Cuando los gobiernos occidentales del mundo, en general, procuran y han logrado, elevar la calidad de vida de sus pueblos (incluso el cubano), en Venezuela hemos retrocedido a etapas ya superadas y estamos experimentando, incluso, situaciones realmente inéditas. Todos los servicios públicos (transporte, electricidad, salud, agua potable, telefonía fija y móvil celular, aseo urbano y domiciliario, gas doméstico, aguas servidas y un largo etcétera) están totalmente colapsados, una hiperinflación espeluznantemente desatada y sin freno a la vista, falta de dinero en efectivo, falta de medicamentos y reactivos para enfermedades de alto costo (cáncer, sida, leucemia, enfermedades renales, etc), sueldos escasos e insuficientes que convierten en un verdadero vía crucis el diario vivir y comer de los venezolanos, y aunado a la hiperinflación maligna ya indicada, el fenómeno especulativo en todos los órdenes, desde los bienes básicos y vitales de consumo hasta la propia moneda como tal, donde cualquiera se siente con el legítimo derecho a especularte porque ese es el dictado de las "leyes del mercado", y el contrabando de extracción de toda cuanta mercancía se pueda uno imaginar, pues el diferencial cambiario es tan profundo, que no estar metido en ese negocio, dice la microeconomía popular, es sencillamente de idiotas.
Sin contar a los chinos ni a los filósofos pre-socráticos, tenemos 2.500 años de historia de ideas políticas. Las teorías políticas y los distintos sistemas de gobierno ya fueron todas y todos, a lo largo de la historia de la humanidad hasta hoy, esbozadas, expuestas, estudiadas, analizadas e implementadas; tenemos experiencias suficientes en el mundo de democracias (con todas sus variantes), autoritarismos, totalitarismos, regímenes de partidos únicos, dictaduras, tiranías; así como de democracias cristianas, marxismos, socialismos, socialdemocracias, comunismos, liberalismos, capitalismos, anarquismos, fascismos, y otros larguísimos etcéteras porque, parece que no pocos por querer pasar a la historia, se encargan de hacerlos mutar en otros tantos y, sin embargo, como bien dijo el poeta salsero Rubén Blades "500 años de cotorreo y sigue el saqueo", o para ser más gráfico aún, del mismo autor, "entre un Fidel y un Somoza, y no mejora la cosa".
No voy a entrar en detalles acerca de cualquier tipo de desviación, acierto o desacierto en áreas y temas específicos, pero le guste o no a una parte de la población venezolana, la presencia de Chávez significó un gran salto adelante para el país, se estabilizó la economía, se contuvo la inflación a dos dígitos siempre por debajo del 30% (veníamos de 103% heredado de Caldera), se incrementó el consumo interno, se redujeron dramáticamente los índices de mortalidad infantil, si bien no hubo en mi opinión movilidad social sí se elevó ampliamente el poder adquisitivo del venezolano común, sobre todo del más vulnerable, se materializó una política social inclusiva única hasta ese momento en Venezuela, lo que se concretó en la implementación de todos los programas de las misiones y, la gran favorecida fue la clase media venezolana que, como nunca, adquirió vivienda, vehículos, salvó sus propiedades a punto de ser ejecutadas gracias a la eliminación de los créditos indexados y, por obra y gracia del control de cambio, logró viajar por todo el mundo a cuerpo de Rey y, por qué no, hacerse de unos dolaritos adicionales. El General Juan Domingo Perón dijo en alguna oportunidad que "la única verdad era la realidad"; y ésta fue la verdad de la era Chávez porque, esa era nuestra realidad, no otra. Sostener lo contrario es caerse a embustes.
Ahora bien, todo el panorama desgraciado, fatídico, funesto, aciago y desastroso descrito en el primer párrafo de este artículo, es lo que ha venido padeciendo Venezuela hasta esta etapa actual de arrebato y frenesí, desde que terminó la era Chávez y empezó el gobierno de Nicolás Maduro. Aclaro que, en mi opinión, Nicolás Maduro no la ha tenido fácil. Se cumplió la profecía de Chávez cuando dijo que vendrían tiempos difíciles en los que el enemigo iba a tratar de cargar sin piedad ni clemencia en contra de la Revolución Bolivariana, y creo que hay evidencia por demás que así lo demuestra; sin embargo, repito con Perón, ya sea la situación actual por la que atraviesa el país culpa del Imperialismo Yanki, del capitalismo, del oposicionismo político criollo, de la rancia cúpula empresarial parasitaria que siempre estuvo acostumbrada a chupar de las ubres del Estado, de la oligarquía nacional o de la colombiana, de la ineficacia y de la ineficiencia del gobierno o de la corrupción, "la única verdad es la realidad", y la realidad es la que, lamentablemente, estamos padeciendo hoy todos los venezolanos.
