¡Qué me griten chusma, chusma!

Cuando enciendo la televisión y veo que en pleno sigo XXI se sigue transmitiendo “El Chavo” como un seriado dizque infantil, no puedo sino sentir tristeza de saber que, más que comicidad en su contenido nada risible, se nota el desprecio hacia el ser humano y los antivalores. Ese programa alienante con impacto en sus modos de conducta sobre los niños, aún  después de cuatro décadas sigue vigente en pantallas de televisión, sobre todo en Venezuela, en el canal que más se da golpes de pecho diciendo: ¡al acoso, sácalo del juego!

Muchos no lo creen así, pero el mote “chavistas” fue tomado de manera muy estudiada por un sector político clasista hacia los seguidores de Chávez que se generaban desde finales del siglo XX pues, de esa serie, se perfilaba el acto comparativo de los pobretones latinoamericanos etiquetados en semejanzas de “tierrúos”, “patas en el suelo, “marginales”, “chancletúos” y cuanto epíteto se asociara a los que luchan por la igualdad y el colectivismo siguiendo a Chávez. Claro, dentro del “chavecismo” (formalmente asumido como chavismo),  hay personas malaprendidas (por diferentes causas sociales), radicales apasionados, militantes partidistas, utópicos y muchísima gente solidaria con sensibilidad social de pueblo  que son seres humanos con derecho al respeto de su dignidad, aunque  en las voces del arribismo permanente se escuchan  desde los adentros de sus  almas y los afueras de sus bocas gritándoles: ¡chusma, chusma!

No se niega que en el sector de la población de mayores logros económicos existan personas correctas y honestas, ¡claro qué las hay!, pero es una minoría y especialmente se les conoce porque sus logros materiales los han obtenido por vías del trabajo fuerte, creativo  y emprendedor, pero, han pasado siglos y la conducta  racista y clasista de otros tantos llamados burgueses se manifiesta en un arribismo de alcurnia, de esos que miran a la gente de a pie con el asco sintetizado en una expresión de monosílabo despectivo que reza: ¡fo!, es decir,  ¡todo les hiede nada les huele!. Esos son los que se creen sangre azul por las riquezas obtenidas desde un pasado colonialista hasta un presente de negocios viciados y corrompidos.  Por años, muchos de ellos armaron desde clubes selectos hasta sectas como la que enfrentó el gobierno de Jaime Lusinchi a mediados de los ’80 con el grupo neonazi llamado “Tradición, familia y propiedad”  que germinó en semillas vigentes y que son fácilmente reconocibles pues se amparan en el nacionalismo utilizando simbologías patrias y haciendo turismo de barrios y caseríos para tomarse las fotos y videos alrededor de la gente “marroncita” y  pueblo con aspecto muy humilde, por eso, una vez utilizaron la tristemente despectiva tarjeta llamada  “mi negra”.

Hace años trabajé en una empresa privada de cigarrillos y al personal nos clasificaban en Caracas Este (blanquitos y bien parecidos)  y Caracas Oeste (morenitos o de aspectos humildes). Esa exclusión se vivía  en empresas que marginaban por el aspecto físico más que el intelectual o la experiencia. De hecho, en los años ´90, aun teniendo buen salario, el solo hecho de vivir en un  sector popular impedía el acceso a tener una tarjeta de crédito por solo mencionar una de tantas exclusiones. ¡Así nos trataban y lo viví alrededor! Aunque puedo decir que en mi caso, tuve mis tarjetas de créditos en esos tiempos  y que también trabajé en Caracas Este pero, nunca estuve ni estaré de acuerdo que se vuelva a repetir esa situación. A la gente de a pie nos conocen por el “tumbao” para bailar, recitar, ejecutar música, hacer deporte, crear y mantener la cultura ancestral, es por ello que durante años los venezolanos fuimos conocidos por lo afable, xenófilos y alegres, pero, en el transcurso del tiempo, la transculturación y el “mojón mental” nacieron los nuevos ricos de quince y último que no miran su procedencia y lamen el piso de quien los desprecia.

Antes del siglo XXl la recluta y redadas policiales se daban en nuestros sectores populares porque nos veían como “los cara e´ culpables” mientras Alí cantando decía: ¡la policía siempre es eficiente cuando se trata de los pobres!, ¡Puedo decir que nací en un barrio de Caracas que le ha dado grandes glorias a Venezuela en lo deportivo, cultural, político e intelectual! Sabemos que ahora y siempre, las biónicas operadas de alta clase social y los misógenos tildarán de feas a nuestras mujeres humildes y luchadoras. De donde vengo están esas caras lindas puesto que la mayoría de las mujeres de mi país son bellas no solo por lo físico, sino por lo espiritual y amoroso, es así que tengo una madre yaracuyana y me corre sangre de mis abuelas Marías: de la negra, la india, la canaria y la andina. Así seguiré, al lado de la hermosa cara india canela de mi esposa  que me regaló bellas hijas con piel de pueblo. ¡Qué me griten chusma, chusma cual odioso Kiko a Don Ramón!



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Larry Márquez Peralta


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