Hoy quisiera hablarles de economía para intentar explicar un poco el proceso revolucionario que vivimos en Venezuela, y trazar unas pocas líneas de sus posibilidades a futuro. Pero como es un tema bastante aburrido yo prefiero invitarlos a jugar con algunas ideas creativas y ver a donde nos conducen.
Se que le voy a dar tema a los que opinan que la simplicidad es muy agradable de leer pero a costa de la veracidad. Sin embargo el objetivo de toda economía, incluida la sicológica, es la eficiencia.
La síntesis del conocimiento acumulado posibilita el mayor resultado con la menor inversión. La complejidad no parece pues ser la mayor demostración de conocimiento, sino que resulta antieconómica.
Una vez leí un experimento que hicieron científicos con monos. O tal vez era al revés. Los ponían en una jaula, luego a cierta distancia ponían una banana, (cambur, plátano), entre la banana y el mono una canal. Le daban un palo que le permitía accionar la banana.
La idea era comprobar si el mono tenía la inteligencia y capacidad de empujar la banana hacia fuera, de alejarla de si. Para que cayera en la canal y viniera hacia él. Nunca pudo hacerlo pese a que le dieron repetidos ejemplos.
Esto ya lo sabían hace siglos los indígenas que cazaban los monos haciendo un pequeño hueco en un árbol, metían allí algo que atrajera el interés del animal. Cuando el mono agarraba el objeto no podía sacar su mano, pues ahora tenía el puño cerrado. Y pese a que venían a capturarlo, le resultaba imposible abrir la mano para liberarse.
El conocimiento es el mismo, solo que interpretado desde un interés o intencionalidad y para un fin diferente. De aquí extraigo dos conclusiones. En primer lugar alejar los objetos de si, es muchas veces el único modo de acceder a ellos. Otras veces genera, libera y/o posibilita un enorme ahorro de energía.
La segunda idea se apoya en la ley de relatividad. El sentido común da por sentado que un objeto tiene un peso específico. Sin embargo, si tomas un niño, un joven, un adulto y un anciano, no experimentarán igual esfuerzo para levantar el mismo objeto, porque varía su fuerza vital. Por tanto el peso es una sensación relativa al esfuerzo aplicado, a la fuerza disponible.
Todos sabemos que un relámpago y un trueno son un solo fenómeno electromagnético, percibido por dos sentidos que captan diferentes franjas de vibraciones, velocidades. Por tanto la diferencia entre el relámpago y el trueno, está en la inercia de cada sentido especializado que recibe o es impactado por tal fenómeno, y envía la información al cerebro.
La movilidad respecto a los objetos produce efectos muy interesantes. Si nuestro apego a los objetos es grande, nuestro pensamiento resulta mecánico, estático. Entonces no te permite percibir la dinámica estructural de un ecosistema por ejemplo. Ahora vamos a jugar a que tan cerca o lejos estamos de nuestros primos los monos. Si es que hay alguna distancia.
La función respiratoria evidencia la interdependencia entre humanos y vegetales. Uno no puede existir sin el otro. Si reduces una de las partes más allá de cierto margen, se activa una señal de peligro y todos las criaturas comienzan a correr. Menos el ser humano, como ocurrió en el tsunami asiático. Lo cual es una interesante lección de economía natural.
Si no restableces las proporciones dentro de los umbrales de tolerancia, el sistema comienza a deteriorarse camino de su extinción. Lo mismo sucede a nivel de temperatura global, tiene un delicado equilibrio de cinco grados totales, más allá de lo cual el sistema se altera fuertemente. La reacción es en cadena, ya que todas las funciones son absolutamente interdependientes.
Si trasladas esto a economía social, es simple comprender que si desvías la fuerza del trabajo para beneficiar una clase particular, si no le das retorno a los beneficios del conocimiento y la técnica hacia la clase trabajadora que sostiene la pirámide social, estás abriendo una brecha temporal que de no cerrarla colapsará el sistema. (Esto en términos de fruticultura se llama irse en vicio, no fructificar, y amerita una drástica poda).
Por un lado estás cerrando la economía, porque al no repotenciar sus raíces, la parte superior del árbol comienza a recibir cada vez menos savia y a secarse. Por otro estás generando un elevado sistema de tensiones interna al sistema o temporalidad, que estalla en conflicto social.
Y finalmente si tal bloqueo de energía persiste, afecta la satisfacción de las necesidades básicas, matando las raíces y el árbol completo. A nivel de sociedad humana este registro del equilibrio del ecosistema se llama ética o moral, y se expresa en términos del bien y del mal. Determinadas acciones atentan contra tal equilibrio y tiene registro interno de contradicción. Otras contribuyen a potenciar tal equilibrio y se experimentan como gratificante unidad. Como podrán notar las consecuencias de poder empujar o no fuera de si la banana, no son menores.
