Doblaron las campanas


No puede darse dobles interpretaciones de un colectivo, dependiendo de la circunstancia, mientras todo iba viento en popa, logrando uno tras otro triunfos consecutivos, se afirmaba que el pueblo ya no era pendejo, que nadie lo engañaba, que había tomado conciencia. Pero ahora que la reforma resultó rechazada, en cambio en un tris, el pueblo es inmaduro, inconciente, estúpido y se dejó engatusar por la guerra mediática. Lo que demuestra esta contradicción del discurso es una absoluta hipocresía, porque ¿Quién es el pueblo?, acaso algo tan etéreo que las suaves brisas matinales pueden voltearlo de cabeza, o tal vez sea chivo expiatorio de cuanta frustración sufra el gobierno.

¿Buscamos culpables del descalabro del 2D?, señores diputados, ministros, directivos del PSUV, Sr. Presidente, etc., etc., no los busquen en su exterior, simplemente véanse en un espejo, por que los culpables son ustedes mismos. Los incontables errores de estrategia dieron al traste con nuestro propósito, no vale ahora hacer berrinches, porque lo que ayer nos exaltó como demócratas por aceptar la derrota, hoy se esta diluyendo entre las rebatiñas de acusaciones y la metralleta de insultos y vejaciones disparados en todas direcciones sin ningún tipo de continencia.

El pueblo no es culpable que ustedes hayan mal desarrollado y peor implementado la estrategia de batalla. Tampoco es culpable de que ustedes no dieran participación a ese pueblo, que no es una abstracción o una masa informe sin limites definidos que ustedes pueden mover a voluntad, ese pueblo son hombres y mujeres que exigen que se les tome en cuenta, o ocaso ¿esto no es una demos-cracia participativa? Porque las innumerables giras del parlamentarismo de calle y los incontables foros donde supuestamente se oyó a todos los sectores del colectivo, y donde se gastaron ingentes cantidades de recursos, no pudieron explicar adecuadamente los propósitos de la reforma a ese pueblo. Debemos creer que o se hicieron en cerrados auditorios de convencidos, o simplemente fueron simples fuegos fatuos que nunca se realizaron.

Recapaciten, lo importante no son la oposición que voto NO, esos siempre estarán en contra de cualquiera acción del proceso, lo importante repito son los 3 millones que o votaron NO, o simplemente no votaron, que en general fue la mayoría. ¿Por qué no se entusiasmaron con la reforma?, ¿Sería porque todo anda bien en sus vidas?, ¿o sería porque los problemas sociales que sufren estas personas se han agudizado? o quien carrizo se entusiasma por un futuro que nunca llega.

Desde el principio todo fue un despropósito, la frase inicial “no permito que le cambien un punto o una coma a la propuesta” sepultó cualquier intento de adicionar consenso y por ende votos al espíritu de la reforma. La AN coaccionada, ni siquiera se tomó el trabajo de disimular que nunca se discutió la reforma del presidente, y tal vez para liberarse de esa frustración de genuflexo, adicionó unos cuantos artículos acordes a sus propios intereses, que hacían aun más polémica la mentada reforma. Difícilmente se ama igual al hijo propio que al ajeno, así esta propuesta nació carente de amor porque era hija de una sola voluntad. Para desgracia nuestra, esa referida frase se repitió al final de este escabroso proceso, como si en un momento determinado haciendo una mueca de desprecio al destino, se pretendiese pasar por encima de la Voz de Dios, el pueblo.

También las derrotas tienen que administrarse, y aceptar lo inevitable no tiene gracia, elevado es aceptar que lo propuesto fue rechazado, elevado es ser humilde y aceptar que obramos equivocadamente, y que si sufrimos una derrota fue por que no fuimos capaces de ponernos en sintonía con el pueblo.

No culpemos a ese pueblo, que es el juez y no una de las partes.

No culpemos a la falta de propaganda, por que este no es un estado goebbeliano, donde se manejan las masas inconcientes a través de ella.

No culpemos a la oposición, porque esta si hizo su trabajo “desinformar”, mientras que el gobierno se enredó en sus propias contradicciones.

