La constituyente debe jugar sin mirar a la cueva. Sólo esperar señas de gradas

Maduro fue entrevistado por José Vicente en su programa del domingo. Por "solicitud del público", alguna razón debe haber para ello, los canales de televisión del Estado anunciaron lo repetirían anoche. Lamentablemente no pude, mis ocupaciones habituales no me permitieron conocer en directo de esa entrevista, pero si supe dijo que para esta semana, por lo menos fijó una fecha, eso ya es algo diferente a la usual práctica oficial, anunciaría medidas para combatir la especulación.

Fue comedido, no adelantó nada, dando a entender que de hacerlo pudiera restarle eficacia a lo que el gobierno planifica. No obstante el secreto o quizás por eso mismo, dejó, en quienes le escucharon, la sensación que viene algo contundente. En lo que se mantuvo coherente o fiel con su estilo de anunciar cosas como quien dispara un cañón o mortero al estilo guarimbero. Como cuando habló primero de Sacudón y luego Revolcón o viceversa, para salir con unos rolincitos al pícher, como los enroque de compañeros fieles y leales hasta "la pata de la oreja", como solemos decir los cumaneses.

Como dije antes, no escuché la entrevista. Confieso mi dejadez o mejor mi estado como de incredulidad, pérdida de fe y hasta lealtad para con los compañeros que gobiernan. Mi deslealtad no tiene justificación alguna siendo ellos líderes de un proceso donde la gente está inserta, uno mismo, en un proceso participativo y protagónico. ¿Basta una muestra? La escogencia de candidatos a gobernadores. ¿Quién puede alegar se negó lo participativo y protagónico?

Volviendo con la entrevista, supongo – consciente estoy de este supongo – que José Vicente quien se vio agobiado una o dos semanas atrás, por Maryclen Stelling y Oscar Schemell, quienes insistentemente plantearon en la oportunidad que aquél les entrevistó que los asuntos económicos tenían prioridad por encima de los políticos, incluso que las amenazas de Trump, cuestión hacia la cual el entrevistador procuraba llamar la atención, quizás para sacar el bulto a tema tan escabroso, como lo logró al final, optó por preguntar al presidente por ese asunto. Quizás, sigo suponiendo, el presidente se sintió obligado a hablar de un tema que generalmente no toca. Para lo cual hizo ese anuncio, volviendo extraordinario algo que debe ser cotidiano, tanto que, como dije, tocó el tema como quien lanza un mortero y nos dejó en tensión. Pero también volvió a hablar de un tema que había tenido relegado en los últimos días, quizás por la Constituyente y las elecciones de gobernadores, lo que según su apreciación y expectativas, pudiera servir para mitigar el hambre, el relativo a los 18 motores. No sé si es que los volvieron a prender o los anillan para encenderlos más tarde. Sólo sé que aparte de hablar en su estilo de medidas que vendrán, como le gusta hacerlo, en futuro, lo hizo de nuevo de los motores, de los cuales todo el mundo se había olvidado por razones como demasiado obvias. Quien no hace ruido nadie le escucha.

Mientras tanto, la Constituyente ha servido para que el gobierno justifique en ella su falta de eficiencia y poca disposición para tomar medidas por las cuales todo el mundo clama y son de su competencia, como cuidar que no se especule e implementar políticas para incrementar la producción, para lo que cuatro años es bastante. ¿Qué necesidad tuvo el gobierno que cuando se abordó en la Constituyente el tema de "Inmunidad Parlamentaria" se dijese allí una verdad sencilla, como que esa figura no protege a nadie para cometer delitos políticos o comunes o mejor comunes disfrazados de políticos? O mejor, el Constituyente sostuvo que la impunidad en esos casos se debe a pura omisión oficial. Y esto es bueno se haya dicho. Lo cierto es que el gobierno perdió credibilidad y sobre todo fuerza para enfrentar esas situaciones, todas ellas, las aquí planteadas o no y por eso optó por la Constituyente, como el naufrago que se abraza a la primera tabla que pasa flotando al lado suyo.