En Venezuela, tomando conciencia de que el nivel de tensión social era una bomba activada a punto de estallar violentamente, se decidió abrir canales democráticos, devolverle poder al pueblo, comenzar a pagar la enorme deuda social acumulada.
Lo cual en nuestros términos no significa más que empujar la banana fuera de si, reestablecer el flujo de energía y bienes desviado, el equilibrio alterado. A esto se le llamó ética revolucionaria. Y en efecto, tú puedes sentir reverdecer la esperanza, la alegría, puedes ver el entusiasmo nuevamente en la mirada y las sonrisas de la gente.
Si vas a Venezuela verás una creativa y solidaria actividad febril, inusitada. Se están haciendo millones de obras e iniciativas sociales de todo tipo a la vez. Los resultados económicos son multiplicativos, baste con decir que solo China tiene un pequeño porcentaje mayor de crecimiento.
A medida que la idea revolucionaria se va convirtiendo en ejercicio, se tiende a gestar mecanismos de mancomunación comunidad-gobierno, para que los organismos nazcan con un proyecto de actividad productiva, que se desarrollará en la zona con la participación protagónica de todos los pobladores.
En consecuencia se va modificando la constitución, que pese a ser nueva todavía arrastra un fuerte contenido estatal o institucional, para adaptarla a la nueva y creciente movilidad de la organización social, dándole fundamento y legalidad trascendente a los gobiernos de turno.
Desde nuestra óptica esto se debe a la reapertura del sistema económico, al poderoso flujo de energía que recorre el circuito que estaba operando vegetativamente o con vitalidad difusa. Lo cual posibilita un salto de lo cuantitativo a lo cualitativo.
Esto quiere decir que se está produciendo una síntesis histórica. Se está recreando el sistema completo desde el conocimiento y tecnología más avanzada disponible. Se está reconcibiendo el sistema completo poniendo ahora al ser humano cual centro de la construcción. Lo cual una vez más es señal de economía eficiente, produce el máximo resultado con la mínima inversión.
Pero la banana se impulsó más allá aún. Junto con Cuba, que desde el principio demostró que había tomado cierta distancia del mono, cansada de ir a cumbres y escuchar propuestas vacías, Venezuela tomó la iniciativa. Comenzó a vender petróleo a los países más afectados por el injusto retorno de bienes, a hacer circular energía por el circuito sin intermediarios. Pagadero a largo plazo, bajos intereses e intercambiable por la producción de cada país.
Luego lanzó misiones de salud y educación gratuitas para todos los países que lo solicitaran, un fondo de ayuda para catástrofes naturales. Ofreció préstamos para pequeños productores, compró bonos de deuda pública para aliviar los agobiados presupuestos nacionales, etc.
Esto abre una amplia brecha entre los que no pueden soltar las bananas y queriéndolas todas para si, agotan hasta la muerte a la gallina de los huevos de oro, y el que comprende que alejándola de si, es como genera mayor energía e impulso creativo, inteligente, además de conseguir con certeza lo que deseaba aunque demore un poco más.
Una economía ética que comprende y respeta la interdependencia estructural del ecosistema, es revolucionaria, superadora de todo lo anterior y productora de un salto cualitativo en el sistema completo. Porque ha aprendido que el único modo de crecer es en complementación y que cada una de las partes o funciones del sistema, dispone de su energía e inteligencia total.
En nuestros términos podemos decir que el planeta que se desertizaba comienza a renacer.
En toda la historia del pensamiento humano luchan el dogmatismo, el fundamentalismo, y la creatividad, el libre pensamiento. El primero quiere naturalizar al hombre, mientras que el segundo afirma que el ser humano no es natural sino histórico. De hecho si alguna historia hay, es la del intento del ser humano de ir más allá de las limitaciones naturales, de sus instintos.
No es lo mismo hablar del elemento agua, como un compuesto estático, que comprenderlo como un continuo proceso de transformismos del hielo al agua al gas, que se densifica en humedad, en nubes, hasta que una descarga electromagnética, un relámpago-trueno activa su descarga en lluvia. Ese proceso, es un continuum, esta sucediendo aquí-ahora-siempre. ¿Alguna vez se preguntaron que es “ese algo” que se viste de variadas formas y cambia sus propiedades continuamente?
