Este Domingo 12 de Febrero de 2017 se cumple el Ducentésimo Tercer Aniversario de la Batalla de “La Victoria” (1814), fecha ésta que es reconocida como Día de la Juventud Venezolana (Por Decreto de la Asamblea Constituyente, del 10 de febrero de 1947), por la singular participación de los jóvenes en esa memorable jornada de combate armado en la Guerra de Independencia. Pero celebrar o conmemorar una efeméride significativa del pasado emancipador venezolano, sin que la sociedad actual revalorice y exponga su contenido o carga moral proyectada en el presente, sería hacer lo que expone la frase bolivariana que alertó acerca de “arar en el mar”.
ç Desde hace mucho tiempo se hizo costumbre en el protocolo oficial los actos cargados del rito castrense de la “Parada Militar” y la presencia de “autoridades oficiales” en representación de diversos entes o instituciones de la Administración Pública; quienes por cierto en su mayoría asistían a los actos por el imperativo cumplimiento a las convocatorias recibidas de parte de sus superiores jerárquicos. Por su parte el escaso pueblo que se presentaba lo hacía más por la curiosidad, que por efectos de un verdadero sentimiento patriótico o de veneración hacia los bienchores de la República, nuestros antepasados los Libertadores. Tanto se arraigó esa “costumbre” que todavía hoy en los actos de ese tipo prevalece el rigor protocolar del componente militar por encima del contenido civilista, inherente al proceso de transformación social que significó la construcción repúblicana iniciada formalmente el 19 de Abril de 1810 (Cabildo de Caracas), seguida de la Instalación del Primer Congreso Nacional (Caracas 02 de Marzo de 1811) quienes aprueban y proclaman la Declaratoria de Independencia el 5 de julio del mismo año.
Afortunadamente los espacios y formas de participación y protagonismo del pueblo han venido multiplicándose, también se han logrado tangibles escenarios para visibilizar a quienes antes fueron invisibles en la sociedad venezolana por culpa de la indolencia oficial. Es por tanto que recomendamos a la Juventud del presente, durante estas celebraciones cargadas de contenido histórico, que además de participar masiva y activamente en las actividades programadas, que también reflexione criticamente sobre su acontecer del hoy escudriñando analítica y concientemente en la solera del ayer, con lo cual puedan vislumbrar su accionar de cara al provenir, corrigiendo errores que hoy comete y perfeccionando los éxitos que objetivamente logra.
Decimos esto porque generalmente el período juvenil se caracteriza por la rebeldía –con o sin causa- y la actitud contestataria de los muchachos, con mucha inclinación hacia las ideas revolucionarias, tal y como lo decía Salvador Allende cuando afirmó: “Ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica”. Sin embargo, no siempre las ideas de los líderes revolucionarios se quedan sembradas en la reflexión crítica durante el período juvenil -y muchas veces tampoco en los períodos de vida subsiguientes- para materializarlas en la práxis cotidiana de su existencialidad, de sus quehaceres, de sus responsabilidades actuales o futuras, obviamente contextualizándolas en el tiempo y espacio correspondientes. Entonces vale la ocasión del 203 Aniversario de la Batalla de “La Victoria” y 70 del Día de la Juventud para recoger algunas orientaciones de personajes que forman parte de la historia rebelde y revolucionaria en el mundo:
Citemos al primer Líder victorioso de una Revolución de Izquierda, Vladimir Lenin, cuando el 2 de Octubre de 1920, se dirigía a la Juventud Comunista de Rusia:
“No queremos una enseñanza memorista, pero necesitamos desarrollar y perfeccionar la memoria de cada estudiante, dándole hechos esenciales, porque el comunismo sería una vaciedad, quedaría reducido a una fachada vacía, y el comunista no sería má que un fanfarrón si no reelaborase en su conciencia todos los conocimientos adquiridos. No solamente debéis asimilar esos conocimientos, sino asimilarlos con espíritu crítico para no atiborrar vuestro cerebro con un fárrago inutil, para enrriquecerlo con el conocimiento de todos los hechos, sin los cuales no es posible ser hombre culto en la época en que vivimos”
Si bien ese contenido particulariza con los jóvenes comunistas rusos de ese tiempo, no podemos negar la vigencia y certeza de sus palabras, aplicables a cualquiera organización juvenil revolucionaria del presente. En ese mismo sentido lo hizo el Che Guevara, quien con su ejemplo se convirtió en referencia universal para las juventudes del mundo, decía él a los muchachos comunistas de Cuba lo siguiente:
“El joven comunista debe proponerse ser siempre el primero en todo, luchar por ser el primero, y sentirse molesto cuando en algo ocupa otro lugar. Luchar por mejorar, por ser el primero. Claro que no todos pueden ser el primero, pero sí estar entre los primeros, en el grupo de vanguardia. Ser un ejemplo vivo, ser el espejo donde se miren los compañeros que no pertenezcan a las juventudes comunistas, ser el ejemplo donde puedan mirarse los hombres y mujeres de edad más avanzada que han perdido cierto entusiasmo juvenil, que han perdido la fe en la vida y que ante el estímulo del ejemplo reaccionan siempre bien.”
Coinciden Lenin y el Ché, que fueron líderes victoriosos de revoluciones armadas, pero también lo fue nuestro Libertador Simón Bolívar, por demás estudioso e inquieto en la busqueda del conocimiento integral para aplicarlo en la práctica, tanto así que aseguraba en Angostura (1815) con muchísima razón que: “Un pueblo ignorante es un instrumento ciego de su propia destrucción”. Lo afirmaba conciente también que: “Por el engaño se nos ha dominado más que por la fuerza.” y había pues que estar enterado de las realidades y explicarlas certeramente para que los enemigos no abusaran de la credulidad del pueblo. Hoy los venezolanos tenemos, y muy particularmente los jóvenes revolucionarios, un reto muy similar que nos obliga a estudiar con dedicación nuestra historia insurgente Bolivariana y la historia revolucionaria de tiempos más recientes.
Insistimos a los jóvenes en la necesidad de nutrir el intelecto con el conocimiento del pasado para la comprensión del presente, inspirarse en el sacrificio del Comandante Chávez y reavivar sus ideas, como cuando expresó: “tenemos que terminar de borrar las fórmulas extrañas a nosotros mismos y buscar los códigos de nuestro pensamiento más antiguo”, porque sin duda que él, tan apasionado por el estudio y tan inspirado en nuestros Libertadores, sabía que en este empeño transformador Revolucionario - Bolivariano: “No haremos el futuro grande que estamos buscando si no conocemos el pasado que grande que tuvimos”.