Para mí, y este es el tema central del presente artículo, el gran causante de los males y desequilibrios que padecimos en el pasado los venezolanos en la era pre-Chávez, y que actualmente sufrimos y soportamos en esta era post-Chávez, es el dogmatismo. Acción Democrática estuvo enmarcada dentro de su cuestión socialdemócrata, los copeyanos dentro de su democracia cristiana, en el Psuv unos se dicen socialistas y otros marxistas leninistas, entonces cada uno está dentro de sus dogmas como si fueran camisas de fuerza, y que al final los convierten en partidos dogmáticos que no están al día con lo que pasa en la realidad de la calle y en el caso de Nicolás Maduro y su Plan de la Patria, el mismo no obstante ser un programa de gobierno, está concebido en sus aspectos económicos como para ser aplicado en una sociedad nacional idealizada y aislada de la comunidad internacional de la cual forma parte y en la cual cada Estado tiene sus propios intereses en función de darle y preservarle la mayor suma de felicidad a su pueblo, como es su obligación.
Es aquí donde, sin renunciar a los principios en los que creemos producto del estudio de las ideas políticas, yo rescato el pragmatismo. Pragmatismo incluso del cual presumió El Libertador Simón Bolívar cuando, ante el Congreso de Angostura el 15 de febrero de 1819, dijo que "El sistema de gobierno más perfecto es aquel que produce mayor suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad social y mayor suma de estabilidad política". Hay que resaltar que las teorías del liberalismo económico y del socialismo ya existían para ese entonces, pues la primera fue esbozada por Adam Smith y la segunda por Henry de Saint-Simon y sin embargo Simón Bolívar evitó calificar a ese sistema de gobierno más perfecto.
Al igual que Bolívar, quien expresamente no lo dijo, yo creo en la moral práctica. No creo en morales abstractas. Creo que simplemente nos hace falta una gran dosis de pragmatismo y humanismo. Uno de los grandes males del dogmatismo se traduce en que tanto ayer como hoy el gobierno está plagado de incapaces en puestos importantes, donde no tiene cabida la meritocracia bien entendida, es decir, en su significado etimológico, el gobierno de los mejores.
Otro daño terrible que se le ha hecho al país, y que siempre he criticado, es ese escandaloso incesto que existe entre el gobierno y el Psuv, en el cual ministros y gobernadores por igual, y hasta el propio Presidente de la República, se funden en uno solo al mejor estilo de la época Lusinchista y de AD, situación en la que entonces se pierde toda objetividad y capacidad de juzgar con rectitud y con acierto la situación por la cual atraviesa Venezuela en un momento como el actual, resultando entonces que nadie dentro del Psuv está en la posibilidad de exhibir el suficiente talento e inteligencia como para advertirle al gobierno el errático camino por donde transita, el cual, por la razón que sea, es la realidad y a decir de Perón, es la única verdad; mucho menos entonces, proponer una alternativa válida de solución a la crisis.
Venezuela, si verdaderamente queremos ser revolucionarios, reclama ser manejada dentro de otros conceptos. Tiene que ser manejada estableciéndose la meritocracia, aliviándola de la partidocracia. Ya basta de que en Venezuela, a nivel de gobierno, sólo quepan quienes en su momento tuvieron un carné blanco o uno verde, u hoy tienen uno rojo. Los funcionarios públicos, que son servidores públicos, tienen que valer por sus conocimientos, por su capacidad, por su merecimiento y por su competencia, y estamos en un país donde esto ha sido desconocido siempre. Tenemos que dar un paso al frente de una situación histórica, que de no darlo nos vamos a traicionar como país toda la vida.
La mayoría de los venezolanos no tiene compromisos con ningún partido político y para la mayoría es para quienes se debe gobernar y el gobierno debe ser un reflejo de esa mayoría, es decir, un gobierno de inclusión en su ejercicio ejecutivo, que no tenga complejos de dejarse acompañar por otros actores y de escuchar a otros actores, así como que tampoco tenga, por razones dogmáticas, complejos al momento de tomar decisiones pragmáticas que repercutan efectivamente, y no en abstracto, en beneficio de la mayoría. Es decir, hablo de un gobierno central fuerte, con autoridad, pragmático en la gestión económica, que genere índices microeconómicos y macroeconómicos positivos, socialista en lo social, profundizando y ampliando el radio de acción de los programas de misiones y capitalista con relación al manejo del tema petrolero y en sus relaciones de intereses mutuos con la comunidad internacional; porque un gobierno que hace frente a una realidad país marcada por el colapso de los servicios públicos, una hiperinflación espeluznantemente, falta de dinero en efectivo, falta de medicamentos y reactivos para enfermedades de alto costo, sueldos escasos e insuficientes y una especulación sin límites, es un gobierno que no le está dando la mayor suma de felicidad a su pueblo y que, más allá del condicionante de la guerra económica y la contra del poder imperial, es un gobierno que tiene que saber que hay algo que no está haciendo bien.