Fariseísmo y Clase

Constituyente y golpe de timón (II)

¡No en nuestro nombre! Debería ser la consigna que de ahora en más enarbolen los miles de trabajadores y trabajadoras, honestos y laboriosos, de la industria petrolera frente a los que hoy pretenden utilizarlos como cuartada para atacar de manera vil y artera al Fiscal General de la Republica, Tarek W. Saab, a quien acusan de "perseguir, agredir y desprestigiar a PDVSA" y de "lanzar sobre la industria un balde de excremento" por el hecho de exponer abiertamente ante el país las magnitudes del daño que el gansterismo instalado en cargos sensibles ha ocasionado a Pdvsa y al pueblo venezolano, "en lugar de juzgarlos con discreción", vale decir, ocultándole la verdad al pueblo y garantizándole a los implicados la tranquilidad que siempre acompaña al silencio cómplice. "Por la acción insana de un puñado de gerentes condena a una industria que tiene más de cien mil hombres sanos, demostrado en la producción y en la lucha por la Patria", sentencian contra el Fiscal sus sensores. Y para completar el cuadro señalan: "Nadie defiende a PDVSA, sus directivos callan con silencio criminal, el gobierno deja que devalúen la industria, preparando las condiciones para privatizarla".

Coartada infame además de ridícula. ¿Cómo se privatiza una industria cuyos trabajadores, desde hace 2 años, vienen demostrando su valía no solo "en la producción y en la lucha por la Patria", sino con su participación en un inédito proceso de transformación de Pdvsa que apunta hacia su intervención directa en la gestión de la misma, impulsado directamente por el propio Presidente de la Republica precisamente para purgarla de lacras y prácticas que la corroen como industria? La engañifa de clase se esconde tras palabras y frases que no llaman al pan pan y al vino vino y que, peor aún, pretenden hacer pasar el pan por vino: al latrocinio le denominan "acción insana de un puñado de gerentes", a Tarek W Saad "policía que siembra el terror fascista" y a la hoy ex fiscal prófuga de la justicia "fiscal de la dignidad".

Pero la gravedad de esta infamia, que contrasta con el sentimiento dominante en el seno de la clase trabajadora petrolera y del pueblo en general, pasaría como han pasado tantas otras si no fuera por la significación que adquiere cuando se determina que quienes la profieren estuvieron ligados a Pdvsa durante un buen periodo, en calidad de asesores políticos de la Junta Directiva encabezada entonces por Rafael Ramírez. En este punto, la gravedad adquiere formas aleccionadoras cuya significación deben alcanzarse a distinguir hasta sus mínimos detalles. Pues se trató de una vinculación que alcanzó a desplegarse aguas abajo en calidad de "comisarios y sensores políticos". Se trata de gente que desplegaba sus máximas de sabiduría por toda la geografía del país, de aeropuerto en aeropuerto, montados en aeronaves costeadas por la estatal petrolera. ¿Cuál es el balance político de aquella labor? ¿Existirán puntos de contacto entre sus resultados y el gansterismo corporativo?

Por lo pronto, vale apuntar que se trata de la misma gente que en el año 2010 impuso dentro de Pdvsa la más brutal solidaridad automática con los gerentes de esta empresa implicados en el conocidísimo caso de los alimentos de Pdval(entre ellos el Gerente de Bariven), todo ello en nombre de la lucha contra el capitalismo y la defensa de Pdvsa; el silenciamiento de todo debate político al respecto fue una labor llevada a cabo con escrupulosidad policial, y hubo consecuencias… para los trabajadores. Marcadas en su totalidad por el signo de la arbitrariedad y la impunidad de una maquinaria burocrática a la que no le tembló el pulso para castigar a quienes no se subordinaran a aquella particular forma de "politización".

Fue un periodo en el que las arbitrariedades laborales más oprobiosas contaron con el silencio, o mejor dicho, el ocultamiento cómplice de no pocos dentro y fuera de la industria: trabajadores desterrados de sus lugares de trabajo hacia otros estados del país (de Caracas al Estado Sucre por ejemplo) sin consentimiento ni garantía económica alguna (viáticos, pago de alojamiento, alimentación, etc, etc.), librados a su propia suerte y sometidos al seguimiento y la prohibición de ¡participar en ninguna actividad política de la empresa!, con los canales del mejoramiento y ascenso profesional absolutamente trancados; otros tantos victimas de prácticas supervisorias inspiradas en el trato hostigador que ha terminado afectando sensiblemente la salud emocional de muchos (Pdvsa fue la primera empresa del país sancionada por el Inpsasel por Acoso Laboral, la victima ya no labora en la industria); persecución y acoso a trabajadoras por el hecho de motivarse a organizar la prevención y la protección de la salud laboral en sus lugares de trabajo, como si de un crimen se tratara (en Refinería de Puerto la Cruz por ejemplo); desmejoras laborales y segregación, despidos sin justificación, favorecimiento de la impunidad ante lo mal hecho en detrimento de la calificación profesional y de los protocolos y normas de uso y seguridad de los bienes de la empresa, y un largo etcétera que marca las coordenadas de un mapa social y organizacional que los propios trabajadores, de una manera u otra, han graficado a través de las consultas que se han realizado en estos últimos años.

