Cómo no vamos a tener un problema cultural y social en nuestro país si
hemos perdido el respeto por la autoridad.
Veamos:
Cuando era niño se me ocurrió llamar a mi Mamá por su nombre, no había
terminado de nombrarlo cuando la bofetada logró su intensión
¡RESPETAME!. Tal vez no es la mejor imagen de explicar lo que a mi
manera está sucediendo hoy, pero ha sido en nuestro seno familiar
donde se han creado los modelos errados de conducta que nos afecta.
Cuando fui creciendo en el hogar se hacía sentir la autoridad de los
padres así sea a punta de correa, pero ya de grande comenzó un cambio
de percepción popular con respecto a la crianza, cosa que tenía que
superarse como eso de la violencia doméstica que se daba mucho en el
maltrato de los hijos, a mi parecer se fue al otro extremo...NI CON EL
PETALO DE UNA ROSA y ahora son los hijos que castigan a sus padres
desde gritarles, no a la obediencia, la poca colaboración doméstica,
abandono escolar y hasta laboral. Ejemplos hay miles y en los sectores
populares se harían estudios completos. Toda esa madeja de malandros
que pusieron en jaque los barrios se debe en parte a la descuidada
educación y autoridad de los padres y familiares, existen otros
factores muy influyentes como la televisión y el económico. He visto
Madres, en especial, que están conscientes del mal camino de su hijo y
en vez de tomar medidas drásticas, lo protegen.
Pero no me enfocaré en esto, sino de conductas más generalizadas que
aunque no tenga que ver con sangre y muertes, si con conductas pésimas
que tienen que son las causas del irrespeto a la autoridad. Vemos como
se irrespeta la autoridad y figura presidencial, no solo de opiniones
personales que puedas escuchar en una esquina, sino desde los Medios
de Comunicación Social.
Políticos de lado y lado se dicen cosas que uno se queda pasmado. Todo
comenzó desde que Chávez surgió en la escena pública en su intentona
golpista contra el régimen opresor de Acción Democrática con Carlos
Andrés Pérez cuando el Senador adeco David Morales Bello en la
Asamblea Nacional pidió ¡Muerte a los Golpistas!. Que se sepa,
Venezuela no tiene pena de muerte.
Qué no se dijo después en la prensa contra los militares alzados y
vencidos. Años después en la campaña de elecciones presidenciales de
1998, qué no se dijo de Hugo Chávez, todos los calificativos hacia su
persona. Peor aún al llegar a la presidencia; la burla, la
descalificación más cruda, el irrespeto a su vida privada, la
tergiversación de sus órdenes.
Recordemos cuando se le sacaba a su mamá, como se le denigró por sus
orígenes de condición social, físico o color de piel. Fue una
constante que al llegar las terribles y alocadas marchas de opositores
uno se quedaba atónito de tanta irracionalidad al preguntarsele a los
marchistas porqué protestaban, un odio destilado en sus verbos y
expresiones.
El odio insuflado era ya algo colectivo. Recordemos a la ex diputada
María Corina Machado cuando en un acto honorable en la Asamblea
Nacional y en cadena nacional destilaba en su rostro y mirada tanto
odio que llamó ladrón al Presidente, en otro país esta señora
estuviera presa.
Esa actitud se fue haciendo normal porque lamentablemente nuestro
Gobierno repitió el mismo error NI CON EL PÉTALO DE UNA ROSA, es decir
que se fue dejando irrespetar la autoridad.
Ese irrespeto a las personas sean a la máxima autoridad o a las
personas más comunes lo vemos en todos lados, cuando vecinos violan el
derecho del descanso de los demás con su música a todo volúmen durante
noche y madrugada, cuando ante un conflicto personal se apela a las
armas y la muerte, cuando no irrespetamos el orden de una cola, cuando
se bachaquea, cuando un comerciante no respeta los precios regulados
de los productos, cuando nuestro lenguaje está compuesto de más
palabras impropias, y así tantos ejemplos.
Faltarle el respeto a las figuras públicas como al prójimos es una
clara señal del deterioro moral interno, de una insensibilidad
espiritual, de una falsa concepción de la vida y del ser humano.
Todo comenzó desde el hogar y debe desde allí mejorarse. Es un tema
muy extenso, pero debemos reflexionar en esto. No es cuestión de
pobreza o riqueza sino de conciencia. Igual para los del gobierno
cuando responden a las calumnias, es decir debe haber un punto de
encuentro porque ya se ha llegado de las palabras a los hechos de
sangre.