Triunfó nuestra vocación de pueblo de paz. El pueblo venezolano ha demostrado ante el mundo, una vez más, que la República Bolivariana de Venezuela es territorio de paz, a pesar de que poderosos intereses antinacionales han hecho de todo para incendiar y destruir el país, en el mismo sempiterno afán de asaltar el poder político para gobernar sobre los escombros.
Ha sido derrotada la locura de quienes cumpliendo un encargo de parte de la ínfima minoría oligárquica (aliada en condiciones de vasalla al imperialismo yanki) que cree que este país es su propiedad, y que por culpa de Chávez les fue arrebatada por los "tierrúos" (como nos califican al pueblo venezolano). Esos sectores apátridas pretendían que hoy nos estuviéramos matando en masa.
Pero el pueblo, a pesar de las dificultades producto de la brutal guerra económica y la maldad de esa derecha, impuso la paz.
Sería de mezquinos no agradecerle al Presidente Maduro su sabia y valiente conducción para ir superando todas esas dificultades.
Y así llegó la navidad, hoy es 24 de diciembre, y la celebraremos, de distintas maneras, cada quien con sus tradiciones, creencias y costumbres, en familia y amistades.
Por ejemplo, en El Carito, mi pueblo natal, los lugareños se reúnen para alumbrar, entre parranda de aguinalderos, al Niño Mochito (llamado así porque perdió, quién sabe cuándo, un dedito de un pie).
Entre el regocijo muy propio de la época será bueno sacar tiempo para la reflexión y el recogimiento espiritual muy necesario.
Quizás sea muy oportuno leer Cuento de Navidad (A Christmas Carol), novela corta del británico Charles Dickens, publicada en 1843, quien logra perfilar genialmente en el clásico personaje Ebenezer Scrooge al hombre avaro y egoísta, así condena al capitalismo industrial del siglo XIX, sistema social tan esclavizante que prácticamente había acabado con la celebración de la Navidad.
El tema sigue siendo actual; el irracional consumismo que impone el capitalismo global para enriquecer a una minúscula élite mundial se sostiene sobre las más inicuas desigualdades e injusticias, con las cuales se condena a vivir en la miseria a millones de seres humanos, al tiempo que acaba con bellas tradiciones como la navideña, cambiándoles el contenido, justificando incluso hasta la misma destrucción por agotamiento del planeta, hogar de la humanidad, donde debe residir la paz y la felicidad, lo más característico de estas fiestas.
Muchos escritores venezolanos han trabajado muy bien el tema. El barcelonés Oscar Guaramato, gran periodista, honesto, escribió un hermoso cuento titulado "Jesús, José Y María", que nos introduce en una atmósfera bíblica para sorprendernos con un final donde José Calcurián y María Cumare y su niño Jesús por fin han llegado a Cabimas. Así les deseo: Feliz Navidad.