Cacerolear o no cacerolear, esa es la cuestión

Las dirigencias políticas pro-gobierno y anti-gobierno asumieron el jueves 1° de septiembre como un éxito, al borregear a la masa para la “defensa” de sus bastiones, tomando la vieja consigna de que “Caracas es Caracas y lo demás es monte y culebra”. Y esto descalifica o tergiversa, no la arrogante actitud del cenáculo político de ambas partes, sino el sentir de la sumatoria de ambos grupos de venezolanas y venezolanos de querer vivir en paz, en un momento en que el colectivo considera que lo han abandonado o lo tratan de manera indiferente y que solo son útiles, para llenar mas que una avenida, las apetencias de unos y otros privilegiados.

Estos capítulos callejeros promovidos por la partidocracia y que vamos a presenciar de nuevo, no generan compromiso hacia el alicaído poder popular, se hace como una especie de entretenimiento mediático, sobre todo para justificarse ante los gringos. Unos, para que los dejen gobernar y a los otros, para justificar la tarifa que cobran para seguir saboteando y conseguir el poder. Es decir, ambas partes buscan el visto bueno del norte. En contraparte, la gran mayoría de nuestro pueblo que no salió a marchar, ni a cacerolear, está ahí, expectante, preocupado y agobiado por su devenir inmediato, su ahora, su hoy, porque hasta sus ahorros materiales y anímicos para afrontar e invertir en su futuro, se los han quitado y porque su día a día se ha ido comiendo sus entrañas y eso no tiene nada de entretenido.

La universalmente famosa estrofa e interrogante shakesperiana: “Ser o no ser, ésa es la cuestión. ¿Cuál es más digna acción del ánimo, sufrir los tiros penetrantes de la fortuna injusta, u oponer los brazos a este torrente de calamidades, y darlas fin con atrevida resistencia?” encaja como pieza, en este crítico rompecabezas que hoy vivimos. Es una disyuntiva que acompleja a nuestro pueblo. La gran mayoría quiere manifestarse, pero no lo quiere hacer, es así. Y desafortunadamente para un pueblo que votó por las reivindicaciones no solo en el plano material, sino el humanamente igualitario, estos dos incipientes logros no lograron solidificarse y mas bien sean han ido “ablandando” irreversiblemente. Ya la siembra ideológica en estos momentos es estéril, nuestro pueblo lamentablemente tiene la vista corta inducida por su situación y ese estrecho panorama, es la realidad de su entorno familiar. Las cacerolas que hoy suenan, son las mismas que les sonaron a Carlos Andrés, a Rafael Caldera y a Pedro Carmona, porque es un sector del pueblo que se expresa de manera variopinta: Unos ven en Ramos Allup una esperanza contra natura a sus desesperaciones. Otros que no quieren a la derecha representada en la MUD, pero quiere llamarle la atención al gobierno para que resuelva su situación. Están además los que apoyan abiertamente al gobierno que los reivindicó pero soslayadamente están dándole a un pocillo y los que no quieren a unos ni a otros, sino alternativas de un dialogo consensuado nacional donde todos comulguen. Finalmente, está una minoría excluyente que usa sus Magefesa o Rena Ware en contra de los que usan las grasientas y ennegrecidas ollas de hierro colado.

Lo que se avizora en el país, es más intranquilidad para la psiquis emocional de la nación. Este último tercio del año se va a tornar bastante animado y no precisamente de manera motivacional, sino de manera exacerbada. La MUD en su cronograma de actividades, una suerte de POA (Plan Operativo Anual con financiamiento gringo) se propondrá sacar de quicio al gobierno, tratando de que este responda de manera cáustica en la calle, buscando a como de lugar la sangre que alimente su maquinaria violenta. El gobierno, procurando prolongar su languidez basada en dar mas asistencialismo inmediato, con la remesa de dólares proveniente del controversial Arco Minero y dándole mas poder al estamento militar, para generar un orden marcial impositivo socio-político, que no tiene nada que ver con lo que llamó el Camarada Comandante Chávez, la “Unión Cívico Militar”. Ninguno de estos escenarios le gusta al pueblo, porque en ninguno aparece el pueblo como protagonista, ni siquiera como espectador, solo es un medio para los fines.

Hoy, en esta innegable situación de lucha de clases condicionada, las dos partes han puesto a pelear a las clases mas desfavorecidas entre si, porque las clases dominante realizan su contienda tras bastidores y esta genera rédito parejo para ambas. El pueblo está lleno de dudas y las cúpulas políticas llenas de confianza. Es un desequilibrio entre quienes quieren mandarnos y los que dudan entre dejarlos hacer o no. Y esto se traduce en una felicidad antagónica: hacer felices a los que nada esperan, porque nunca serán defraudados. He ahí la cuestión.



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Carlos Contreras


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