"Cuidado, si no nos damos cuenta de esto, estamos liquidados y no sólo estamos liquidados, seríamos nosotros los liquidadores de este proyecto. Nos cabe una gran responsabilidad ante la historia a los que aquí estamos. Véanse las caras, véanse los ojos en el espejo cada vez que vayan al baño o a donde haya un espejo"
Hugo Chávez, Golpe de Timón, Octubre 2102
Ahora mismo, debería haber un espacio para que los que hemos estado identificado con el proyecto de Chávez, nos tomemos un momento y pensemos sobre algún par de cosas fundamentales y que hoy sostienen una situación crítica en pleno desarrollo.
Se sabía de antemano que esta lucha no iba a ser fácil. Era una lucha que ya había sido anunciada. Muchos países la vivieron primero y no tenían la importancia que ha tenido y tiene Venezuela para los intereses de los EEUU. Se suponía entonces, que el futuro del proyecto dependería fundamentalmente de un posicionamiento y una participación clasista por parte de los sujetos que estaban en condiciones de acompañr el proyecto de cambio.
Implicaba desarrollar una auténtica organización en estos espacios. Se tuvo el formato de organización, pero ese elemento tan importante para el proyecto no se llenó o cumplió como fue pensado por Chávez. Muy al contrario, este proceso tan vital para el proyecto, sufrió un proceso de vaciamiento. En vez promover de la organización de los sujetos llamados a profundizar el proyecto, fue más fácil usar a las personas para el ejercicio de actos cuyos propósitos era servir como mecanismo clientelar a los que asumieron la Dirección Política.
Se supo desde el comienzo que el proyecto para avanzar requeriría de una gran dosis de compromiso, voluntad y mucha ética. No era fácil andar esa ruta, desprovisto de una cultura y una ética que hiciera sentir, que el fin supremo era la existencia y continuidad del proyecto. Chávez sintió y reconoció esa necesidad y la plasmó muy claramente en objetivos, pero todo este asunto que era igualmente estratégico para el proyecto comenzó a desvirtuarse y hoy, más por la falta de estos principios, que por la acción de todos los planes de la derecha; el proyecto de cambio se siente amenazado. Cuando hoy deberíamos estar en un escenario propicio para profundizar la lucha social social (clasista); la alternativa que luce como viable es un diálogo (léase negociación) con la derecha para ver si logra un consenso y eso supone nada más y nada menos que negociar y negociar es dar-quitar-dar.
No hagamos una larga historia. Sólo ubiquémonos en el momento en que Chávez ya viendo el rubo torcido que lleva el proyecto, exigió a todos sus colaboradores inmediatos, pero particularmente el rector de la política de empoderamiento del Poder Popular, su agónica frase de “Comuna o nada”. Eso movió el piso y Chávez sentida que eso iba quedando rezagado en el desarrollo de la política, pero no trascendió en el tiempo. La rutina de unos consejos comunales sedientos de billetes y una dirección política necesitando clientes, canceló esa agonía de Chávez. Suena hoy profundo, “maduro encargate de eso”, creo que así dijo.
Todos fuimos testigos de esa otra agonía que se expresó en el Golpe de Timón. Rápidamente todo se movió para hacer ver que esa agónico discurso de Chávez sería considerado para corregir. En muy corto tiempo esa agonía se esfumó y hoy para hacernos ver que Chávez vive, sólo se ve por ahí, una reunión para recordar que el “Golpe de Timón” existió, pero no para evaluar que tanto de se agónica reflexión de Chávez se incorporó al hacer de los ministerios, las gobernaciones y las alcaldías. Esa agónico llamado de Chávez se lo llevó el tiempo.
Sus colaboradores no se vieron la cara al espejo, pero se tocaban su bolsillos. Hoy es necesario dar un giro con las características éticas de ese pueblo que supo el 13-A enfrentar el golpe de la derecha. Ese contragolpe es necesario a lo interno del proyecto, que es como decir; una revolución dentro de la revolución, pero esta vez de verdad.