No culpemos, ni persigamos, ni difamemos a los disidentes, porque cada quien tiene libertad de conciencia para decidir, libertad de expresión para clamar de viva voz sus pensamientos, no somos un pueblo de borregos, siempre hemos sido, aunque aletargados por muchas décadas, un pueblo de libertadores, un pueblo de hombres libres.

Esa cacería de brujas que se desató en medio de la campaña por el referendo, solo sirvió para consolidar ante el colectivo la imagen de un grupúsculo de intolerantes fundamentalistas los cuales querían imponer a la viva fuerza una reforma personalista y excluyente. Es a través de esa cacería que ahora me entero, que el carácter de un hombre no se mide por sus actos y su trayectoria, sino por los libros que tiene su biblioteca.

Estoy horrorizado, porque confesando que en mi biblioteca tengo Mi Lucha, El Príncipe, La Celestina y el Decamerón de Boccacio, y agregando que los he leído todos, debo llegar a la conclusión según el axioma fundamentalista previo, que soy un nazi maquiavélico, alcahuete e inmoral, en otras palabras, utilizando un sinónimo de la palabra del lenguaje coloquial del Ministro Lara, una soberana plasta.

Este axioma creado por un sesudo presentador nocturno, que no debieron quedarle una sola neurona funcional después de esta profunda deducción, representa la cúspide del servilismo, porque este axioma nace de una orden “todo el que disienta de la reforma, háganlo pedazos, desacredítenlo, difámenlo, vilipéndienlo, insúltenlo, reescríbanle la historia de su vida”. Pero me gustaría saber, ya que este personaje justificó los golpes que recibió el periodista (es difícil llamarlo así) Azocar de parte de la diputada Valera, que invocaría si al General Baduel, se le ocurriera esperarlo a la salida de su estudio para partirle la jeta, porque llamar a una persona fascista, vendido, inmoral, agente de la CIA, corrupto, traidor, tarifado, etc., acaso no es jugar con la dignidad y el honor de la misma, en el mismo estilo que el sr. Azocar, mas cuando no se aporta ninguna prueba de lo expresado, excepto ese análisis de carácter previamente narrado salido de una mente enferma.

Por último, buscamos culpables, pues hay por montones. Culpémonos por rodearnos de una manada de alacranes incompetentes, aduladores y corruptos, que han hecho que el color rojo sea sinónimo no de socialismo sino de oportunismo. Oportunistas que con la babaza de sus adulaciones han envenenado el alma de muchos buenos revolucionarios. Culpémonos que por no supervisar y controlar las acciones del estado, hemos dejado colar la corrupción a todo galope en todas las misiones y servicios públicos. Culpémonos por no saber elegir a quienes nos secundan en responsabilidades, y que han convertido las dependencias públicas que dirigen, llámese gobernaciones, alcaldías, asamblea nacional, institutos autónomos, industrias del estado, PDVSA, etc., en feudos particulares en donde ejercen el despotismo y nepotismo sin limites, y las mayores arbitrariedades contra los trabajadores y el pueblo. Culpémonos porque habiendo realizado tantas promesas las mismas están a un infinito de cumplirse. Culpémonos por enviar al exilio, al silencio, al escarnio público, a todo aquel que ha pretendido realizar contraloría social. Culpémonos por ser sordos y ciegos, ante la multitud de denuncias que llegan a nuestros sentidos. Y sobre todo culpémonos, porque no entendimos que todas las críticas y consejos que se nos dieron fueron repletas de buenas intenciones con la finalidad de que este proceso, que es la esperanza del pueblo, no fracasara, pero nuestra terquedad, orgullo y prepotencia han dejado que tañen por primera vez las campanas de la contrarrevolución.

Y como hace mucho tiempo le expresé, si no oye la Voz de Dios, cuando de nuevo toquen las campanas, no pregunte por quien doblan, estarán doblando por ti.

QUE EL LIBERTADOR NOS AMPARE DONDE SEA, DE QUE ESTE PROCESO SE PIERDA POR FALTA DE CONCIENCIA DE LOS GOBERNANTES.

POR ENCIMA DE TODOS, BOLIVAR NUESTRO UNICO IDEAL HOY Y SIEMPRE

Muchas gracias por escucharme




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Antonio Bermúdez


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