manera de pensar y de sentir constituye un criterio dogmático. Aquel obrero que no piense y actúe de determinada manera es calificado como alienado o enajenado. Tal dogmatismo llegó al extremo de establecer modos de tortura para reprimir las características pequeño burguesas de cada quien dentro de la mal llamada “dictadura del proletariado.”

Dentro de la manera de pensar que debe caracterizar al “hombre nuevo” está la de tener un ser irreal absolutamente altruista y sin actitudes competitivas. Tal como se discutió en el artículo anterior, el individualismo moral y la competencia sana son fundamentales para establecer un clima de liderazgo y de búsqueda de mejoras sociales. En consecuencia, esos son aspectos fundamentales de cualquier proyecto social revolucionario.

Por último, es cierto que el comunismo representa un hermoso proyecto social en el cual las clases sociales han desaparecido y en consecuencia habría desaparecido cualquier clase hegemónica. No obstante se tiene el criterio de que para llegar a éste se hace necesario establecer una transición en la cual se subvierta la realidad y la clase proletaria cobre carácter hegemónico. Se tiene el absurdo criterio de que es imposible que la burguesía ceda su poder pero de que sí es posible que el proletariado eventualmente lo haga.

Es innegable que el socialismo ha representado el sueño de muchos por un mundo mejor. Pero han sido muchas las torpezas que hemos cometido en la historia. Para mí la más importante de ellas es la de darle un papel tan protagónico al proletariado y a la lucha de clases. Con ello hemos tenido que en lugar de tener propuestas de mejoramiento social con amplio consenso, tengamos resistencias sociales naturales y se haya llegado al nivel de imponer y de oprimir. Mucho cambiaría el planteamiento si partimos de criterios como el de que “todos somos pueblo”. A partir de la visión de hegemonía de clases se deriva la necesidad de tener un Estado fuerte que se encargue de ejercer tal poder hegemónico. Pero ese Estado se convierte en centro hegemónico y en consecuencia el pueblo y hasta el proletariado pasan a ser sometidos por el Estado.

Para finalizar esta serie de artículos anuncio que comenzaré a desarrollar otra en la cual discuta en más detalle lo que representa ese modelo y proyecto social ideal que esbocé al comienzo de este artículo.




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Felipe Pachano Azuaje

Profesor de la Universidad de los Andes

 pachano@gmail.com

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