Venezuela y Ecuador son de un pájaro las dos alas

El título parafrasea una canción de Pablo Milanés que habla sobre Cuba y Puerto Rico. Sin embargo, creo que éste describe bastante bien las realidades y tendencias actuales de estos dos países bolivarianos. Aunque parezca odioso, en este artículo, hago una comparación entre ambas realidades con el único propósito de hacer reflexiones que apunten al aprendizaje histórico.

Cierto que Ecuador y Venezuela tienen importantes similitudes. Más allá de ser países bolivarianos, de tener raíces coloniales similares y de ser países petroleros; quiero resaltar las semejanzas entre sus procesos históricos recientes. La Revolución Bolivariana liderada por Chávez sirvió para reabrir las esperanzas de los pueblos de Venezuela y del mundo. Chávez mostró al mundo que sí era posible adelantar revoluciones pacíficas por las vías democráticas y nos mostró que sí era posible llevar la voz digna de los pueblos ante el imperio mundial. Caracas sirvió de nuevo de ejemplo con la realización de procesos constituyentes que habrían de conllevar a formas distintas de democracia, alejadas del referente representativo.

Pocos años después, inicia la Revolución Ciudadana liderada por Correa. Entre la Bolivariana y la Ciudadana existen coincidencias claras en términos de constituyente, lenguaje, ideologías y criterios. Tanto la Bolivariana como la Ciudadana tienen fuertes fundamentos morales. Por un lado, la Bolivariana centra su atención en la máxima felicidad del pueblo y la elevación de la moral y las luces; mientras la Ciudadana centra su atención en lo que los ecuatorianos llaman "Calidad de vida". Muy contrario a la visión del "sueño americano", la versión ecuatoriana resalta la adecuación cultural para alcanzar la mejor integración del humano con la naturaleza, con las comunidades, con el país y con los pueblos del mundo, resaltando el concepto de ciudadanía. En todo caso, ambas revoluciones tuvieron claras fundamentaciones morales que estaban llamadas a generar los cambios culturales necesarios para conseguir un mundo mejor, vale decir, para hacer revolución.

En sus primeros años, ambos procesos mostraron interesantes resultados. Las acertadas políticas relacionadas con el mercado petrolero condujeron a incrementar los ingresos en ambos países. Pero mucho más allá del aspecto económico, ambos países mostraron significativos crecimientos sociales sobre todo en programas de salud, educación y en atención de los sectores marginados. Por más que los opositores quieran ocultar la verdad, los indicadores sociales evidencian ese crecimiento, más allá de los clásicos indicadores macroeconómicos.

Pero llegó el momento en que dichos indicadores comenzaron a retroceder en Venezuela. Ya para 2009 comienza a observarse el declive de lo que de manera consistente había mostrado contundentes mejoras. Cabe entonces preguntarse qué pasó, qué ocurrió en el proceso venezolano que condujo a este lamentable cambio de tendencia. Más aún, la tendencia negativa sigue acelerando al punto que muchos pronosticamos el inminente fin de la Revolución Bolivariana.

En mi criterio, el proceso degenerativo comienza por los años 2005 a 2006 cuando la oposición realiza unos cambios estratégicos interesantes desde el punto de vista político y cuando se producen importantes triunfos para las filas chavistas. Por un lado está la no comparecencia de la oposición a las elecciones para la Asamblea Nacional y los resultados del referendo revocatorio presidencial. Da la impresión que tras estos eventos se produjo en los cuadros identificados con el proceso chavista una sensación de invencibilidad. Parecía que ya no se hacía necesario mostrar que lo podíamos hacer mejor que los que condujeron al país en el pasado y lo que había que hacer era "cobrar la factura".

Más adelante ocurrió otro hecho importante. ´La propuesta de reforma constitucional fue negada por nuestro pueblo. Como cosa curiosa, la oposición pasó a ser la nueva defensora de la constitución bolivariana y desde entonces la asumen como bandera, como referente institucional. Pero más allá de este hecho mediático está el tema de las reformas que dejaron de implementarse, especialmente aquellas concebidas para superar al Estado formal tradicional para conquistar el Estado comunal. De manera que aquella única derrota hasta aquel entonces, representó una gran derrota para la consolidación del proyecto revolucionario y fue otro elemento que se combinó para marcar el deterioro del proceso político venezolano. La reforma estaba planteada para que el pueblo tuviese mayores capacidades contraloras sobre el aparato estatal, para que tuviese mayores capacidades para la definición de presupuestos comunales y, en general, para definir de mejor manera el devenir social. Hoy por hoy tengo serias dudas de que sectores vinculados al gobierno nacional respaldaran esta propuesta y creo que muchos jugaron a su fracaso, traicionando a Chávez y al pueblo venezolano.

