Desde mi niñez, todo lo que escuché en torno a Castro era: “Fidel es un tirano, tiene a los cubanos pasando hambre y trabajo, es un comunista, es una amenaza para América, es un dictador malvado, tienen un embargo global, etc. etc.” Crecí pensando lo peor de este hombre y de Cuba. No sería la única persona. En aquel entonces, nadie sospechaba que los medios mentían, maipulaban o distorsionaban “las verdades”. Pasaron los años. Sin que nadie me dijera nada, sola, empezé a entender los porques. Analizé el entorno, el mundo mismo y poco a poco entendí a Castro. También logré ver que vivía en un planeta de esclavos. Sí de esclavos, pero modernos y en “Democracia”. Todos los seres humanos somos víctimas del sistema. Un sistema implantado desde los tiempos de la industrialización, en el cual los campesinos tuvieron que abandonar sus sembradíos y tierras porque los industriales se las quemaron para arruinarlos y así obligarlos a migrar a las ciudades y convertirse en los peones, obreros y esclavos de ellos, quienes luego se apoderaron de sus tierras. A su vez, el sector público adoptó el esquema esclavista.
De ahí nace nuestra esclavitud democrática global. Ahora esas industrias son las actuales transnacionales. Para los países del primer mundo, la democracia no es “todo gobierno ejercido por la soberanía de su pueblo”. NO. La democracia para estos países es poder establecer sus transnacionales en el tercer mundo, elegir a dedo sus gobiernos, dominarlos, controlar y saquear sus recursos, colocar y mover sus dineros mal habidos, endeudar y emprobrecer a los pueblos, consolidando sus hegemonías. El país o gobierno que no se deje controlar o someter será entonces antidemocrático, comunista o dictatorial tiránico. Bajo el régimen del golpista Batista, Cuba era el burdel del Caribe. Fidel no llegó por casualidad si no por una causa: llegó para liberarla de los sodomistas y gomorristas norteamericanos que habían invadido la isla para sus promiscuidades, lavados de dinero, vicios y demás placeres mundanos, mientras el cubano moría de hambre. Estados Unidos veía a Cuba como un estado asociado servil. Con la llegada de Fidel Castro al poder, Cuba cambió “para siempre”. Fidel, hombre alto y fuerte, no es físicamente inmortal. Nadie lo es. Todos tenemos un día de llegada y un día de salida y Fidel algún día se irá.
Pero lo importante no es su partida. Lo importante es la permanencia no sólo de la ideología revolucionaria, si no también de la dignidad de los cubanos, su nacionalismo, por la lucha que durante décadas han sostenido para sobrevivir a las más crueles políticas norteamericanas, del ser inmunes a la contaminación consumista que ha enfermado al mundo. Su recurso humano es el primer recurso cubano y es invalorable. En la actualidad, Cuba todavía no está contaminada por la salvaje publicidad consumista mundial. Y esa es el principal preocupación de Washington: La instalación de las transnacionales en Cuba. ¿Podrán vender coca-cola ó mcdonalds algún día en la isla? ¿Necesitan los cubanos convertirse en víctimas del consumismo capitalista?, ¿de la moda?, ¿de la belleza?, ¿del E Entertainment Television?, ¿de intoxicarse con los productos y alimentos plásticos de EU ?
Luego de décadas de embargo, realmente no creo que los cubanos se dejen lavar el cerebro.La revolución en Cuba es permanente. Por ello: ¡Viva Fidel! ¡Viva Cuba! ¡Viva la Revolución Cubana!