Desde nuestra Independencia y luego de derrumbarse el sueño de Bolívar quedando inmersos en unas patrias chicas, aisladas y a merced de los poderosos, nuestro pueblo inició un tortuoso camino hacia la construcción de una sociedad igualitaria, justa, libre y soberana.
Sin embargo, en ese camino se marchaba de manera desorganizada, sufriendo el saqueo y la creciente neocolonización. Grandes gestas libertarias fueron abortadas por la represión, traicionadas por vendepatrias, o descabezadas por la eliminación física de sus líderes. Casos como el de Ezequiel Zamora o Cipriano Castro en el siglo XIX, e inicios del siglo XX son ejemplos de esas traiciones. Otros ejemplos fueron los golpes de estado o asesinatos como el de Medina Angarita o Delgado Chalbaud, respectivamente. Un caso especial fue el derrocamiento de la dictadura de Pérez Jiménez, luego de intensas protestas populares: la traición de las cúpulas partidistas logró arrebatar lo que fue una legítima victoria del pueblo venezolano.
Pero estos antecedentes no lograron quebrar la voluntad libertaria de los venezolanos. Ni siquiera las derrotas sufridas en la década de los 60, ni la salvaje represión de quien irónicamente algunos llaman "padre de la democracia", el Sr. Rómulo Betancourt. En el pueblo se gestaba el sueño de libertad y de igualdad, de un mundo mejor.
A mediados de los 80, comenzó un proceso de reorganización de los sectores progresistas, logrando victorias importantes en las bases estudiantiles, sindicales y campesinas. Se respiraba un aire permanente de agitación y movilización a la vez que se iniciaba el proceso de repolitización de las bases. Los cuerpos represivos del Estado, quienes no estaban ajenos a esta realidad, afinaban sus mecanismos de inteligencia en lo que auguraban como una gran batalla. Pero el alto Gobierno se equivocó, desvió su atención a los grandes problemas macroeconómicos y a las recetas que el FMI le imponía y que tenían que ser de rápido cumplimiento. El informe que presentó a finales de los 80 el entonces Director de la Policía Política (DISIP), Rafael Rivas Vásquez es elocuente, pues indica que al carecer el organismo de fuentes de inteligencia adecuadas era prioritario obtenerlas para consolidar el Gobierno. Por eso Rivas Vásquez afirma que: "...consideramos un plan nacional de detenciones y allanamientos selectivos de personas vinculadas a la subversión y agitadores conocidos con la finalidad de obtener información actualizada". (El documento se puede ver, todavía, en http://www.amigospais-guaracabuya.org/oagrv002.php).
Es en el marco de esta situación de máxima represión, junto con la aplicación de un cruento paquete neoliberal, que el pueblo decide salir en la mañana del 27 de febrero, a realizar la más grande manifestación popular del siglo XX, superior incluso a las del 23 de enero de 1958. Una gran fiesta en la que el pueblo despertaba y se asombraba del descomunal poder que tenía. Sorprendido observaba cómo la otrora omnipotente policía retrocedía despavorida ante el avance de las masas que, embriagadas de poder, se movían sin encontrar cauce a esa gran fuerza del pueblo en la calle.
El Gobierno rápidamente reaccionó y a través del Plan Ávila echó a los militares a la calle con un resultado expresado en el asesinato de miles de hombres, mujeres y niños, tal como lo demuestran las fosas comunes halladas años después (como el caso de La Peste). Aunque las cifras oficiales indicaron que la cantidad de muertos fue de 262, las pruebas de miles de ciudadanos asesinados fueron y son contundentes.
Ese gigantesco poder del pueblo permaneció en estado latente, expresándose pacíficamente aquel 6 de diciembre de 1998, cuando los venezolanos cambiamos el rumbo de nuestro destino, iniciando la Revolución Bolivariana. La principal bandera ideológica fue la Democracia Participativa y Protagónica, una propuesta sembrada por el movimiento estudiantil de los 80 y que germinaba con la Revolución Bolivariana.