Pero quienes mandan leen lo que acontece, la pura realidad, a su conveniencia, por eso se muestran triunfalistas y dispuestos a seguir con el mismo guión.

Por todas estas cosas, la Constituyente perdería credibilidad y terminaría por hundir nuestras esperanzas si se asume al servicio del gobierno, como una instancia bajo su subordinación. Está claro, a uno, que es poco leal, no le engañan, que desde el principio el Poder ha concebido que así sea y espera. Hasta por adelantado le puso presidente y hasta presidente de la Comisión de la verdad.

Pero la elección ahora de una Constituyente, la que el gobierno aspira sirva para sacarle las castañas del fuego, hasta resolverle problemas de su estricta incumbencia pues tiene el mandato para eso, debería servir para que quienes la conforman se asuman como se han definido a lo largo de su vida, lo demanda la coyuntura venezolana y conforme al mandato que portan del Poder Originario y, en base a ello, hasta cuestionar al gobierno mismo.

La Constituyente no debe servir para comportarse como si fuese una agencia del gobierno, un Poder subalterno de los cogollos, sino como lo que es, expresión de la angustia popular y hasta en disposición de someter a revisión a aquél mismo. Por ejemplo, ¿Por qué la Constituyente no evalúa funcionarios que han pasado hasta por una decena de cargos por casi dieciocho años sin exhibir obra alguna digna de reconocimiento? ¿Por qué no averigua la conducta gubernamental de ir siempre detrás de los acontecimientos, tanto como anunciar medidas cambiarias y nunca aplicarlas o hacerlo con atraso en un asunto donde no se puede, como el beisbol, anunciar la jugada? Siempre se ha pensado que las medidas cambiarias han servido para que funcionarios indignos aprovechen para hacer negocios. Debería ir al enorme taller, debe ser así, enorme, dónde se hallan los motores a averiguar por qué no arrancan.

¿Por qué la Constituyente no evalúa con equilibrio y patriotismo los detalles de toda la política económica, incluyendo los convenios internacionales dentro o fuera del área petrolera? ¿Por qué, como en el caso de la inmunidad o impunidad parlamentaria, no se hace un balance del proceder gubernamental en materia política? ¿Quién se atrevería a negarle ese derecho al Poder Originario?

Eso lo espera el país. Creer que de ella solo se espera medidas políticas, a favor o en contra, sería una concepción demasiado estrecha. La oposición ha hecho lo que se propuso hacer, el gobierno lo suyo. Todo ese universo hay que evaluarlo porque sería un simplismo pensar que lo que ahora acontece en nuestro país, dentro o fuera del universo económico, es sólo culpa de la oposición o el capital, nacional e internacional, que procuran volver atrás las manijas de la historia. Es muy malo el manager o entrenador que al analizar un juego, ganado o perdido, sólo busca respuestas en lo que hizo o dejó de hacer el adversario.

Si la Constituyente toda, se asume como oficina de gobierno, tal como ya le pasó al Psuv, estaría no sólo prestando un muy mal servicio a los venezolanos, sino que sus integrantes, sobre todo aquellos que se han asumido como revolucionarios y como tales dados a lo irreverente, gestos de libertad e independencia, no sean capaces y oportunos para levantar su voz para que todo sea revisado. Sobre todo cuando uno observa que el gobierno no está en la mejor disposición para eso. Si ella no asume el rol que le corresponde, como depositaria del "Poder Originario", se prestaría para frustrar más las esperanzas de los nacionales.

Todo lo participativo y protagónico está en manos del Constituyente, de donde este puede jugar con libertad, sólo cuidarse de formar equipo o jugar para el mismo, el equipo, o Venezuela toda, y nada de estar esperando señas de la cueva. Sólo abierto a las señas de las graderías.



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Eligio Damas

Militante de la izquierda de toda la vida. Nunca ha sido candidato a nada y menos ser llevado a tribunal alguno. Libre para opinar, sin tapaojos ni ataduras. Maestro de escuela de los de abajo.

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