Hablamos del periodo en el que los Frentes de Trabajadores petroleros eran cotos dirigidos bajo la sombra de los mandos gerenciales de la industria, reproduciendo el concepto de mando vertical de toda empresa capitalista, haciendo de la "politización" un mero acto instrumental sin vinculo orgánico alguno con el debate político entre los trabajadores respecto a los problemas de la empresa, la producción, la gestión, las relaciones sociales de trabajo y su relación con las perspectivas de la Revolución.

Pero "la historia es obstinada y las cuentas pendientes que dejan los tiempos regresan para ser saldadas".

Precisamente en su último artículo publicado bajo el titulo "No te Vayas", Rafael Ramírez (ex presidente de Pdvsa) aludiendo a las condiciones laborales del trabajador petrolero, manifiesta, entre otras cosas, lo siguiente: "el que no haya trabajado en esas condiciones, propias de la actividad, de alto riesgo, no puede levantar su mano contra la moral y compromiso de los trabajadores". Acierta el ex ministro. Solo habría que agregarle a esa apología la parte relativa al tipo de relaciones sociales que bajo su gestión se impuso sobre el conjunto de esos trabajadores, cuyas consecuencias han gravitado como una de las causas que también alimentan la fuga de trabajadores del país, aun cuando en realidad son muchos más los que se quedan conscientes del valor de su papel en esta hora crucial de nuestra historia.

Ha sido a partir del año 2015 que ha comenzado a escribirse otro capítulo en la historia del proletariado petrolero venezolano: a partir de entonces, los trabajadores y trabajadoras han comenzado a reencontrase con la perspectiva de su participación directa en los destinos de la principal industria del país, no subordinados a las posiciones de mando gerenciales, aunque tampoco enfrentadas a ellas, más bien a pesar de muchas de ellas, ahora en medio de una coyuntura diametralmente distinta, marcada por enormes problemas acumulados, desafíos, peligros y oportunidades. De esta manera, entonces, el trabajador entonces desterrado en tal o cual costado del territorio nacional, la trabajadora aislada pero con su ímpetu intacto, el hombre y la mujer que no solo "trabaja" sino que piensa y siente, entre miles de hombres y mujeres más, comenzaron a reencontrase para delinear juntos los primeros trazos de un camino que no puede conducirlos más que a su estructuración como clase política (dirigente). La desconfianza y el desdén que otrora nublaba este universo se ha ido convirtiendo en propuestas que ya asoman un rumbo claro para la industria petrolera, aun cuando haga falta mucho más para recorrerlo plenamente.

Una cosa distingue a los fariseos de los trabajadores revolucionarios: estos comprenden bien porque el Gobierno revolucionario encabezado por Nicolás Maduro debe preservarse y continuar: solo en un régimen donde la participación democrática sea un hecho práctico podrá crecer y fortalecerse como clase. En este punto, los fariseos no tienen otra suerte que ir cuesta abajo en su rodada reaccionaria. Con sus "denuncias" se delatan y dan un claro testimonio de indiferencia y desdén por ese otro costado de la realidad que se niegan a ver, o no quieren ver o no les interesa ver porque de alguna manera lleva la impronta de Nicolás Maduro, y el de unos intereses sociales diametralmente distintos a los suyos.

Porque lo que hoy sucede con el gansterismo convicto y confeso dentro de la industria petrolera, y que debe suceder con todo aquel sospechoso de serlo (sin menoscabo de sus derechos y garantías procesales) no puede ni debe verse o valorarse al margen de ese gran proceso de transformación de Pdvsa iniciado en el 2015, en medio de grandes limitaciones, insuficiencias y obstáculos, que nos indican que aun está muy lejos de terminar.

En este sentido, llama poderosamente la atención la expresión empleada por Rafael Ramírez en su último artículo (citado antes), cuando se referirse a PDVSA como: "nuestra querida PDVSA, tan golpeada y vilipendiada hoy día"

Imposible no preguntarse: ¿Quién golpea y vilipendia hoy a Pdvsa? ¿Quién es la víctima y quién el verdugo?

El gran revolucionario León Trostky acuño una frase que bien vale para cerrar estas modestas líneas: "Quien calumnia a las víctimas, trabaja para los verdugos".

 

fmarin2005@yahoo.com



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