La cabeza política o políticos sin cabeza

La naturaleza de los políticos sin cabeza es la nada, aunque al otro extremo estén los cabezones maquinando con su excesivas pensadoras, en este caso, la balanza es precisa porque el fin de ambos es el mismo: joder a los que alzan su voz de protesta en el intento de caminar con cabeza firme para arengar ideas de un mundo mejor.

Referirme a la cabeza como una de las extremidades del cuerpo, me hace creer básicamente en ese espacio que abarca la esencia del ser por su pensamiento, aunque, en el caso de algunos, provoca llevarlos al invento de Guillotón y dejarlos como culebras venenosas decapitadas pero, no lo digo en el sentido violento de arrancar la vida, más bien metafóricamente de borrar el pensamiento obtuso que hace de algunas cabezas políticas o cabezas huecas descocadas una urgencia de tratamiento en siquiatría .

La cabeza significa mucho en lo estético y dice de ellos, lo que guardan en esa extremidad, por eso, existen casos al mejor estilo de Narnia con su mundo irreal peligroso al poner de cabeza y protagonista de comiquita a un "cabeza de chorlito", por otro lado, se ve el copete que marca forma en la cabeza del creído todopoderoso como un decorativo mediático imperial, también tenemos el tinte amarillo de cabello en una mujer tirana que trata de esconder su origen e incluso, la cabeza fría de los que disfrazan fascismo por democracia para exterminar el incómodo pueblo que trata de llenarse de luces para pensar.

La moda de los pelones o cabezas rapadas creo que se debe a un disimulo de los "poco pelos" cuando en la angustia diaria en algunos casos o por cargos de conciencia en otros, se les va cayendo el cabello antes de tiempo, aunque podría pensar también que es una forma para alejarse de los piojos, en todo caso, ya no le dan de comer al barbero pueblo. La verdad, que tanto político sin cabeza (sin ideas), me recuerda el lenguaje coloquial de antes cuando les decían "estos cabeza e´ñame" y, de esa rabia que a veces nos enciende por estos días como pueblo decimos: ¡son una cabeza de grosería!, en este caso, evitando la escatología de ésta reflexión, para que no me llamen soez por la grosería de una sociedad corrompida con políticos a la cabeza.



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Larry Márquez Peralta


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