Tampoco es lo mismo educar la atención, los sentidos y el cuerpo, para enfocarse y fijarse en percibir y manipular un elemento, un objeto o cosa estática, que está allí afuera. Que para percibir un proceso estructural continuo y presente, donde todo interactúa simultáneamente. Y sobre todo donde nada es ni puede ser ajeno a la conciencia que lo percibe, organiza e interpreta.
No, no es lo mismo sentir íntimamente tu cuerpo que pensarlo, mirarlo desde fuera. No es lo mismo percibir una manzana allí afuera que introducirla en tu cuerpo. Porque en tu cuerpo no hay objetos, solo dinámicas transformadoras, cientos, miles de funciones y procesos en simultaneidad.
Así pues, una mirada atenta y sensible puede contemplar y reconocer ese ejercicio de creatividad solidaria, esa generosidad. Esa mano abierta que permite que los conocimientos y bienes fluyan con creciente libertad, que comienza a transformar gradualmente las relaciones humanas y económicas en Venezuela, radiando en todas direcciones.
Esta economía ética revolucionaria, tiende a reconciliar al ser humano con la dinámica real de su ecosistema, a retornar al equilibrio alterado cuando por error nos aferramos a la banana en lugar de soltarla, para que todo fluyera libremente realimentando y potenciando el circuito.
La no discriminación, la no violencia, la creciente consideración de las técnicas que colaboren climática y ambientalmente, son características de esta nueva economía. Así como su capacidad multiplicativa y exponencial, que no es sino la eficiencia resultante del verdadero conocimiento, y que sin duda pondrá las bases de una nueva tecnología.
Apoyados en estos hechos constatables y sin caer en dogmatismos, creo que podemos afirmar que estamos ante el ejercicio de una nueva forma de vida, de una síntesis histórica superadora de todo lo anterior, evolutiva. Que con sus altos y bajos, con sus errores y aciertos, se irá abriendo camino y sustituyendo las anteriores formas ya agotadas e insatisfactorias.
Creo que ya es posible visualizar que serán los pueblos, los grupos humanos, los que irán ganando protagonismo creciente, desplazando los rígidos y mecánicos modelos de las naciones-estado centralizadas. Esta debería ser la apropiada dirección de la descentralización. Hacia el poder popular organizado y no hacia entidades ya obsoletas de la vieja organización.
A medida que las nuevas relaciones se vayan consolidando, las viejas diferencias se irán desdibujando y finalmente podremos dejar atrás la violencia, que en última instancia no es sino ignorancia de aprendices.
Si alguien se siente incómodo con la función de aprendiz, considere solamente que en miles de años, aún no hemos sido capaces de resolver las necesidades básicas. Hasta que no aprendamos el ABC de la vida, me parece que nos queda grande hablar de civilización. Más útil nos resultará tomar conciencia y ocuparnos con humildad de las prioridades inaplazables.
Finalizo entonces diciendo que me parece que Venezuela, está dando muestras de su inteligencia y capacidad, al comprender que solo mediante la generosidad, la solidaridad, la ética revolucionaria, apartando en este caso la banana de si, para compartirla con los más necesitados, podemos avanzar juntos hacia ese mañana anhelado. Dejando atrás a nuestros primos y sus infantiles, inmaduras, ignorantes peleas por bananas
Bueno amigos, espero que hayan disfrutado este paseo de analogías creativas y no se hayan perdido por el camino. Tengo que confesarles que la intención esencial de este artículo no era hacer una exposición económica, sino usarla cual vehículo para lograr una mayor agilidad o dinamismo de la mirada, de la siquis.
Unico modo de poder reconocer la hipnosis, el compromiso emotivo, el doble lazo de temor-deseo que tenemos con el mundo de los objetos, generalmente llamado mentalidad consumista. Separarnos un poquito del habitual modo de percibir, a diferencia del mono que no pudo soltar su banana, pagando por ello el alto precio de su libertad.
Antes de despedirnos un último ejercicio. Siéntete y mírate ahora a ti mismo desde esa nueva mirada. Verte de un modo nuevo. Sentir y ver un nuevo futuro. Una nueva sensibilidad, una nueva concepción del ser humano. La fuerza interna, la fe dejando atrás lo conocido e insatisfactorio para adentrarse en lo desconocido, permitiendo que cobre forma y venga a ser.
La alegría de crear, de saber que no somos pasivas víctimas de las circunstancias, sino innovadores, transformadores de las circunstancias. La certeza de saber que nuestra decisión cuenta y es la puerta a través de la cual lo nuevo viene a ser. No es poca la diferencia. Una mirada es esclavitud. La otra es revolucionaria, es amor a la libertad que trasciende todo límite.