¿Recuerdan la expresión de la dirigente del PSUV, Jaquelín Farías: “hacer colas es hasta sabroso”? ¿Recuerdan los carros CHERY, Iraníes, los celulares? Vinieron barcos cargados de cuchos, baterías y otros bienes ¿qué se hicieron? No hay.
La verdad, es preocupante como se desmorona un discurso que creó tanta expectativa de progreso y redención social.
¿Qué le queda a las cúpulas del nuevo y viejo poder político? Simplemente ponerse de acuerdo, pactar.
En Venezuela se comenzó a instaurar en 1999 un proyecto constitucional, regido por el estado de derecho y de justicia, un gobierno nacionalista y ese debió ser el eje central del planteamiento político.
Por cierto en las últimas alocuciones del Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro y la Magistrada del Tribunal Supremo de Justicia, Gladys Gutiérrez, se evidencia un giro hacia los preceptos del estado humanista.
Es que el insistente lenguaje del socialismo, se desconfiguró con la propia realidad social de Venezuela, está fuera de tono en una sociedad rentista, consumista, improductiva y de privilegiados burgueses formados en estos 17 años, para formar una nueva clase o casta de NeoRicos.
Venezuela se somete a los monopolios de los alimentos por la empresa privada y a la importación por parte del estado. Es un error insistir en un sistema económico- social, ajeno a las condiciones materiales de la nación y las razones culturales de nuestra población.
Lo que está en puertas son las negociaciones y acuerdos por el mantenimiento del poder económico y político, sin cambios estructurales. Por lo que se esfumó la llamada revolución.
Surge de nuevo el sueño de una sociedad más justa, equitativa, con dirigentes políticos identificados con su pueblo.
HAY UN NUEVO COMIENZO. ES EL TIEMPO DE LA INSURRECCIÓN POPULAR