Por otro lado está el tema de las medidas económicas que se fueron tomando y en las cuales se insistía aunque mostraban sus consecuencias negativas. Está claro que las políticas de régimen cambiario y de subsidios para distintos productos estaban dirigidas a proteger la economía nacional y sobre todo la economía de la mayor parte de la población. No obstante, la existencia de márgenes cada vez más amplios entre los distintos tipos de cambios sirvió de caldo de cultivo para distintas formas de corrupción que fueron medrando con la moral de los funcionarios públicos. Los mismos funcionarios públicos que se sentían invencibles y que se creían en el momento apropiado para cobrar los dividendos de su consecuencia con el gobierno. Todo esto trajo nefastas consecuencias en términos de abastecimiento, índices de precios al consumidor e inseguridad social.

Así, más que un proceso degenerativo de la economía y de sus consecuentes sociales, ocurrió una terrible degeneración de la moral nacional. La corrupción, clasificada por el propio Chávez como cáncer cultural, había hecho metástasis y el tejido necrosado se había regado hacia todos los sectores sociales. Con esa caída de la moral ética también ocurrió una caída de la moral motivacional. El apoyo al proceso bolivariano fue mermando hasta el punto de perder las elecciones a la Asamblea Nacional en la mayor parte de los estados y cediendo una mayoría calificada a la oposición.

Hoy por hoy, el sector que controla al Ejecutivo Nacional se amarra hasta con los dientes al poder. Saben que se perdió el patrimonio más importante que habían conquistado, el apoyo popular, y no permitirán que se desarrolle ningún nuevo proceso electoral porque esto implicará un hundimiento acelerado. No sólo se trata de que se le negó al soberano pueblo (o al supuesto soberano) la posibilidad de participar en un referendo revocatorio presidencial, que se suspendieron sin justificación las elecciones a gobernadores, sino que se mantienen en el limbo las elecciones a autoridades universitarias y la representación del estado Amazonas en la Asamblea Nacional.

En su defensa, el gobierno nacional aduce que es víctima de un golpe de Estado continuado que tiene como ariete fundamental la guerra económica. Al hacer un análisis serio sobre estas guerras llegamos a reconocer que su existencia es irrebatible. Sin embargo, hay que reconocer que la peor columna de la guerra económica está dentro de las filas del gobierno nacional con sus prácticas corruptas, que la peor columna de la guerra mediática y psicosocial está en la ineficiencia de un Estado que se muestra incapaz de confrontar a sus enemigos internos y externos. Es claro que no hubiese tanto contrabando, tanta desabastecimiento, tanta especulación y tanta inseguridad (por mencionar sólo los males descollantes), si no hubiese tanto funcionario público sacando provecho particular de estas situaciones.

En definitiva, creo que Venezuela es "el ala que está cayendo en el mar, que no pudo volar." Mientras tanto Ecuador se muestra ahora como la referencia moral y política de un verdadero proceso revolucionario. Y no es que en ese país no haya contradicciones y que todo sea color de rosas. Pero ocurre que la Revolución Ciudadana con su Calidad de Vida ha mostrado que las mejoras sociales pueden sostenerse en el tiempo a pesar de las estrategias económicas, psicosociales, políticas y hasta bélicas que implementen los sectores opositores.

Con este análisis quiero enfocar dos temas. Por un lado, creo que todos debemos aprender la lección de lo que ocurrió en Venezuela. La base de un proyecto político revolucionario está en una elevada moral de la población. Para mantener esa moral en alto es necesario que el pueblo jamás pierda protagonismo y capacidad de monitorear lo que ocurre a nivel del Estado y del funcionamiento de la economía. Un gobierno de orientación popular puede subsistir solo si se maneja con los más amplios criterios de transparencia. Aparte, es fundamental el carácter educativo del Estado, enseñando de manera fundamental a partir de convertirse en ejemplo, en paradigma moral. Por otro lado, aunque parezca que este análisis sobre la realidad nacional sea pesimista y que pronostique una caída del gobierno chavista en menos de dos años; debo afirmar que considero que un nuevo proyecto social surgirá de quienes tenemos la visión de que un mundo mejor sí es posible.

Ojalá que el proceso revolucionario ecuatoriano se consolide y que no caiga en las tentaciones corruptas que acabaron con el proceso revolucionario venezolano. Ojalá que surja en Venezuela una nueva propuesta revolucionaria con una orientación moral mucho más firme. "La tarea inconclusa tenemos que terminar, pues quieren ver el final todos los muertos de ambos. Por donde salgas yo salgo, siempre te voy a apoyar."



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Felipe Pachano Azuaje

Profesor de la Universidad de los Andes

 pachano@gmail.com

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