Sin embargo, la masiva participación del pueblo, como fuerza que ejerce su poderío en la calle, no se volvió a ver, desde el 27F hasta aquel memorable 13 de abril de 2002. El Gobierno Revolucionario había recibido un Golpe de Estado, fraguado y financiado por el Imperialismo y ejecutado por sus lacayos nacionales. Es aquí en donde el pueblo venezolano trae de su memoria colectiva lo que fue la fuerza demostrada el 27F y se lanzó a la calle, con pasión y fervor patriótico, rememorando episodios épicos de la Independencia y de la Federación, y con la decisión de rescatar la Democracia. Es solamente el 13 de abril de 2002, que el pueblo vuelve a hacerse sentir, y es nuevamente ante esta poderosa fuerza que los usurpadores y traidores huyen cobardemente, tal como hicieron el 27F, antes del Toque de Queda. Pero esta vez, el 13 de abril de 2002 hubo una gran diferencia con respecto al 27F, esta vez sí había organización, lo que condujo a que esa manifestación de calle se viera bañada de gloria y de éxitos.
El 13 de abril de 2002 se graduó con honores el proyecto que se había escrito en la Constitución de 1999, que se inició en los 80 y que crecíadesde el 27 de febrero de 1989. La Democracia Participativa y Protagónica, aún en pañales aquel 13A, fue capaz, no obstante, de derrotar una dictadura y restituir la legitimidad de un Gobierno que es orgullo de los latinoamericanos y ejemplo en el mundo. El ejercicio democrático y directo del poder popular, permitió que se organizaran de manera autónoma las distintas tareas a realizar para restituir la Democracia. Es así como participaron los motorizados quienes sirvieron de batallón ligero de la insurrección, se coordinaron entre sí los radioaficionados conformando ágiles redes de información, otros trabajaron como proveedores de comida y agua a quienes permanecían en las inmediaciones de los cuarteles y de Miraflores, otros colocaron sus celulares para el enlace de quienes estaban activamente en la calle, otros organizaron las "conchas" o refugios de quienes eran perseguidos implacablemente en esos momentos, otros usaron medios novísimos (para aquel momento) como Internet para informar fuera del país, en tiempo real, la realidad de lo que aquí ocurría, otros se apostaron en los medios de comunicación privados para exigir que se informara la realidad de la calle, otros improvisaron servicios de transporte para trasladar desde los barrios a la creciente masa humana que clamaba por la restitución de la Democracia, en fin, la práctica autogestionaria del pueblo fue inmensa y aleccionadora.
Tal vez lo más importante es destacar que el pueblo, en ejercicio directo de la Democracia Participativa, fue capaz y lo seguirá siendo, de enfrentar a un poderoso enemigo: la más grande superpotencia de todos los tiempos, quien no sólo tiene armas y dinero en cantidades fabulosas, sino que además cuenta con el absoluto apoyo de los medios de comunicación privados venezolanos, con la sumisión de la oligarquía nacional y con la irrestricta complicidad de la alta jerarquía eclesiástica.
Hoy, 17 años después de esa gloriosa jornada del pueblo y bajo la conducción de nuestro Presidente Nicolás Maduro, tenemos un saldo organizativo que nos hace indestructibles: somos más de 40.000 Consejos Comunales, más de 3.000 Comunas, alrededor de seis millones de familias organizadas a través de los Claps, tenemos innumerables Consejos de Trabajadores, de Estudiantes y de Campesinos, tenemos una poderosísima Fuerza Armada plenamente consciente y moralizada, pero además, y a diferencia del 13A, poseemos más de dos millones de milicianos entrenados y dispuestos a defender con todo a la Patria. Toda esa inmensa cantidad de pueblo organizado es la garantía de la irreversibilidad de nuestra Revolución.